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La cerveza en la Edad Media y el clero

Lejos de las fronteras de los reinos cristianos ibéricos, en el corazón de Europa, la Edad Media supuso un punto de inflexión en la historia para la evolución de la cerveza, llegando a ser una época dorada donde la producción de nuestra amada bebida comenzó a ser un negocio rentable. Quienes mejor parados salieron en un comienzo fueron los monjes de los monasterios donde se comenzó a elaborar cerveza, como en más de una ocasión he comentado en el blog anteriormente. Frente a los productores privados ajenos a los monasterios, los frailes gozaban de una situación privilegiada ya que estaban exentos de pagar impuestos en la mayoría de las ocasiones, aparte de que la Iglesia como institución mantenía enormes propiedades, principalmente en forma de terrenos, que le permitía disponer de materias primas para la fabricación de la cerveza en cantidades en las que nadie podía competir. Era la consecuencia de los vínculos entre nobleza (incluso realeza) y clero, donde los primeros querían comprar de alguna manera su entrada en el reino celestial de mano de regalos, donaciones y dádivas hacia la Iglesia. Esta situación de flagrante competencia desleal produjo una obvia diferenciación entre las cervezas producidas en abadías y conventos y las laicas, siendo las primeras más densas, sabrosas y de mejor calidad.
Curiosamente con una misma cosecha de cereales resultaba mucho más productivo fabricar cerveza que destinarla a la fabricación de harina y pan. Este hecho influyó notablemente en el éxito que tuvo la cerveza como bebida durante el medievo, aparte de que sin duda era una bebida placentera, que lograba también alimentar el estómago aparte del espíritu y los sentidos, por lo que era incluida como parte del refrigerio y avituallamiento de los peregrinos que pedían alojamiento y comida en los monasterios. Con estas premisas es fácil imaginar la enorme influencia que han ejercido los monasterios en la historia de la cerveza. Como muestra de ello en el año 817, en la ciudad de Aquisgrán se celebró un concilio por orden de la autoridad de la Iglesia, donde se llegó a la conclusión de que era necesario reglamentar la producción, venta y consumo de cerveza.
A lo largo de la Edad Media, fueron los monasterios quienes mantuvieron e hicieron evolucionar la tradición cervecera, dando origen con el tiempo a las conocidas como cervezas de abadía,  su principal legado que hoy mucho conocemos y seguimos disfrutando con infinidad de ejemplos, especialmente abundantes entre las cervezas belgas. Los monjes supieron mantener toda su sabiduría acumulada al respecto, en el más estricto secreto, consiguiendo preservar las recetas y los procesos aplicados durante la elaboración de su particular cerveza alcanzando notables avances, logrando mejorar tanto el aspecto de la cerveza como su sabor y aroma. Hemos de tener en cuenta que el sabor de la cerveza en la Edad Media no era ni mucho menos el que conocemos ahora, entre otros motivos debido al uso de diferentes cereales malteables. Aunque los principales cereales utilizados eran cebada y el trigo, como en la actualidad,  la avena y el centeno resultaban también muy frecuentes. Pero al margen del cereal, existía un ingrediente especial añadido a la malta, y que fue introducido por los monasterios, y que era el responsable en gran parte del sabor de la cerveza del medievo: el gruit (grutum en latín). Hay existencia de documentos oficiales que atestiguan su utilización ya en el año 999. El gruit ha sido un ingrediente envuelto en multitud de misterios durante largo tiempo, pero gracias a los documentos conservados de varias ciudades medievales, se tiene constancia de que se trataba en realidad de una mezcla de una media docena de plantas silvestres de zonas pantanosas, desecadas, molidas y mezcladas a su vez con resina de pino. El gruit hacía de conservante y aromatizante de la cerveza, y terminó siendo un ingrediente crucial en la elaboración de la cerveza medieval, llegando a generar toda una regulación respecto a la cantidad que se podía fabricar, el precio que debía tener y los impuestos asociados al producto. Algunas ciudades medievales obtuvieron un permiso especial mediante el cual podían comercializar el gruit abonando determinados impuestos al señor feudal de turno. La importancia de este ingrediente llegó a ser tal que los comerciantes de grut eran los hombres más ricos de la ciudad.
Los monjes continuaron refinando el proceso de elaboración prácticamente hasta la perfección, y dentro de esta constante evolución pasaron de utilizar gruit a otro ingrediente de origen vegetal que revolucionó la cerveza desde el momento de su introducción en la elaboración de la misma. Muchos ya sabréis que me estoy refiriendo al lúpulo. Su uso fue institucionalizado por parte del clero debido a su sabor y sus valiosas propiedades como conservante.  Su sabor amargo hacía a la cerveza más ligera e igualmente era útil para combatir levaduras silvestres, por lo que la cerveza se podía conservar mejor, incrementando las posibilidades de transporte y comercialización. Como muestra del cambio del gruit por el lúpulo, en el año 1.079, la abadesa Hildegarde de St. Ruprechtsberg menciona el poder antibacteriano del lúpulo y apunta que la cerveza aromatizada con lúpulo se conserva mejor que la que no lo utiliza. Su obra contiene la mención escrita más antigua que existe de la utilización del lúpulo en la elaboración de la cerveza.
Los señores feudales intentaron de algún modo frenar el uso del lúpulo, para no perder los ingresos derivados de los impuestos sobre el gruit, pero las ciudades hanséaticas del norte de Alemania, que empezaron a elaborar cerveza utilizando lúpulo, eran tan poderosas comercialmente, que se incluso comenzaron a exportar esta cerveza a territorios más al sur.  El éxito de la nueva cerveza, más ligera y más limpia, gracias al uso del lúpulo hizo que desapareciera la utilización del gruit. La consecuencia lógica de ello fue la paralela desaparición del impuesto aplicado sobre el gruit, lo que llevó a la aparición de un nuevo impuesto especial en la producción de la cerveza. Como podemos comprobar los monjes marcaban la pauta en el terreno de la producción cervecera, primero con la introducción del gruit y después del lúpulo. Su peso en materia de elaboración ha ido perdiendo relevancia por lógica con el paso del tiempo, pero aún hoy en día permanece parte de su influencia. Tal y como comentaba anteriormente su principal legado son las denominadas cervezas de abadía, y dentro de estas especialmente las trapenses. La tradición de las excelentes cervezas belgas que muchos conocemos, no sería la misma de no ser por estas cervezas denominadas trapistas (si usamos el extranjerismo) o trapenses, que son aquellas elaboradas en los monasterios cistercienses de la orden de la trapa bajo unas excepcionales normas de calidad, que aumentan su acumulado prestigio gracias al hecho de que sólo reciben esta denominación seis cervezas belgas y una holandesa, cumpliendo con una serie de principios necesarios para la obtención del sello de producto trapista. Afortunadamente hoy en día podemos seguir disfrutando de auténticas joyas como una Rochefort 10, o una Westmalle Tripel, o una Chimay Grand Reserve, o quizás una Orval, que esperemos que se sigan produciendo durante muchos años. Otros fabricantes de carácter laico, simplemente han comprado o repoducido o incluso mejorado las recetas de estas cervezas, dando lugar a algunas otras maravillas perpetuando las cervezas de abadía como un género (con sus variantes doble, triple, cuádruple) en sí mismo.
Como podemos comprobar, en todo momento la comunidad monástica ha tenido mucho que decir en el terreno de la elaboración cervecera y todos los que amamos la cerveza debemos mucho al trabajo de estos hombres que durante siglos han amado igualmente esta maravillosa bebida, haciendo posible que la cerveza haya ido alcanzando el status que mantiene hoy día. Salud!







Macerado Parti Gyle


Vamos a hablar de como obtener varios mostos de distintas densidades de un mismo macerado para hacer varias cervezas diferentes. Para ello vamos a obtener un primer mosto de alta densidad para hacer una cerveza fuerte y un segundo mosto de menor densidad para hacer una cerveza normal.
Hace siglos era posible hacer grandes maceradores de madera, pero no grandes calderas de hierro, así que el mosto era hervido por fases. Maceraban, sacaban un primer mosto y lo hervian. Como su densidad era mucho más alta hacían una cerveza fuerte con el. Luego repetían el proceso con el segundo y tercer mosto, obteniendo cervezas cada vez más ligeras. La cerveza hecha con el mosto más denso del primer lavado  era conocida como strong ale y la cerveza hecha con el mosto más flojo era conocida como small beer.
Clásicamente obtenían hasta tres mostos diferentes de un mismo macerado; los ingleses marcaban los mostos con “X”, a más “X” más fuerte era el mosto, o más próximo a la primera extracción. Los belgas lo hacían tres veces, la primera extracción era conocida como trippel o triple, la segunda la doble o dubbel, y la primera la normal. Pero nosotros solo vamos a hacer dos extracciones, porque la tercera, según dicen, queda muy desvirtuada y nosotros no buscamos rentabilidad, sino calidad.
Este método te va a resultar útil para elaborar una pequeña cantidad de cerveza fuerte a partir de un lote de tu cerveza habitual, pero vamos a ver como ajustar los cálculos con la cantidad de grano para poder hacerlo sin variar ese perfil de maltas de tu receta, que tanto te gusta. Como esa cerveza la has hecho muchas veces y te gusta, no vamos a tratarla como un subproducto de una elaboración destinada a hacer una strong ale, sino al contrario, la strong ale va a ser un plus de nuestra elaboración habitual.
Vamos a basarnos en esa premisa, en mantener el carácter y la calidad de tu cerveza habitual. Si quieres producir grandes cantidades de cerveza fuerte, o no te preocupa mucho el resultado de la cerveza más floja es mejor que hagas una elaboración solo para obtener la cerveza fuerte, o emplees el método Parti Gyle en su máxima expresión y hagas una autentica small beer.
Partimos de tu receta habitual, con su densidad origen habitual y su proporción de maltas habitual, ajustado al volumen de batch que manejes normalmente. Pero vamos a tener que ajustar algo esos cálculos, porque si retiras parte del mosto de la primera extracción, el resto de la cerveza quedaría demasiado floja, dando lugar a esa small beer de la que hablábamos antes. Lo que necesitamos es saber cuanto aumentar la cantidad de grano de nuestra receta habitual, para poder retirar gran parte de los azúcares en el primer mosto, y que el resto siga alcanzando la DO de nuestra cerveza de siempre.
Manos a la obra. Vamos a obtener una tercio del batch en forma de primer mosto y dos tercios en forma de receta habitual. Para los cálculos de ejemplo voy a usar mi receta habitual de Pale Ale, y voy a obtener un mosto fuerte para hacer una Imperial IPA. Y para hacer las cuentas vamos a trabajar con unidades de densidad.
Básicamente vamos a decidir la densidad deseada de cada una de las cervezas, calcular la cantidad bruta de azúcares contenida en ellas, sumarla y ver que densidad obtendríamos si sumáramos los dos mostos. Así sabremos que densidad tenemos que alcanzar y ajustaremos la cantidad de grano de nuestra receta a esa densidad.
Mi receta habitual de cerveza rubia Pale Ale cuenta con un 70% de malta pilsner y un 30% de malta pale, y una densidad origen de 1045. Supongamos una elaboración de 27 litros, pero puedes usar el volumen que tu quieras. Para los cálculos vamos a transformar la densidad 1045 (SG) a Unidades de Densidad (GU), que consiste en quedarte solo las últimas cifras: 1045 es 45, 1100 es 100… etc y vamos a suponer 2/3 partes del volumen de tu cerveza habitual. Eso son 18l.
Bien, una densidad de 45 en un lote de 18 litros da lugar a (45×18=810) 810 Unidades de Densidad. Como con el primer mosto voy a hacer una Imperial IPA, me gustaría que rondará los 7 grados, así que voy a suponer una DO de 1070. 9l a 1070 (70×9=630)  son 630 unidades de densidad. Si sumamos los dos valores, sabemos que necesitamos una cantidad total de 1440 GU. Así que necesitamos calcular el grano para poder obtener 1440 GU en 27 litros, lo que da lugar a una densidad de 53 (1440/27=53, DO 1053).
Ahora solo necesitas calcular la cantidad de grano necesario para alcanzar ese valor de densidad en 27 litros manteniendo el perfil de malta de tu receta habitual, y ya puedes ponerte manos a la obra. ¿ha sido fácil, no? y hemos controlado bastante el proceso.
Solo necesitas saber que lo diluyas como lo diluyas al grano que uses se le puede sacar una cantidad X de azúcares, y la densidad origen variará en función de cuanta agua uses en ese proceso de extracción. Lo diluyas como lo diluyas el perfil de la malta será el mismo y la cantidad bruta de fermentables será la misma. Eso te permite jugar con esos datos para hacer los ajustes que quieras y obtener la densidad y volumen que tu quieras.
Ya estoy viendo que hacer los cálculos a mano te ha parecido un coñazo. Y que estas pensando: ¿y no puedo hacerlo con mi programa de recetas?. Pues si, si que puedes… 
Haces lo siguiente: Coges tu receta habitual, con tu perfil de malta de siempre y la escalas al volumen que quieres y la densidad que quieras para tu cerveza fuerte, y haces lo mismo para tu cerveza regular. Así tienes dos volúmenes con dos densidades diferentes. El truco es el siguiente, vienes a esta calculadora online y usas la herramienta de sumar mostos para sumar esos dos mostos.


Te dará un único volumen y una única densidad. Con los valores del ejemplo, sumar 18 litros DO 1045 y 9 litros DO 1070 dan 27 litros de DO 1053. Así ya sabes como escalar la receta; en mi caso la ajusto con mi programa habitual (sin variar el perfil de la malta) para obtener un volumen de 27 litros con una DO de 1053. Así el programa me dice cuanto grano usar. Luego yo extraigo los primeros 9l del primer lavado con una DO de 1070, y el resto de los lavados los calculo para obtener otros 18l de DO 1045, y lo ajusto todo al rendimiento de mi equipo, un 77%. Y te ha costado dos minutos calcularlo.
Y tiene la ventaja sobre el Party Gile normal que controlas la densidad tanto del primer mosto como de el segundo, pudiendo hacer dos mostos con la configuración que tu quieras, no eligiendo el primero y siendo el segundo un subproducto.
Pero aún tenemos un problema. Necesitas saber cuanta agua usar en tu primer macerado para extraer un primer mosto de la densidad que tu quieres; no te preocupes: La densidad del primer mosto obtenido va a depender enteramente de la cantidad de malta y de agua que has usado; es decir, de la proporción de agua:malta del macerado. Así que la proporción de agua malta es lo que te va a permitir obtener un primer mosto de la densidad deseada.


Así que ya sabes cuanto grano tienes que meter en el macerador. Ya sabes que volumen tienes que extraer de tu primer mosto y sabes que densidad quieres que tenga. Con la tabla eliges la proporción de grano:agua que te va a dar ese valor de densidad. ¡Ya casi lo tienes todo! 
Un par de observaciones: La tabla muestra valores con un 100% de extracción, tienes que ajustar los valores teniendo en cuenta la extracción de tu equipo. Acuérdate también de añadir el agua que se queda retenida en el bagazo (aproximadamente un litro de agua por kilo de grano). Y ten en cuenta ceñirte a los números; si extraes más cantidad del primer mosto o con mayor densidad, la segunda cerveza se verá perjudicada.






Parti-Gyle

El parti-gyle es una de las tradiciones cerveceras más antiguas que se conocen, podemos decir que es una técnica de elaboración que consiste en instrumentar un único macerado de malta con una única carga de grano en el macerador, de tal manera que gracias a una oportuna gestión del mismo y manejando por separado los diferentes mostos extraídos, podamos elaborar diferentes cervezas de una vez.
Esto implica poner agua caliente en la malta, vaciar el macerador, darle un uso a ese mosto hirviéndolo por separado, y volver a poner agua caliente en el macerador para seguir aprovechando los azúcares que han quedado en la malta, dándole otro uso diferente a este segundo mosto, y repitiendo la operación tantas veces como sea conveniente. Usualmente, esto se hace aprovechando el primer mosto (más denso) para hacer una cerveza potente y el resto de mostos (o la suma de ellos), para otra (u otras) cervezas.

Gyle

Hay muchas palabras que fuera del círculo de cerveceros son difíciles de entender, algunas son incómodas de traducir y no se traducen. Otras, directamente, tienen una traducción muy difícil o imposible, por lo que se opta también por el hecho de no traducirse.
“Gyle” (\ˈgī(ə)l\) viene a significar, ni más ni menos, que “la cerveza que está en proceso de fermentación”, o más técnicamente “el mosto, una vez se ha puesto la levadura en él, y que está en proceso de fermentación para convertirse en cerveza”, es difícil de encontrar en diccionarios de inglés comunes, pero se puede acudir al Merriam-Webster . La palabra está relacionada con la francesa “guiller”, del mismo significado, y en algunos casos, la grafía de la palabra era “gael” o “guile”.
“Parti” es más fácil de asimilar, puesto que viene del latín partīre, en su acepción de “dividir”.
Se usó mucho entre en los siglos XIV y XIX, y ahora ya es más complicada de encontrar, puesto que se perdieron muchas costumbres y palabras cuando la cerveza dejó de ser algo exclusivo de elaboraciones tradicionales y de monasterios dando el salto a la industrialización de sus procesos. Así que de no ser porque define una técnica de elaboración muy antigua, probablemente la palabra en sí ya habría desaparecido del todo.
En muchos textos sobre el parti-gyle, se puede encontrar el verbo, “to barm”, que venía a significar “añadirle levadura a algo” (como sustantivo, era equivalente a kraeusen).

Parti-Gyle, históricamente hablando

Actualmente, lo usual es diseñar una cerveza partiendo de una receta en la que has previsto qué densidad vas a conseguir, extraer todos los azúcares posibles de dicha malta mediante un macerado simple, lavar la malta para arrastrar los azúcares residuales y potenciar tu rendimiento, y mezclar el mosto junto con el líquido del lavado para completar así la cantidad de mosto a hervir, y cumplir con tu objetivo de densidad. Suena lógico y fácil, sobre todo ahora que se dispone de un densímetro y de muchos conocimientos acerca de qué reacciones químicas suceden dentro del mosto.
Sin embargo, el proceso estándar de elaboración de cervezas hace siglos, no era éste, si no que por sistema, se ponía agua caliente en la malta molida, se sacaba el mosto tras el macerado y se le daba un uso concreto a dicho mosto. Luego, se volvía a poner agua caliente en la malta ya macerada para volverla a macerar (a menudo, añadiendo algo más de malta molina) y se volvía a sacar el mosto. Éste segundo mosto tendría una densidad menor, y se destinaría a elaborar una cerveza distinta. Se hacían más macerados, o se combinaban el primero y el segundo mosto, y se aprovechaba el tercero (o el resto) para hacer la famosa “small beer” (cerveza floja). Las posibilidades eran múltiples y dependía del sitio de elaboración y del maestro cervecero en cuestión. Es muy popular la historia de que en las casas donde se hacían cerveza, se aprovechaban los primeros mostos para elaborar las bebidas de los señores, y los criados se contentaban con los últimos.
Los primeros libros que ilustran las metodologías empleadas en la elaboración de cerveza de manera más o menos seria datan del siglo XVIII, y en ellos se encuentran muchos ejemplos del método comentado. Gracias al historiador Ron Pattinson (que tiene un blog interesantísimo ), que se ha encargado de investigar muchos de ellos, sabemos que esto era así. Y se percata del hecho de que lo realmente raro era elaborar una cerveza en la que se usaran todos los mostos mezclados para un único fin, y va más allá, la cerveza Porter (quien quiera conocer más detalles de la historia de la Porter puede leer este ameno post ), en un principio se denominaba “Entire”, ya que sí que se elaboraba “a partir de un macerado entero” (es decir, todos los mostos de un único macerado se recogían en la misma olla de hervido para crear un único lote con una densidad consistente), puesto que, gracias a la llegada del densímetro a finales de ese siglo, se empezaron a dar cuenta de cómo aumentar rendimientos y a manejar las densidades de una manera óptima.
Aun así, el parti-gyle no fue una tendencia en desuso, sino que se empezó a usar de una manera más sofisticada, al tener más control sobre los procesos. Las nuevas tecnologías como el densímetro (que ya lo habíamos dicho) y nuevas técnicas de malteado y macerado, hicieron que las fábricas cambiaran sus planteamientos de elaboración de cara al ahorro de costes y la búsqueda de la rentabilidad.
En las publicaciones del siglo XIX, lo normal es que hasta los cerveceros más pequeños tuvieran una cierta cantidad de cervezas en sus listas de precios… cualquier fábrica era capaz de venderte Stock Ales, diferentes Pale Ales, diferentes Milds, Table Ales y Stouts de diferentes potenciales, y esto se conseguía por medio de la elaboración parti-gyle, usualmente manejando entre tres y cuatro mostos de un mismo macerado, y sus diferentes combinaciones, no solo de mostos completos, sino de parte de ellos.
En el siglo XX, fueron los cerveceros escoceses los que más aplicaron esta técnica. Su costumbre era usar una misma receta básica y a partir de ahí, sacar diferentes mostos con diferentes potenciales de alcohol… las famosas 60/-, 70/-, 80/- y la Strong Ale. Para más detalles sobre la historia (fantasma) de las cervezas escocesas, se puede leer este otro post también muy ameno…
Pero el parti-gyle no se detenía en el macerado… los cerveceros, que ya controlaban las densidades del mosto a placer, podían coger una parte de la producción ya embarrilada y cebarla con azúcar para potenciar su nivel alcohólico. Y como podían, pues lo hacían para sacar versiones más potentes, controlando también el nivel de producción de acuerdo a la demanda de dichas cervezas.
El uso de esta técnica empezó a decaer en la década de 1960, pero no se ha extinguido, sobre todo en Inglaterra, donde sigue siendo una forma habitual (y práctica) para hacer diferentes cervezas a partir de una única carga de malta. Fuller’s, por ejemplo, sigue haciendo sus cervezas Chiswick, London Pride, Export London Pride, ESB, ESB Export, Golden Pride y Vintage Ale mediante esta técnica. O la fábrica Woodforde’s en Norwich elabora una Barleywine de 7% y una Golden Ale de 4,3% partiendo de una misma receta. También sigue siendo lo normal en algunas fábricas alemanas para elaborar Bocks con distinto potencial e incluso en Bélgica, variaciones de algunas cervezas trapenses.
De hecho, hay quien apunta que este es el origen de que las cervezas belgas trapenses se llamen Triples, Dobles y Singles, siendo la Triple elaborada con el primer mosto, la Doble con el segundo y la Single con el tercero. O en Inglaterra, las famosas X que aparecían en las etiquetas de las cervezas, siendo las XXX las del primer mosto, las XX las del segundo mosto y la X, la del tercero.

El planteamiento correcto

Para una fábrica comercial, es bastante ventajoso, ya que puede que ciertas cervezas tengan un mercado limitado con menos demanda, por lo que hacer un lote entero de una Imperial Stout o una Barley Wine usando el 100% de la capacidad del mosto de su macerador sea algo poco rentable. O que su equipo esté limitado para conseguir una densidad muy alta (y hervir mucho tiempo también sea poco rentable). Pero si el cervecero se plantea usar el parti-gyle y usar el primer mosto para hacer un lote pequeño con una densidad muy alta, puede hacer una operación rentable, usando el resto de material para un lote de una cerveza habitual con mayor cuota de mercado.
Esto es extrapolable a los jombrigüeres, sobre todo porque a algunos, elaborar 20, 30 o 50 litros de una cerveza con 10% de alcohol nos hacía mucha gracia al principio, pero cada vez la tendencia es moverse a cervezas de fácil consumo, así que puedes experimentar y hacer, el mismo día, unos pocos litros de una cerveza más exclusiva y usar el resto de mostos para conseguir otra receta más normalita. Además, te da el juego para usar dos cepas de levadura, lupulizar deferente (o no, y ver cómo afecta la densidad a un mismo planteamiento). Si elaboras 50 litros, a menos que en tu casa viva un equipo de futbol o tus amigos tengan más vicio que una garrota, elaborar un lote de esa cantidad de la misma variedad no siempre va a ser la mejor idea.
La flexibilidad de esta idea es infinita. Digamos que quieres hacer una Doble IPA con bastante alcohol, y sacas un primer mosto de tu macerador bastante subido de densidad. Nada te impide entonces añadir malta Chocolate o Cebada Tostada al macerador y usar los azúcares restantes en la malta para hacer una Dry Stout o una Brown Ale. Y si no añades las maltas tostadas, es posible elaborar una Ordinary Bitter, o añadirle azúcar al hervido del segundo mosto y convertir la cerveza en Pale Ale o IPA… el límite está en tu imaginación.
Pero no todo iba a ser fácil: vas a necesitar más equipo. Más fermentadores, y obviamente, al menos dos ollas para hacer hervidos distintos y sus correspondientes fuentes de calor. La clave para empezar en el parti-gyle pasa por invitar a otro compañero jombrigüer a tu casa, para que se traiga sus cacharros y elaborar de manera conjunta sin invertir en más equipo.
La experiencia de los jombrigüeres que han intentado esto no aconseja hacerlo con una sola olla, porque si tienes que esperar a hervir un mosto para luego hervir el otro, la jornada se hace interminable. Por otro lado, si lo que tienes pensado es guardar el mosto todo un día y una noche para hervirlo al día siguiente, la posibilidad de que en lugar de mosto tengas un líquido repugnante son muchísimas. Eso sí, si hierves a la vez, programa bien los tiempos para poder enfriar uno de los mostos cuando ya estés seguro de que el otro se encuentre a la temperatura correcta para “barmearlo”.

La teoría matemática

Según el material de consulta, a nadie les ha funcionado la teoría de densidades que todo el mundo maneja. Sin embargo, a pesar de eso, se necesita un punto por dónde empezar, y como estimación, resulta una guía útil, así que a no ser que encuentres una teoría diferente, es la única por dónde empezar a hacer números hasta que se haya comprobado en propia experiencia que es lo que sale en la práctica con los equipo que uno dispone.
Hazte a la idea de que la primera vez que hagas un parti-gyle, si atinas con las densidades, será por casualidad, y estate preparado para ajustar las densidades a la cantidad correcta si necesitas forzosamente entrar en un rango concreto, y prepárate para equilibrar los IBUs sobre la marcha. Conviene tratar las recetas como cervezas independientes a la hora de lupulizar y estimar el amargor.
Cuando nos planteamos hacer un lote parti-gyle, tenemos que pensar cómo vamos a dividir el mosto. Lo usual es dividir un mosto (el macerado + el lavado) en 1/3 + 2/3 o bien en 1/2 + 1/2.
Si dividimos el lote en 1/3 + 2/3, aproximadamente la mitad del extracto total va al primer tercio, mientras que la otra mitad del extracto iría a la parte más grande de 2/3.
Pongamos que queremos hacer 30 litros de cerveza con una densidad inicial de 1,060 para el lote completo, contando con que tenemos 1.800 Puntos de Densidad (30 litros x 60 del ‘factor denso’), así que vamos a estimar qué densidades conseguiremos dividiendo el mosto, usando la siguiente fórmula:
(1.800 Puntos de Densidad x 0,50) / 10 litros = 90(1.800 Puntos de Densidad x 0,50) / 20 litros = 45
Concluyendo que los primeros 10 litros (1/3 de los 30 litros) podrán tener una densidad aproximada de 1,090, mientras que los 2/3 restantes (los otros 20 litros), tendrán una densidad de alrededor de 1,045.
Los lotes divididos en 1/2 + 1/2 tendrán alrededor del 58% del extracto total en el primer mosto, y un 42% en el segundo. Usando el mismo ejemplo que antes (lote de 30 litros con una densidad inicial programada de 1,060 para el lote completo), podremos estimar que los primeros 15 litros tendrán una densidad de unos 1,070 y la otra mitad del mosto, unos 1,050. La explicación se ve muy clara en el siguiente cálculo:
(1.800 Puntos de Densidad x 0,58) / 15 litros = 69,6
(1.800 Puntos de Densidad x 0,42) / 15 litros = 50,4
 Como ya hemos dicho, no conviene fiarse al 100% de estos cálculos, puesto que estamos hablando de estimaciones (la realidad es que el equipo, la cantidad de malta usada y el ratio agua:malta entre otros factores suman una cantidad de variables infinitas imposibles de controlar).
Una buena idea para controlar los rendimientos de tu equipo es que cuando elabores la próxima vez sin hacer parti-gyle, midas las densidades separando los mostos (aunque luego los mezcles, como siempre, sólo haciendo una simulación) y te hagas una idea de cómo funciona. La experiencia dice que tendrás diferentes rendimientos si has planteado hacer una receta de densidad 1,050 o de 1,060 o de 1,070, así que es buena idea ‘tantear’ tu equipo para afinar más, más pronto.
Por supuesto, las elaboraciones Parti-Gyle permiten otras divisiones o planteamientos, por ejemplo, supongamos que vamos a coger el enfoque medieval de la elaboración de cervezas, donde conseguimos 3 mostos distintos, de igual volumen, macerando 3 veces la misma carga de malta. La estimación a seguir es la de que el lote del medio tendrá, más o menos, la misma densidad que la densidad programada para el lote completo. Para el primer mosto tendríamos que multiplicar dicha densidad por 1,5 y para el último, por 0,5.
Siguiendo con el ejemplo anterior, si hemos programado 30 litros a 1,060, los primeros 10 litros tendrán una densidad de 1,090 (60 x 1,5 = 90), los siguientes 10 litros la densidad programada, es decir, 1,060 y los últimos 10 tendrían 1,030 (60 x 0,5 = 30).
Y como digo, no tienes que quedarte ahí, puedes hacer muchas otras variaciones. Como por ejemplo, puedes mezclar partes del primer, segundo y tercer mosto para conseguir cualquier densidad que necesites. O puedes añadir extractos, azúcar o miel a los mostos más flojos para elevar su densidad y conseguir tres cervezas potentes (si eso es lo que realmente quieres). O puedes usar los dos primeros mostos para hacer una cerveza de densidad alta-media, y el último tercio del mosto para hacer una cerveza realmente ligera, o “aguachirri”… No se pueden cubrir todos los supuestos, pero el texto es suficientemente descriptivo como para abrir la mente del jombrigüer y que, manejando los Puntos de Densidad, puedas estimar qué mostos vas a conseguir.

Conclusión

Llegados a este punto podemos concretar que el Parti-Gyle era el método inherente de elaboración de cervezas antes de 1780, pero que con la llegada del densímetro y un mayor control de los procesos de elaboración, dicha técnica empezó a ser una herramienta secundaria, pero a la vez, un método para ajustar las densidades y poder cumplir con la planificación de las elaboraciones de las fábricas.
A nivel jombrigüer, es ideal para hacer varias cervezas en un solo día e ir afinando las recetas a un ritmo más alegre, ya que la experimentación con volúmenes de cerveza más pequeños es menos problemático.

Referencias
  • Ron Pattinson (Revista Zymurgy, Noviembre/Diciembre 2014)
  • Terry Foster (Brew Your Own)
  • Brad Smith (Brew Your Own)
  • Randy Mosher (Morebeer)





Cerveza: Ácido Láctico

El Acido Láctico ( C3H6O3 ) se utiliza para aumentar la acidez del mosto y así poder controlar el pH de éste.

Modo de empleo:

Ácido láctico 80% 1 Litro
Materiales:
  • Ácido láctico (pH: 1.8)
  • Tiras de pH o pH-metro
Procedimiento:
  • Medir la acidez de nuestro mosto con las tiras de pH o el pH-metro.
  • Añadir una PEQUEÑA cantidad de ácido láctico. 
  • Volver a medir el pH. 
  • Repetir hasta conseguir el pH adequado.

Advertencia: hacer pequeñas addiciones del producto, ja que una pequeña addicion puede variar bastante el pH.

 PRECAUCIÓN:
  • Provoca irritacion de la piel. Utilizar ropa y guantes adequados. En caso de contacto con la piel, retirar las ropas contaminadas y  lavar la piel  abundantemente con agua.
  • Puede producir lesiones graves en el globo ocular. NO utilizar lentillas durante su utilización. Utilizar gafas de seguridad. En caso de contacto con lo ojos, lavar abundantemente con agua (15min bajo el grifo con el ojo abierto) y  pedir ayuda sanitaria en cualquier caso.
  • En caso de ingestión, beber agua abundante, provocar el vomito y pedir atencion médica.





Cerveza: Como hacer una Cerveza Acida

Dado que este aprendizaje toma mucho tiempo, Mike Tonsmeire (The Mad Fermentationist), en su libro American Sour Beers recomienda comenzar la experimentación con una receta sencilla, en vez de intentar hacer algo complejo ya que puede agregar muchas variables al proceso que son difíciles de controlar si no se tiene experiencia.
Estas son las características de la cerveza con las cuales se recomienda iniciar esta experimentación con cervezas ácidas:
  • Menos de 6.5 grados de alcohol, pues alto porcentaje de alcohol hace el proceso de acidificación y acondicionamiento en botella más difícil.
  • Densidad inicial de entre 1.040 y 1.060 (10-15o P).
  • Menos de 20 IBUs, ya que mucho lúpulo puede inhibir los microbios que acidifican la cerveza.
  • En cuanto al color, menos de 25 SRM.
  • Un mínimo de lúpulos agregados al final del hervor.
La idea es preparar el mosto siguiendo las técnicas que uno utiliza, y luego agregar cualquier levadura de tipo saccharomyces junto con un microbio de laboratorio, ya sea de tipo brettanomyces, lactobacillus o pediococcus.
Si no se tiene acceso a este tipo de microbios, lo que se puede hacer es agregar el sedimento asentado en botellas de cervezas ácidas que han sido acondicionadas en la botella, pues cualquier cerveza en botella que haya sido pasteurizada no contendrá microbio alguno
Luego de dos semanas, se recomienda trasladar la cerveza al madurador o fermentador secundario, y agregar una taza y cuarto de trozos de madera por cada 20 litros de cerveza.
La cerveza debe acondicionarse por más de 6 meses a una temperatura de entre 60 y 75o F (16-24o C), y embotellar hasta que la densidad final esté estable y se haya alcanzado un sabor deseado.
Mientras que la cerveza está lista, se pueden hacer otros lotes, y experimentar conforme se adquiere experiencia en este campo. 

Precauciones

El uso de lactobacillus, pediococcus y brettanomyces puede contaminar otras cervezas “limpias” o no ácidas. Cuando se hacer cervezas ácidas se debe tener fermentadores y equipo de embotellado dedicados a estas cervezas y así evitar acidificar por error otras cervezas ya que estos microbios se pueden alojar en la superficie de estos instrumentos y son casi imposibles de remover. Durante la fermentación también se recomienda fermentar estas cervezas en un cuarto diferente a las cervezas limpias porque estos microbios pueden pasar a otros recipientes por el aire.

Receta para 20 litros
Esta fue la receta que diseñé para la primera cerveza ácida del sitio Cerveza Artesanal, a la cual le dieron el nombre de “Nelson”. Trabajo realizado por Luis Cuellar
  • Volumen del lote: 17.2 litros
  • Volumen del hervor: 20.1 litros
  • Duración del hervor: 1 hora
  • Eficiencia: 70%
  • Densidad Inicial: 1.052 sg
  • Densidad Final estimada: 1.011 sg
  • UBUs: 17.1 IBU
  • Alcohol estimado: 5.4%
  • SRM: 5.2 srm
Fermentables
Total granos: 5.000 kg

TipoCantidad%Color
Malta German PilsnerGrano3.000 kg60%2.0 srm
Malta Red WheatGrano1.000 kg20%2.3 srm
Malta MunichGrano1.000 kg20%7.0 srm
Macerado

TipoCantidadTemperatura del aguaTemperatura objetivo de maceraciónTiempo
ConversionInfusión14.2 litros77o C70o C40 min
Fin de maceradoTemperatura14.2 litros76o C76o C10 min
Lavado de cerealInfusión11.3 litros76o C76o C0 s
Lúpulos

Alfa ácidosCantidadUsoTiempoFormaIBU
Loral10.2%9.000 gHervor1.000 hrPellet11.0
Loral10.2%10.000 gHervor15.000 minPellet6.1

Levadura

TipoFormaCantidadEtapa
WLP590 – French SaisonAleLíquida2.70 tbspPrimario
WLP677 – Lactobacillus DelbrueckiiAleLíquida2.37 tbspPrimario
Sedimento de botella Alewerks Wild Ale 2017 *AleLíquidaA los 5 días de fermentación
Sedimento de botella Avery – Expletus (con brettanomycespediococcus y lactobacillus) *AleLíquidaA los 7 días de fermentación
* Estos son los sedimentos que he agregado hasta ahora a la cerveza. Hubiera sido mejor haberlos agregado junto con los otros microbios pero no tenía esas cervezas a la mano. Todavía quiero agregar una levadura brettanomyces o en su defecto un sedimento de cerveza con esa levadura, para darle caracter Brett, y así terminar de inocular más microbios para esperar su larga maduración. Si encuentro una cerveza Brett acondicionada en botella, me tocará cultivar esta levadura antes de agregarla al fermentador, ya que habrán muchos menos nutrientes para esta pequeña cantidad y tal vez no se reproduzca mucho.

A merced de los microbios

Luego de dos meses de acidificación y poca actividad evidente en la cerveza, los microbios de la cerveza comenzaron a formar una película de burbujas en su superficie, conocida como pellicle en inglés.
Con los dias, estas burbujas han seguido evolucionando, creciendo y encogiéndose, tal vez porque las más grandes estallan.
Esta película es el producto del trabajo de acidificación de los microbios, y puede tener diferentes apariencias, algunas son babosas, otras parecen polvo, y otras pueden ser similares a una capa de parafina.
Algunas especies de microbios pueden producir películas más grande que otros , pero la presencia o carencia de esta película no es un indicador del resultado final – bueno o malo – de la cerveza. Sin embargo, una película gruesa indica que hay más oxígeno presente en el espacio libre del fermentador.
Esta película es una medida de proteccion contra la bacteria acetobacter, que produce ácido acético , el mismo ácido del vinagre. Este ácido es mucho más fuerte que el ácido láctico y en grandes cantidades puede convertir una cerveza en vinagre, aunque en muy bajas proporciones puede complementar el sabor de la cerveza. Por ende, es importante almacenar la cerveza en un lugar donde casi no haya vibraciones que puedan afectar esta película, y así esta protección.
El único tipo de película preocupante es aquella que tenga colores diferentes a blanco o beige. Películas con colores vividos, en especial negro y verde, pueden ser signo de hongos u otra contaminación. Aunque cuando se agregan frutas o lúpulo durante la fermentación estos colores vivos pueden ser resultantes de haber agregado estos ingredientes.
Cabe anotar que los hongos necesitan de oxígeno para sobrevivir, por lo tanto es muy importante evitar que entre aire al fermentador, especialmente cuando se han agregado frutas al fermentador.

Un Mes Despues

Se traslado a “Nelson”, al madurador luego de casi un mes de haberla hecho, separándola así de levadura muerta y otros sedimentos resultantes de la fermentación. Aunque según el libro American Sour Beers, cuando se usan brettanomyces es hasta conveniente dejar la cerveza en el fermentador primario ya que parte de la levadura muerta sirve de nutrientes para estos microbios.
Su densidad actual es de 1.5 °P / 1.006 SG, así que la levadura ha atenuado bastante esta cerveza, y los lactobacillus y demás microbios obtenidos de las cervezas comerciales han seguido consumiendo otros azúcares en la cerveza. Esto fue corroborado probando una pequeña muestra, se siente seca pero ligeramente ácida. Esta cerveza está aún muy joven, y le falta bastantes semanas o meses de acidificación.
Se agreguo los trozos de madera que se habían tostado hace unas semanas al madurador, ya que la madera también contiene azúcar y otros componentes que sirven de alimento a los microbios durante la acidificación. De hecho a nivel comercial las cervezas sour son maduradas en barriles de madera, así que el uso de trozos de madera es un recurso utilizado principalmente por cerveceros caseros que no tienen accesso a estos barriles para impartir este sabor y nutrientes a la cerveza.
Para desinfectar de nuevo la madera, la volví a poner en el horno a 320°F por 15 minutos antes de agregarla al madurador.
Se viilara su sabor en los próximos meses, y si es el caso se la trasladara de nuevo a otro madurador para separarla de la madera si el sabor a madera se vuelve muy intenso.


Luego de 5 meses de acidificación

Luego de casi 5 meces de maduración, esta cerveza ha desarrollado aromas similares a vino chardonnay, aunque su acidez sigue muy moderada y su sabor es relativamente neutro.
Un cambio notorio es su densidad, la cual está en 1.001 sg, pero pese a esto la cerveza no se siente seca.
Otro cambio importante en esta cerveza es que la película o pellicle que se formó hace un par de meses en su superficie desapareció por completo.
Las levaduras usadas en esta cerveza fueron:


TipoFormaCantidadEtapa
WLP590 – French SaisonAleLíquida2.70 tbspPrimario
WLP677 – Lactobacillus DelbrueckiiAleLíquida2.37 tbspPrimario
Sedimento de botella Alewerks Wild Ale 2017 *AleLíquidaA los 5 días de fermentación
Sedimento de botella Avery – Expletus (con brettanomycespediococcus y lactobacillus) *AleLíquidaA los 7 días de fermentación

Dado que la densidad ha ido bajando con el tiempo asumo que los organismos que promueven su acidificación han estado trabajando, pero no veo que estén contribuyendo considerablemente en su sabor, ya que su carácter es más orientado a una Saison que a una cerveza ácida, lo que me está haciendo considerar en inocular más microbios.
Si su sabor no cambia mucho con el tiempo, esta cerveza de seguro va a servir para mezclarla con otras cervezas cuya acidez sea muy fuerte.











Balchéy Xtabentún

Balché es un bebida alcohólica muy común en las antiguas culturas indígenas del Sureste de México y Mesoamérica. Actualmente es empleada por los mayas de la península de Yucatán y es elaborada de la leguminosa del mismo nombre (Lonchocarpus violaceus), de la cual se obtiene un almíbar y agua, los cuales son fermentados para obtener el balché.
Balché es una clase de hidromiel, una bebida embriagante consumida por los antiguos mayas y por sus descendientes actuales. Esa gente elabora la bebida en un bebedero o canoa, la cual llenan de agua y almíbar, agregan pedazos de corteza y raíces de árbol de balché. La mezcla empieza a fermentar inmediatamente. Resulta ello en una bebida embriagadora que la gente bebe en sus rituales y cree que les da poderes mágicos.
La gente de Mesoamérica han mantenido el árbol de balché y su misteriosa bebida como sagrada. Puesto que la bebida tiene mucha importancia religiosa para el maya, los españoles prohibieron su consumo en un intento de convertirlos al cristianismo. La prohibición fue mantenida hasta que un maya de apellido Chi convenció a los españoles que el balché tenía importantes beneficios para la salud y que muchos mayas estaban muriéndose como resultado de la prohibición. Los españoles entonces levantaron la prohibición y los rituales del balché reiniciaron...
El lacandón... cree que los dioses les dieron los rituales del balché, y como los dioses fueron los primeros en emborracharse con la bebida ellos tiene el deber de imitarlos pasando por la misma experiencia. Los lacandones cantan rezos mientras preparan el balché... Primero, el bebedor ofrece su bebida a los dioses, luego la demás gente se hace partícipe en ello, por lo general hasta antes del amanecer. Los lacandones llaman al balché el "Señor del Balché" y lo identifican con Bohr o Bol, el dios de la borrachera. 
Nectar and Ambrosia: An Encyclopedia of Food in World Mythology, Tamra Andrews 2000, ISBN 1-57607-036-0
En el libro Wild Fermentation (2006. Ellix Katz.de Katz)​ se dice que "antiguas ceremonias mayas incluían una miel fermentada llamada "balché", la cual es empleada como enema con efecto emborrachador. Quizá debido a su modo de consumo no familiarizado los conquistadores vieron al demonio en el balché, de manera tal que "lo convirtieron en serpientes y gusanos que carcomían el alma de los mayas. Fue prohibido en nombre del cristianismo".




Se dice que Balchè fué creada gracias a una historia de amor entre una joven llamada Sak-Nicté (Flor Blanca) y un joven guerrero de su misma tribu.
Pero había un inconveniente ya que dada la belleza de esta joven cautivó a un cruel y viejo cacique. Los jóvenes temieron que el viejo los separara y huyeron a la selva del Mayab donde hallaron refugio.
Un día buscando alimento encontraron un panal de abejas del cual extrajeron rica miel y la depositaron en la corteza de un árbol llamado Balché; al anochecer cayó la lluvia y se mezcló con la rica miel dando lugar a una exquisita bebida.
El Cacique se dedicó a buscar a los jóvenes hasta que dió con ellos y al ver el fin muy cerca el joven guerrero le pidió que aceptara una gran comida a lo que el cacique accedió. Se preparó un gran festín y al finalizar éste le ofrecieron la dulce y rica bebida de miel. El cacique quedó extasiado con aquella bebida y decidió dejarlos libres con la condición de que le dieran la receta.
Desde entonces, la miel se utiliza mucho para la preparación de ese delicioso licorcillo fermentado que se comenzó a beber en los rituales.
El balché, era y es la bebida sagrada por excelencia de los mayas, la consumida en todas las ceremonias mayas.
Es probable que los dioses de los apicultores fueran también patronos del balché, ya que éste es miel fermentada con adición de corteza del árbol llamado balché
Pero sobre todo, el balché es un vino preparado con la corteza de un árbol del mismo nombre,
Para su preparación se pone a hervir la corteza del árbol para quitarle lo amargo, después se pone ha secar para posteriormente hervir con agua virgen, de cenote o de río no contaminado, para que la corteza "suelte" la esencia y el color, hay quien lo deja de dos a tres días para que fermente, algunos suelen agregarle miel (también hay quien le agrega azúcar o aguardiente). Tiene un color rosa pálido y un sabor dulce.
Se sirve en jicaritas y se distribuye entre todos los que participan en la ceremonia. Es importante remarcarlo, que solo se consume en las ceremonias, pues es sagrado.
El balché tenía dos usos básicos entre los mayas, Purificaba y Producía ciertos estados de conciencia.




Rivea corymbosa en floración
Otra bebida alcohólica semejante es el xtabentún, el cual se obtiene de la planta llamada "gloria de la mañana" '(Turbina corymbosa).
En la lengua maya la palabra xtabentún significa "lianas que crecen en la piedra". Se refiere a la Turbina corymbosa, una especie de ololiuqui cuya semilla contiene LSA, una amida con propiedades alucinógenas.
El xtabentún es un licor de origen maya, que se produce en el estado de Yucatán, a partir de miel de abejas alimentadas con la flor del xtabentún que tiene características organolépticas similares al anís.
El xtabentún, coaxihuitl, bado, ololiuqui (Rivea corymbosa, sin. Turbina corymbosa) es una enredadera grande y leñosa de la familia de las convolvuláceas.
Es nativa de América, donde crece desde el sur de México a Argentina.
Por el atractivo de sus grandes hojas cordiformes y sus flores blancas, en forma de campana, se cultiva como ornamental; en Cuba se aprovecha también la riqueza de su néctar para elaborar una miel clara y aromática.
Es de climas cálidos templados, por tanto es sensible a las heladas. En idioma maya yucateco, xtabentún significa "enredadera que crece en la piedra". La leyenda de Xtabay trata de esta flor.
Las semillas, redondas y de color café, contienen amida de ácido lisérgico, hidroxietilamida de ácido lisérgico y ergonovina. Fueron y son utilizadas por chinatecos, mixtecas, mazatecos y zapotecos en Oaxaca para ritos de adivinación, encontrar objetos y personas perdidas y diagnosticar enfermedades. Antiguamente se utilizaban también estas semillas en las ceremonias previas a los sacrificios humanos, ya que la ingestión de las semillas provoca una sensación de euforia, despersonalización y posteriormente sueño.
En 1941, Richard Evans Schultes identificó la taxonomía de la planta, y Albert Hofmann aisló y describió los componentes psicotrópicos de la misma en agosto de 1960.
En el segundo capítulo de su libro El río, exploraciones y descubrimientos en la selva amazónica, Wade Davis cuenta la importancia de este proceso científico: la planta, usada por los aztecas desde mucho antes de la llegada de los conquistadores, sólo se diferencia del LSD por el cambio de dos átomos de hidrógeno por dos grupos de etilos.


Xtabay o X'tabay, nombre maya de una mujer mitológica. La partícula x en idioma maya, en este caso, indica género femenino pues es apócope de ix, que significa mujer.
Se cuenta como producto del imaginario popular, que en un pueblo de la Península de Yucatán vivían dos mujeres. Una se llamaba Xtabay y le decían Xkeban (que significa prostituta, mujer mala o dada al amor ilícito) y a la otra le llamaban Utz-Colel, mujer buena, decente y limpia.
Decían que la Xkeban estaba enferma de pasión y que era su afán prodigar su cuerpo y belleza a cuanto hombre se lo solicitaba. Utz-Colel decíase virtuosa y honesta, jamás había cometido desliz ni pecado amoroso alguno.
Xkeban era de buen corazón y bondadosamente socorría a los humildes a los desamparados, a los enfermos y a los animales que abandonaban por ser inútiles, despojándose de las joyas y finas vestiduras que le regalaban sus enamorados. No era altiva ni hablaba mal de la gente, humildemente soportaba los insultos y humillaciones.
Utz-Colel, por su parte, era fría, orgullosa, dura de corazón y le repugnaban los pobres.
Un día la gente no vio salir más a Xtabay. Pasaron los días y por todo el pueblo se comenzó a esparcir un fino y delicado perfume de flores. Al buscar de dónde venía, llegaron a la casa de Xtabay a quien encontraron muerta.
Utz-Colel dijo que era mentira, que de un cuerpo vil y corrupto no podía salir sino podredumbre y pestilencia, que aquello debía ser cosa de los espíritus malignos trantando así de continuar provocando a los hombres. Agregó que, si de aquella mala mujer provenía ese perfume, cuando ella muriera habría entonces un increíble aroma.
Unos pocos enterraron a Xtabay, más por lástima y obligación que por gusto. Al día siguiente, su tumba estaba cubierta por flores hermosas y de delicado perfume.
Cuando murió Utz-Colel todo el pueblo acudió a su entierro. Para asombro del pueblo, su tumba no exhalaba un fino perfume, sino que aún cubierta de tierra despedía un hedor intolerable.
La flor que nació de la tumba de Xtabay se llamó Xtabentún, una humilde y bella flor silvestre que crece en cercas y caminos. Su néctar embriaga dulcemente, como debió ser el embriagador amor de Xtabay.
Por su parte Utz-Colel se convirtió después de muerta en la flor de Tzacam, que es un cactus erizado de espinas del que brota una flor, hermosa pero sin perfume alguno, antes bien, huele en forma desagradable y al tocarla es fácil punzarse.
Convertida Utz-Colel en la flor del Tzacam comenzó a reflexionar, envidiando lo sucedido a Xtabay, y llegó a la errónea conclusión de que seguramente porque sus pecados habían sido de amor, le ocurrió todo lo bueno que le ocurrió después de muerta. Y entonces pensó en imitarla entregándose también al amor. Sin darse cuenta de que si las cosas habían sucedido así, fue por la bondad del corazón de Xtabay, quien se entregaba al amor por un impulso generoso y natural.
Así pues con la ayuda de malos espíritus, Utz-Colel consiguió la gracia de regresar al mundo cada vez que lo quisiera, convertida nuevamente en mujer, para enamorar a los hombres, pero con amor nefasto porque la dureza de su corazón no le permitía otro.
"Pues bien, sepan los que quieran saberlo, que ella es ahora la mala Xtabay la que surge del Tzacam, la flor del cactus punzador y rígido, y cuando ve pasar a un hombre vuelve a la vida y lo aguarda bajo las ceibas peinando su larga cabellera con un trozo de Tzacam erizado de púas. Sigue a los hombres hasta que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin los asesina en el frenesí de un amor infernal."





Fermentación espontánea. El lado salvaje de la cerveza

Las cervezas de fermentación espontánea tienen cada vez más popularidad. Es posible que a veces haya un deje de esnobismo en quienes dicen ser adeptos incondicionales de estos estilos puesto que no es fácil que estas cervezas gusten las primeras veces. Lo normal es que se requiera un paladar algo entrenado para apreciar y disfrutar al máximo de ellas, por eso si dices que te gustan las lámbicas, de alguna manera estás dejando claro que no eres un novato en esto.
Es difícil encontrar a un niño a quien no le guste el dulce. Por el contrario, cuando probamos por primera vez una cerveza y lo más normal es que nos provocase rechazo debido al amargor del alcohol y del lúpulo. El organismo es sabio y esa es la explicación de por qué lo dulce atrae: por su valor nutritivo. La glucosa es un hidrato de carbono, una de las principales fuentes de energía para el organismo humano. Por otro lado, muchas sustancias venenosas que hay en la naturaleza son amargas o ácidas y eso explica por qué los sabores ácidos o amargos por lo general producen rechazo: es uno de los trucos que la naturaleza usa para protegernos. Pero poco a poco vamos madurando y descubriendo miles de sabores y aromas en los alimentos y diferentes sensaciones al mezclar unos sabores con otros. Y así nuestro paladar va descubriendo que lo que antes nos disgustaba parece que no está tan mal. Y nos damos cuenta de que a veces nos apetece degustar cosas ciertamente amargas o ácidas, como las aceitunas, las alcachofas, las endibias, los tomates, el pomelo, una imperial IPA… O una lámbica sin mezclar.
El origen de las cervezas de fermentación espontánea está en Bélgica, concretamente en la región de Flandes, de donde proceden los estilos paradigmáticos de este tipo de cervezas como las lámbicas o las gueuze. En realidad, prácticamente todas las cervezas eran de fermentación espontánea en mayor o menor medida hasta 1857, año en que Pasteur descubrió la levadura (aunque parezca mentira el control de la fermentación es un asunto relativamente reciente). ¿Pero cómo se elaboran estas cervezas? En realidad no existe una sola manera de producirlas. La gran mayoría de las cervezas ácidas se elaboran de manera más o menos controlada, pero una excepción son las lámbicas tradicionales sin mezclar que tras la fase de hervido el mosto se trasiega a las famosas piscinas de enfriado donde son inoculadas de manera natural por las levaduras salvajes del ambiente durante la noche. A continuación se trasiega el mosto a barricas de roble o castaño donde comienza una fermentación que puede durar hasta tres años. Las gueuze son una mezcla de lámbicas jóvenes y viejas. Por cierto, en Bélgica se distinguen a los cerveceros productores de lámbicas de los mezcladores, que no elaboran sino que adquieren lámbicas de otros productores y las mezclan entre sí. En el caso de las fermentaciones algo más controladas, una roja flamenca por ejemplo, se puede someter a una fermentación estándar con levadura saccharomyces y después madurar en barricas de madera con levaduras salvajes y bacterias. En Rodenbach, sin embargo, usan una mezcla de levaduras con un 80% de ale y un 20% de una combinación levaduras salvajes y bacterias. Después la cerveza se trasiega a barricas para completar su maduración. Otro ejemplo son las ale estándar con algún tipo de levadura brett añadida en el embotellado, como el caso de Orval, que si se consume joven nos sabrá a trapense, mientras que si se espera un par de años percibiremos matices bastante más complejos. Como nota curiosa, este tipo de cervezas suele tener un perfil de lúpulo muy suave y en ocasiones se usan lúpulos viejos desecados que prácticamente no aportan aroma pero sí sabores más sofisticados.
Terroir es un galicismo que proviene del latin terra, es terruño en el español, y señala caracteristicas propias del lugar que se ven expresados en los productos locales en funcion del microclima particular; esta relacionado con la denominacion de origen.
Una explicación razonable para considerar especiales estas cervezas es que con estos estilos “por fin” podemos sacar a la luz el concepto de “terroir“, una de las grandes quimeras de los cerveceros. No es fácil justificar la idea de “terroir”  en las cervezas puesto que por lo general los ingredientes proceden de fuera de la zona donde se elaboran. A diferencia del vino, las materias primas suelen tener orígenes remotos, muchas veces en malterías o en campos de cultivo de lúpulo de otros países. Pero si dejamos fermentar nuestra cerveza al aire a disposición de las levaduras y bacterias de nuestro entorno, entonces sí estamos añadiendo un factor “local” al producto, el alma del “terruño”, la característica de nuestra tierra que pueden no repetirse en ningún otro lugar. Por otro lado, es un tipo de cervezas que da mucho juego a la hora de buscar maridajes. La acidez de estas cervezas ayuda a acentuar los sabores de los alimentos que se maridan con ellas. Al igual que con la sal, la acidez resalta intensamente el sabor de la alimentos. Pero el argumento de más peso por el que las cervezas salvajes despiertan tantas pasiones es quizás por su complejidad organoléptica y su variada escala de matices. Ningún otro estilo de cerveza es capaz de abarcar de un solo golpe una mezcla tan insólita de sabores ácidos, amargos, dulces, y terrosos con aromas frutales, a cuero, clavo y a cuadra.
Los responsables de esa riqueza de matices organolépticos son, cómo no, las levaduras. Los microorganismos más comunes en las cervezas de fermentación espontánea son las brettanomyces, las lactobacillus, las pediococcus y las acetobacterias. Curiosamente las dos últimos son las bacterias más comunes en las cervezas contaminadas. De hecho la bacteria lactobacillus brevis, una de las más habituales, es resistente al efecto antibiótico del lúpulo.
Pero como no todo en la vida es alegría, elaborar estas cervezas tiene su parte de sangre, sudor y lágrimas. Las fermentaciones pueden durar años con el consiguiente riesgo de que el producto final no tenga el equilibrio perfecto de acidez, amargor y notas afrutadas que buscamos, o que simplemente resulte un potingue imbebible y termine yéndose por el desagüe. Además nuestro control sobre el proceso de fermentación es mucho menor que en las cervezas convencionales. Otro aspecto negativo es que disponemos de un menor periodo de tiempo para su elaboración ya que la mayor parte de las cervezas lámbicas auténticas se elaboran solamente entre otoño y primavera debido a que muchas de las bacterias que terminan estropeando la cerveza están mucho más activas a partir de abril, mientras que las levaduras salvajes proliferan mucho mejor que las bacterias en los meses fríos. Esta serie de obstáculos hace que en ocasiones lleguen al mercado cervezas supuestamente lámbicas, sour ale, saison o gueuze cuando la intención inicial del cervecero era elaborar un estilo convencional que por desgracia acaba contaminándose; en lugar de desecharla el productor la etiqueta como cerveza de fermentación espontánea confiando en que pocos son capaces de distinguir entre una irish red ale contaminada con pediococos o una Flanders red ale. La mejor manera de identificar este tipo de trampas es ceñirse a las características del estilo. Y no olvidar que la acidez de las cervezas de fermentación espontánea va siempre acompañada de una serie de matices bastante más complejos que los que encontraríamos en una cerveza contaminada.

Levaduras Salvajes

Brettanomyces: es una levadura salvaje

  • Estilos comunes: brett ales, cervezas envejecidas en barrica, gose, bière de garde, lámbica, gueuze, Flanders ale, old ale…
  • Características organolépticas: notas a caballo, caproso, a cuero, fenólicos y un carácter ácido ligera o moderadamente afrutado. Una característica de esta levadura es que es una superviviente nata incluso en ambientes escasos de nutrientes, especialmente en la madera. La beta-glucosidasa es una enzima producida por la levadura brett que le permite reproducirse en presencia de un sacárido presente en la madera, la celobiosa. Esta enzima reduce la celobiosa y produce glucosa aportando así energía a las células de brett.


Lactobacillus: bacteria que produce ácido láctico y dióxido de carbono

  • Es el responsable de la famosa col fermentada alemana (sauerkraut) y también quien hace posible que obtengamos yogures cremosos a partir de la leche, con su acidez característica.
  • Estilos comunes: berliner weisse, Flanders ales, saison…
  • Características organolépticas: agrio, ácido, salar, acidez lámbica.

Pediococcus: bacteria que produce ácido láctico y diacetilo
  • Estilos comunes: lámbicas y gueuze…
  • Características organolépticas: ácido láctico unido a posibles notas de mantequilla o caramelo, tanto en aroma como en sabor.

Acetobacter o bacteria del vinagre: microorganismo que genera ácido acético
  • Una indicación de estas bacterias es la presencia de esos pequeños mosquitos de la fruta que a veces se encuentran en las bodegas; ellos son quienes transportan las acetobacterias.
  • Estilos comunes: lámbicas, Flanders red y cervezas envejecidas en barricas.
  • Características organolépticas: vinagre, pepinillos en vinagre, notas a disolvente.



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