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Cerveza Osetia


Según la tradición oseta la cerveza tiene que preparala la mujer más mayor de la familia. Cada otoño se celebra un festival en la capital, Vladikavkaz, que se llama Eeron Bagani y es una especie de Oktoberfest de la cerveza oseta. La celebración solo dura un día y se pueden probar hasta 150 tipos diferentes. Casi cada familia tiene su propia manera de elaborarla y todos los osetios tratarán de demostrar de que la mejor cerveza es la que hace su abuela.
Hay varias particularidades de esta variedad caucásica. En primer lugar, apenas tiene 1,5% de alcohol, significativamente menos que una cerveza normal. Además no tiene espuma y el color varia entre el marrón y el negro. Además, se elabora sin tecnologia, de manera exclusivamente artesanal.

La elaboración de la cerveza se remonta hasta el tiempo de las sagas Nart, antiguas obras épicas. En esta obra compilada ya desde la era precristiana y escrita en los siglos 8 y 9 d.C., hay una leyenda sobre el descubrimiento de la cerveza.

Según la leyenda un jefe guerrero vio un pájaro en el bosque que comió lúpulo y cayó al suelo inmediatamente. El guerrero tomó el lúpulo y le contó a su mujer, Shatana, lo que había ocurrido. Ella lo mezcló con malta, haciendo así la primera cerveza oseta.

Los osetas suelen beber cerveza alrededor de una mesa. El hombre más mayor bendice la copa, toma un sorbo y se lo pasa al más joven, que también bebe un poquito. Entonces la copa se pasa al resto de las personas. Hace tiempo los hombres podían sentarse en la mesa y las mujeres llevaban la comida. 

Ingredientes
  • 5 kg de malta (malta tostada)
  • 10 litros de agua
  • 50 gr. lúpulo
  • 100 gr. levadura
  • 100 gr. azúcar
Preparación
  1. Dorar la malta y cubrirla con agua caliente. Los osetios utilizan agua de manantiales de las montañas cercanas.
  2. Colocar la malta en un recipiente de mimbre para drenarlo. El mosto que quede volver a colocarlo en el recipiente.
  3. Cocer la mezcla durante 1-1.5 horas. Añadir el lúpulo y cocer durante una hora más.
  4. A una pequeña cantidad de la mezcla añadir la levadura, que ha sido rehidratada, y el azúcar.
  5. Cuando la mezcla está lista colar y colocar en un recipiente de vidrio. Este tiene que dejarse en un lugar freso y seco.

Cerveza Sin Alcohol, el secreto está en el frío

En el mundo de la cerveza sin contenido etílico es importante distinguir entre dos categorías: la Sin y la 0,0. La primera agrupa a todas las cervezas con una cantidad de alcohol en volumen por debajo del 1%, mientras que la 0,0 debe garantizar que su contenido de alcohol está por debajo del 0,04%, prácticamente nada.

La distinción entre estos dos tipos de modalidades es fundamental a la hora de entender cómo se consigue hacer de la cerveza una bebida sin alcohol. 

  • Hacer una cerveza Con para después quitarle el alcohol: esta técnica se utiliza para la San Miguel 0,0. Históricamente se utilizaba la evaporación para lograr eliminar el alcohol. Ahora, usan otro tipo de métodos como la destilación, la centrifugación o la diálisis.
  • No dejar que se genere el alcohol: Consiste en un proceso de fermentación controlada donde jugando con el tiempo y la temperatura se consigue generar el mínimo de alcohol. Como hemos explicado antes, menos del 1% de alcohol en volumen.

Pero antes de decantarse por un método u otro, el proceso de elaboración de la cerveza sigue los mismos pasos:

  1. Recepción de la materia prima: reciben el lúpulo, que se almacena en frío, y los diferentes tipos de cebada malteada ("cebada que, una vez cosechada, se remoja para que el grano germine y esa germinación se corta con un tostado en las malterías, que son españolas"). En el proceso de malteado pueden conseguir hasta 15 tipos de malta, aunque la más usada es la pilsen. Tanto para hacer cerveza Sin como para 0,0 utilizan varios tipos. El grano se almacena en grandes recipientes cilíndricos cerrados, llamados silos, que conectan el camión con el molino. "Prácticamente, los ingredientes no ven la luz hasta que el consumidor abre la cerveza", asegura el directivo.
  2. El molino: el cereal, la malta de cebada, se muele hasta convertirse en harina.
  3. Cocción: la harina de malta de cebada pasa a taques de agua y comienza el proceso de extracción de azúcares y nutrientes para generar un mosto. Para realizar una cerveza con contenido etílico se fermenta este mosto, pero para fabricar la Sin se controla la fermentación. La clave está en lograr que la bebida produzca el máximo de aromas y carbónico posibles sin producir alcohol. Para ello, acortan el tiempo de cocción y reducen la temperatura para generar los menos azúcares posibles. El resultado se filtra y pasa a ebullición.
  4. Ebullición: en las calderas de ebullición se añade el lúpulo, que hay más de 90 variedades, aunque para las Sin utilizan algunos, que son los que les otorgan sus aromas característicos. Aquí es cuando se genera el mosto, que es básicamente agua y azúcares provenientes de esos cereales. El mosto se enfría antes de fermentar. El lúpulo, el agua y la malta son los tres ingredientes principales de la cerveza. Después, aparece la levadura.
  5. Fermentación: en unos tanques de gran tamaño se le añade la levadura a los azúcares, pero en el caso de la Sin en menor cantidad. La mezcla de la levadura y los azúcares genera la espuma para la cerveza, y también el alcohol. Además, de controlar la cantidad de levadura y de azúcares para generar el mínimo alcohol posible, "el secreto está en controlar la fermentación con frío". Para ello, estos depósitos tienen un agente enfriante en la pared que consigue bajar el calor que genera la levadura (el secreto industrial son los grados exactos de la fermentación). Una vez que la levadura ha hecho su trabajo, se purga, y el producto pasa al filtrado. En el caso de que queda algo más vas a la desalcolización y ya hacen la 0,0. Cada receta de cerveza tiene sus tiempos, sus temperaturas y sus tipos levaduras. Después, se filtra para que la cerveza quede brillante y se envasa

https://www.libremercado.com/2018-07-22/el-secreto-esta-en-el-frio-asi-se-hace-la-cerveza-sin-alcohol-1276600448/

La cerveza chilena que se hace a base de un ingrediente único: agua de neblina

La cervecería Atrapaniebla reconstruyeron un antiguo artilugio utilizado por pescadores artesanales que recolecta gotas de agua presentes en la niebla

Innovación y sostenibilidad. Estos son los dos conceptos que los hermanos Miguel (38) y Marco (35) Carcuro, agrónomos de la Universidad de La Serena, incorporaron al momento de proponerse crear la única cerveza artesanal del mundo fabricada con agua extraída de la camanchaca, más conocida como “niebla del desierto”.

Según reza una nota del diario regional El Observatodo, este emprendimiento familiar nacido en la Región de Coquimbo (a unos 460 kms al norte de Santiago), ha sido distinguido en varias ocasiones tanto a nivel nacional como internacional y ha ganado terreno en el mercado cervecero nacional, ingresando como producto estrella en bares y restaurantes, así como también en las góndolas de las grandes cadenas de supermercados.

Miguel y Marco se plantearon competir con las mejores cervecerías del sur del país, aun cuando en la desértica región de Coquimbo no tuvieran la posibilidad de acceder de manera sencilla a agua con la suficiente pureza para la fabricación de esta popular bebida.

Para lograrlo, ambos hermanos construyeron y montaron atrapanieblas en el sector de Peña Blanca, en la Reserva Ecológica Cerro Grande, a través de los cuales capturan y obtienen el agua de la camanchaca. Ambos hermanos conocían este dispositivo desde niños, pues los habían visto en la playa donde solían vacacionar y eran utilizados por pescadores artesanales para recolectar agua potable.

“La evaporación que se genera en el Océano Pacífico se convierte en nubes, éstas suben y cuando chocan con los cordones montañosos se genera un oasis de niebla, lo que nos permite capturarla y recolectar su agua”, señala Marco.

En la Resera Ecológica Cerro Grande, el agua de niebla se cosecha y utiliza para regar la misma reserva, además de entregar agua para los animales, hacer la cerveza de los hermanos Carcuro y agua para consumo humano.

En el lugar hay 29 atrapanieblas en 250 metros cuadrados de malla cosechadora de niebla, convirtiéndose en uno de los oasis de niebla más importantes de Chile y la región. De esa manera, se han recuperado 2 millones de litros de agua.

Quienes respaldan este proyecto dicen que los atrapanieblas son baratos y sostenibles. Pilar Cereceda, geógrafa y profesora de la Universidad Católica de Chile, dice que espera que dentro de una década Chile tenga suficientes atrapanieblas como para suplir la demanda de toda la región de Atacama.

“Sueño con el día en que los atrapanieblas puedan competir con las plantas desalinizadoras, que no son amigables con el medio ambiente”.

Cereceda señaló además que el impacto ambiental es mínimo, ya que los postes de metal pueden esconderse discretamente en medio de la vegetación. Y como el agua se transporta hacia la base de las colinas por la fuerza de gravedad, no hay costos adicionales de transporte.

Y es que un atrapaniebla de tamaño promedio (40 m2) cuesta entre 860 mil y un millón 300 mil pesos (entre US$1.000 y US$1.500), dependiendo del material.

La idea ya ha sido exportada a otras regiones áridas en Perú y México. La extensión más grande con atrapanieblas está en Tojquia, Guatemala. Allí hay 60 que atrapan 4.000 litros de agua por día.

https://www.infobae.com/america/america-latina/2023/11/30/la-cerveza-chilena-que-se-hace-a-base-de-un-ingrediente-unico-agua-de-neblina

Redescubriendo el Carmenère chileno

En menos de 25 años, el Carmenère de Chile ha experimentado una transformación radical. Desde su impactante descubrimiento en 1994, la uva Carmenère ha experimentado una adolescencia desafiante que incluyó cambios de sentido en estilo y producción. En los últimos años, el Carmenère chileno ha florecido a medida que los enólogos han logrado dominar esta variedad única que merece atención.

Criar a un huérfano llamado Carmenère

Carmenère desapareció de su Burdeos natal tras el brote de filoxera a mediados del siglo XIX. Se consideró prácticamente extinto hasta la fatídica visita a Chile del ampelógrafo francés Jean-Michel Boursiquot en noviembre de 1994.

Mientras caminaba entre viñedos en Maipo, notó un pequeño detalle en unas cepas de Merlot . Un estambre retorcido, para ser precisos. Reveló que estas vides eran, en realidad, la variedad Carmenère desaparecida hace mucho tiempo.

Ese viñedo no era único. La variedad había sido plantada sin querer en todas las regiones vitivinícolas de Chile durante casi 150 años. El Carmenère había llegado a Chile en la década de 1850 junto con un cargamento de otras variedades procedentes de Burdeos. Se había plantado en todo el país como "Merlot".

Con el descubrimiento de Boursiquot, Chile se convirtió de repente en el corazón de una variedad que nadie había vinificado conscientemente durante más de 100 años.

La revelación no fue una sorpresa para muchos de los enólogos de Chile.

"Todos llamamos [a nuestro Merlot] 'Merlot Chileno ' porque todos sabíamos que algo era diferente en comparación con las vides de Merlot normales", dice el enólogo Sebastian Labbé. Elabora vino del mismo viñedo de Maipo donde Boursiquot hizo el descubrimiento en 1994, perteneciente a Viña Carmen y Santa Rita . “Después del descubrimiento, hubo un largo proceso de perfilamiento de todos los viñedos de Merlot que había en Chile en ese momento para ver si eran Merlot o, en realidad, Carmenère”.

Las bodegas de Santa Rita y Viña Carmen se apresuraron a cambiar el nombre de sus embotellamientos de Merlot a “Grand Vidure”, sinónimo de Carmenère utilizado en Burdeos en el siglo XIX. Sin embargo, pasó un tiempo hasta que la industria en general aceptó la nueva identidad de su “Merlot Chileno”.

“Queríamos exportar nuestro vino como Carmenère, pero al principio era casi imposible”, dice el enólogo Marco De Martino, cuya bodega familiar fue la primera en exportar el vino en 1996. “El gobierno no nos dejó exportarlo con Carmenère en la etiqueta porque la variedad aún no estaba reconocida legalmente en Chile... Así que tuvimos que usar etiquetas inteligentes, como ' Cuvée Carmenère', hasta que logramos defender con éxito el registro legal de la variedad".

Aunque algunas bodegas adoptaron la nueva variedad, muchas otras se mantuvieron en la negación. El Merlot era más lucrativo y atractivo internacionalmente que el Carmenère, anteriormente abandonado. Algunos simplemente continuaron embotellando su Carmenère como “Merlot” hasta principios de la década de 2000.

En 1997, sólo 815 acres de la variedad estaban registrados en el censo oficial. Ese número ha aumentado constantemente a 26,760 acres en la actualidad. A medida que el Malbec tomó su posición como la variedad distintiva de la vecina Argentina , el Carmenère comenzó a ser visto como el protegido adoptado de Chile. Pero a medida que crecía la presencia del Carmenère, los productores enfrentaron un desafío: ¿Qué es el Carmenère y cómo debe saber?

Si bien el Carmenère había sido rescatado en Chile, su verdadero viaje de descubrimiento estaba por comenzar.

Dolores de crecimiento

“Cuando empezamos a elaborar Carmenère, sabiendo que era Carmenère, no sabíamos cómo hacerlo”, dice el enólogo de Terranoble Marcelo García. En su finca en Maule , más de la mitad de sus presuntas cepas de Merlot resultaron ser Carmenère.

“Pero después de varios años de experimentación, empezamos a aprender cómo tratarlo en el viñedo”, afirma. "Solíamos regar nuestro Carmenère la misma cantidad que nuestro Merlot, por ejemplo, aproximadamente una vez por semana durante la temporada de crecimiento... Pero en realidad [aprendimos] que el Carmenère necesita mucha menos agua, no más de una vez al mes".

Este era un error común en aquellos primeros días. Esto dio lugar a vides demasiado vigorosas y a un carácter verde común en los vinos. Eso llevó a los enólogos a explorar soluciones extremas.

"Debido a que tenía todos estos sabores verdes, nos concentramos en cosechar muy tarde para tratar de forzar su madurez, y también arrancamos muchas hojas", dice Francisco Baettig, enólogo de Viña Errazuriz en Aconcagua. El resultado, algo común a principios de la década de 2000, fue una combinación de notas de jalapeño verde y un perfil de fruta madura y confitada.

No sólo los cambios en el riego y el manejo del viñedo fueron clave para la nueva identidad del Carmenère, sino que la madurez también es fundamental.

“Solíamos cosechar nuestro Carmenère en mayo, con un 15% ABV (alcohol por volumen), y aún así tendría esa nota vegetal cocida como las alcachofas”, dice Baettig. "Hoy, sin embargo, cosechamos al menos un mes antes y con un 13,5%, lo que nos da mucha más capacidad de envejecimiento y frescura con una nota especiada típica, pero sin verdor".

Los vinos de hoy son cada vez más equilibrados, frescos y fragantes. Esto se debe en parte a encontrar los sitios adecuados con suelos rocosos más pobres, en lugar de suelos arcillosos pesados ​​donde el Merlot es más adecuado.

Los Andes son uno de los mejores lugares para disfrutar del mejor Carmenère. Productores que incluyen a Santa Rita, Carmen, Undurraga , Errazuriz, De Martino , Tabali y Bouchon son entusiastas defensores de este nuevo estilo.

También se está logrando un mayor equilibrio a través de la elaboración del vino. “Hacemos una maceración en frío para sacar los aromas y colores sin extraer los taninos, porque queremos un final jugoso, pero aún con toda la intensidad del color y el aroma”, dice Felipe Müller, enólogo de Tabalí que elabora el Carmenère 'Micas' en Peumo.

Además de una extracción más suave, en los últimos años los productores han utilizado menos roble nuevo . Las interpretaciones modernas se centran en la expresión de frutas frescas y adoptan un estilo más vivo y picante.

Si bien puede haber sido confundido con Merlot durante muchos años, el Carmenère de Chile muestra más similitudes con el Cabernet Franc en estilo. Y a medida que Cab Franc emerge como la nueva favorita de las variedades bordelesas, tal vez finalmente haya llegado el momento del momento de sol del Carmenère.

Este estilo moderno de Carmenère no sólo está a la vanguardia, sino que también podría tener una ventaja con el clima cambiante .

“Carmenère es probablemente la variedad bordelesa que mejor sobrevive a la sequía”, afirma Christian Sepúlvida, enólogo de Bouchon Family Wines en Maule. "Por eso hemos estado usando más Carmenère en nuestra mejor mezcla de Burdeos, Mingre, a lo largo de los años".

¿Podría el cambio climático conducir a un renacimiento del Carmenère más allá de Chile? Hay potencial para ello. Los enólogos de Chile han sentado las bases para esta fortuita variedad de Burdeos, y ha allanado un nuevo y emocionante camino para el futuro.

https://www.wineenthusiast.com/basics/advanced-studies/rediscovering-chilean-carmenere/

Cuando la cerveza era una bebida para niños

Campaña de publicidad de las cervezas Damm de finales de los años 60: el sorteo de un viaje a Cabo Kennedy se ilustra con una familia sentada preparada para comer y sirviéndose cuatro vasos de cerveza. Sí, cuatro: los niños también tienen el suyo.

No se trata del único ejemplo publicitario en el que aparecen niños con vasos y botellas de cerveza: por ejemplo, esta campaña de Cruzcampo. Data de 1961, según nos explican desde Heineken España (propietaria de la marca) y en ella se ve a cuatro niños repartiéndose con alegría y buen humor una litrona. Porque mamá siempre lleva a casa Cruzcampo.

¿Y por qué siempre Cruzcampo? Pues porque es una bebida que ayuda "a tener un aspecto lozano". Y es para todos. PARA TODOS.

Hoy en día, estas imágenes de hace medio siglo resultan chocantes, pero tienen su explicación: “Estos anuncios empezaron en los 60 y en los 70 -comenta Fede Segarra, director de comunicación de Damm-, cuando la cerveza empieza a popularizarse en España" y entra en los hogares, coincidiendo con el mayor número de neveras.

De hecho, tanto la campaña de Cruzcampo como las de Damm se centran en su formato de litro: “Sobre todo, se quería potenciar la cerveza como bebida familiar”, añade Segarra, como se puede ver en este otro anuncio de las cervezas Águila, también propiedad del grupo Heineken.

Hasta mediados de los 90, era habitual que las escuelas visitaran las fábricas de cerveza. “La cerveza siempre ha tenido una relación muy próxima con el ciudadano -explica Segarra-, dado que en los años 50 casi cada gran ciudad tenía su propia fábrica. Tanto entonces como ahora, las cerveceras apoyaban actividades culturales y tenían y tienen muchos vínculos con la sociedad”.

España no fue ninguna excepción con este tipo de acciones publicitarias. De hecho, llegó tarde tanto al consumo de cerveza como a los anuncios con niños. La marca estadounidense Raineer se anunciaba en 1906 como una bebida beneficiosa tanto para jóvenes como para mayores. 

Y Blatz Beer recordaba en 1916 los valores nutritivos que la malta de la cerveza aporta a madres y bebés.

Desde Heineken España, se destaca que este tipo de campañas nacen en “una época en la que todavía existía desconocimiento sobre los efectos del alcohol y en especial de este sobre los menores”. Segarra, de Damm, añade que “no se le daba tanta importancia entonces como ahora. Había una relación más abierta”, que ha cambiado sobre todo “por la propia evolución de la sociedad, que es más ordenada y segura”.

Tanto desde Damm como desde Heineken recuerdan que llevan años promoviendo el consumo responsable a través de la asociación de fabricantes, Cerveceros de España, y mediante un código de autorregulación único en Europa cuando se suscribió, a mediados de los 90. Este código contempla no hacer publicidad con niños ni en horario infantil, entre otras medidas que incluyen no relacionar alcohol y motor. Es decir, todo lo que hacía mal este anuncio de los 60.

Si bien es posible que el niño se esté tomando el vaso de Damm DESPUÉS de la carrera.

En todo caso, la cerveza sigue siendo una bebida para todos. Para todos los mayores de 18 años, claro.

https://verne.elpais.com/verne/2014/10/13/articulo/1413177430_000145.html

Alcohol para niños

Copitas en las merendolas, "golosinas" con 15 grados y personajes infantiles que iban piripis: así era el loco mundo publicitario de Quina Santa Catalina, Kina San Clemente y otros vinos "medicinales".

“Déjale que pruebe”. "Por un poquito no pasa nada": “Dale pan mojado en vino, que es muy nutritivo”. Hace relativamente poco, estas frases se decían habitualmente en las casas españolas, y no referidas precisamente a los abuelos. En este país los niños también bebían. En pequeñas dosis y determinadas ocasiones, pero bebían. Hasta bien entrados los setenta, el alcohol no se vio como la amenaza para la salud que es, y la tolerancia hacia su administración a los infantes alcanzaba límites alucinantes para cualquier padre de la actualidad.

En aquel contexto surgieron anuncios de cerveza en los que se veía a críos compartiendo alegremente una litrona. Pero quizá el producto que con más saña centró su mercadotecnia en los menores fueron los llamados vinos quinados, muy populares en la España de los cincuenta y los sesenta. Este tipo de bebidas consideradas “medicinales” vivieron un boom a finales del siglo XIX en todo el mundo, y se fueron afianzando en España a lo largo del XX. Estaban enriquecidos con quina, potenciados con alcohol y dotados de supuestos efectos saludables. “Es medicina y es golosina”, decía el lema de Quina Santa Catalina. “Este excelente vino quinado es muy bueno para niños y mayores”, rezaba el de Kina San Clemente.

El vino Sansón se anunciaba con un niño apoyado en la botella, pero ninguna marca fue tan lejos como Kina San Clemente. Sus espots televisivos incitaban sin ningún tapujo a dar bebercio a los niños. Y a cualquier hora: uno sugiería que unos vasos de vino son el acompañamiento más natural para los bocatas de una merienda infantil. Quizá los juegos fueran más animados después de ciscarse unas copitas de un líquido con entre 13 y 15 grados de alcohol, pero la escena resulta hoy tan chocante como la de unos críos fumando o metiéndose farlopa.

Tras comprobar que no vendía como sus competidoras, la agencia de publicidad Canut&Bardina creó para ella el personaje de Kinito, un niño a todas luces alcoholizado que vestía diferentes atuendos -tuno, colegial, torero- y que gritaba con voz aflautada el lema “Da unas ganas de comerrrrrr…”.

“Kinito salió en televisión y Kina San Clemente arrasó en los mercados”, recuerda Enrique J. Fernández, por aquel entonces empleado de la agencia. “El muñeco se hizo tan popular que en una encuesta a los niños, patrocinada por la Feria del Juguete y su revista Feju, ganó por un amplio margen como personaje infantil más conocido”. El final de la carrera televisiva de Kinito llegó de la manera más surrealista: según cuenta Fernández, el Ministerio de Gobernación decidió aplicar al personaje la Ley de Peligrosidad Social. Pero el recuerdo de Kinito y de su merchandising, que también lo tuvo, permanece en todos los que vivieron aquella época dorada del pimplar en edad escolar.

Por extravagante que nos parezca, aquella publicidad no hacía más que reflejar la realidad de una época en la que se consideraba normal dar sorbitos de alcohol a los niños. “¿Quién de nosotros no ha probado un buche de cerveza cuando éramos unos enanos?”, pregunta el especialista en historia de la publicidad Sergio Rodríguez. “Nos lo daba nuestro padre o un tío para hacer una gracia en mitad de una celebración, y no pasaba nada. ¿Cuántos chavales de los sesenta o los setenta acabaron alcohólicos por la Kina San Clemente? Me temo que ninguno. En cambio, sin publicidad de alcohol hoy en día, mucha juventud bebe hasta desmayarse. Es la evolución de la sociedad. Aquellos anuncios eran perfectamente normales por aquel entonces, como los de coches, donde nadie se ponía cinturón de seguridad y no existía la sillita del niño”.

Que fuera “normal” no significa, en cualquier caso, que fuera bueno. El consumo de alcohol por parte de los niños siempre es perjudicial para el desarrollo de su sistema nervioso, aunque sea en pequeñas dosis. “Además, normalizarlo durante la infancia implica una mayor probabilidad de conductas abusivas durante la vida adulta”, explica la doctora Amalia Arce, pediatra y responsable de E-Salud de la Fundació Hospital de Nens de Barcelona. “Ahora tenemos muchos más conocimientos en la materia, y esos anuncios a día de hoy serían intolerables”.

Desde Bodegas Málaga Virgen, que hoy sigue produciendo Kina San Clemente, insisten en que los críos no eran los grandes consumidores de este vino. “Cogían, como mucho, alguna cucharita”, asegura Didier Bricout, gerente de la empresa. “El acto de compra lo hacía la madre, y la publicidad incluía la imagen de niños como reclamo”.

Las ventas de vino quinado han decrecido en España, pero Bricout asegura que la San Clemente se ha mantenido “bastante bien”, gracias entre otras cosas a un cambio de imagen hace cuatro años que relegó a Kinito a la contraetiqueta de las botellas. “Ahora se consume, sobre todo, a partir de los 45 o 50 años, y no siempre en grandes ciudades”.

El mítico lema “da unas ganas de comerrrrrr” se sigue usando, “porque es muy cierto, como pasa con todas las bebidas alcohólicas”, afirma Bricout. Y la leyenda de sus presuntos beneficios para los niños ha sido sustituida por otra más... adulta. “Dicen que este tipo de bebidas son viagrosas. No hay ningún estudio que lo demuestre, pero es cierto que el extracto de quinina es vasodilatador y te reactiva. Quizá por eso, la gente de cierta edad lo toma con bastante frecuencia. Es más, alguna residencia de mayores lo tiene en el menú habitual de todos los días”. ¿Alcohol para los ancianos? Dudo mucho que sea más aconsejable que para los niños, pero esa es otra batalla.

Documentación: Xavi Sorinas.
https://elpais.com/gastronomia/el-comidista/2015/11/11/articulo/1447239566_060305.html