La parte más tediosa del proceso de elaboración de cerveza es la extracción de los azúcares del grano, con las correspondientes fases de macerado, que te ofrece un montón de posibilidades de que la receta no salga como esperabas (el tiempo y la temperatura del macerado influye en el tipo de azúcar extraído, como ya expliqué en esta entrada, y si no tenemos cuidado y comprobamos antes de dar finalizado el proceso pueden quedarnos azúcares sin convertir, que no aportarán nada bueno a la cerveza), y la del lavado, que si no se realiza suficientemente a fondo, nos proporcionará mostos con una conversión efectiva de azúcares inferior al 70%.
Nos la podemos ahorrar utilizando extractos. Generalmente, un kilo de malta se puede substituir por algo menos de medio kilo de extracto de malta de las mismas características (variedad, color, grano, etc), obteniendo un mosto mucho más rico y fácil de fermentar, ya que cerca del 80% del contenido del extracto es azúcar (en el caso de los jarabes; el extracto en polvo carece del 20% de agua del jarabe, y es más del 90%). Podemos mezclarlo con agua caliente y añadir las cuotas necesarias de lúpulo para sabor, aroma y amargor, haciendo una cocción normal, con el siguiente enfriado y fermentado, y el producto no tiene por que ser demasiado diferente del obtenido partiendo del macerado de grano de malta.
Casi cualquier receta que pida una aportación de grano de alrededor de 5 a 7 kilos puede elaborarse partiendo de un sencillo kit de elaboración, añadiendo extracto sin lupulizar si la receta pidiese más de cinco quilos de maltas fermentables. Podemos añadir granos especiales a la cocción si deseamos variar la densidad o el cuerpo de la cerveza, la retención de espuma, el nivel alcohólico final, etc. El extracto de malta nos aportará el color y el sabor de la malta (en base a la receta del kit), pero al hervirlo eliminaremos los aromas y amargores del lúpulo incluido en el mosto de base original. Deberemos pues añadir las variedades de lúpulo que decidamos, en la proporción que más nos guste y en las fases correspondientes para darle ese toque personal a la receta, y después repetir el conocido proceso de fermentación, embotellado y acondicionado.
Ejemplo con un kit Munton’s Gol Imperial Stout
En una olla grande (16 litros) se echa 10 litros de agua, en los que se diluyen las dos latas del kit y una lata de 1,5 kg de extracto de malta pálida. Cuando llega a la ebullición se le añade una cantidad concreta de cebada tostada y copos de avena para acentuar un poco el carácter torrefacto y darle algo de sabor a galleta, y mejorar la retención de espuma, junto con la cantidad de lúpulos de amargor que haya elegido, generalmente una variedad inglesa (podemos usar la misma variedad en las tres fases). Los granos y el lúpulo se pueden incluir en bolsas de redecilla de algodón, de forma que no aporten sólidos al mosto.
Pasada media hora de ebullición se añade una cantidad concreta de lúpulo de sabor, y pasado un cuarto de hora más, el lúpulo para aroma. Una hora después de añadir el primer lúpulo se aparta la olla del fuego, se saca las bolsas de la cocción y se las escurre, como si fuesen bolsitas de te.
El siguiente paso es enfriar el mosto mientras lo se transfiere al fermentador usando un serpentín de acero inoxidable. Una vez en el fermentador se añade agua fría hasta alcanzar el volumen total a fermentar y se reserva una muestra para medir la gravedad inicial cuando alcance los 20 grados.
Cuando el contenido del fermentador está a unos 25°C se añade la levadura prehidratada y se espera a que acabe de fermentar.
De esta forma se obtiene una 'cerveza' dry stout de estilo irlandés, de espuma dorada y persistente, no demasiado carbonatada, de aromas suaves y achocolatados, con un punto de café y galleta en boca, la cantidad justa de amargor del lúpulo y un retrogusto a regaliz.
Esta es una receta que agrega otros componentes al kit de malta pero que bien pudo limitarse solo a ello, el lúpulo y la levadura dado que en este sentido no hay una restricción, el extracto solo evita todo el proceso de maceración y obtención del mosto.
Los extractos como los del kit que se menciona aquí suelen venir lupulizados y simplemente requieren ser ser mezclados en agua caliente y el agregado de levadura para comenzar la fermentación, sin otro proceso de por medio.
Quizás pueda definirse de manera diferenciada el proceso utilizando un extracto, si se limitas a seguir las instrucciones incluidas en el kit, se estaría fermentando, y no elaborando ya que solo se toma el extracto, se diluye, se le agrega lupuliza y luego se fermenta. Ahora, si se utiliza el extracto del kit como base para el mosto y se realiza una cocción completa con adjuntos y lúpulos, entonces se estaría elaborando.
Todo esto, muy posiblemente, no deje de ser casi una total herejía para el cervecero casero artesanal puesto que parte de la gracia -o la gracia completa- esta en el cierto grado de dificultad, comprensión y entendimiento del proceso general, la satisfacción final no pasa solo por beber el resultado del proceso sino que deviene de todos los pasos de su elaboración, ver y ser parte de todo ese proceso fascinante.
No es nuevo el uso de extractos, hoy están al alcance de cualquier persona por una suma accesible. Se utilizan en varias recetas generalmente como parte de los ingredientes, como en el caso que se ha expuesto aquí.
Quienes han comparados los resultados entre recetas a base puramente de extractos con las que utilizan exclusivamente granos, refieren que, a ciegas, no han conseguido averiguar cual es cual, pese a que son sutilmente diferentes.
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