Saliendo de Concepción se va notando poco a poco la diferencia en la geografía en la medida que uno avanza hacia el Este, y cuando se llega a Yumbel esa diferencia es patente, es el Valle del Bio Bio. Las lomas son más cadenciadas, más suaves, y ya no se ven monocultivos forestales en las cercanías. Se abre un valle que se pierde de vista, solo al fondo, hacía el Sur, se divisa el Cerro Parra, el resto son campos, fértiles campos entre los cuales se enclavan desde hace cientos de años las viñas del Cacique Maravilla, la Viña 33, ahora en manos de su descendiente Manuel Moraga Gutiérrez, hacedor de un exquisito vino País artesanal que lleva como nombre Pipeño, con todas sus letras.
Tenemos que reivindicar y destacar el origen de nuestros vinos, por eso mi vino se llama Pipeño, porque eso es lo que es, un vino producido de manera artesanal, como el pipeño antiguo, hecho en pipas. En un inicio sabía que darle ese nombre podría tener algún riesgo de que fuera confundido con los otros vinos que se han apropiado de la denominación pipeño, y que en realidad son vinos base que usan para hacer el trago terremoto, pero dista de lo que realmente son los pipeños, vinos del campo, vinos artesanales hecho de manera tradicional, afirma contundente Manuel Moraga.
Y su Pipeño ha tenido bastante éxito. Poco a poco se va haciendo conocido, llegando a algunas tiendas especializadas y siendo degustado en el extranjero. Manuel, junto a su esposa e hija, Paola Marini y Alejandra, viven en la Viña 33, a un par de kilómetros de Yumbel, donde hace más de 250 años están las viñas de País que plantaron sus antepasados, el más remoto el mismísimo Cacique Maravilla, así apodado por los nativos de la zona que le tenían en estima por ser un tipo afable, de buen trato y buena conversa.
De eso ha pasado mucho tiempo, pero ahí mismo siguen las añosas parras dando sus ricos frutos año a año, uvas que resultan en un vino País muy rico de beber, de un color y estructura sumamente atractiva, y que conociendo su origen se bebe con más gusto aún.
Pero llegar a este punto en que existe una producción de 40 mil botellas anuales no ha sido fácil. Todavía Manuel está lidiando con una serie de desafíos para poner en orden o más bien renovar lo que era la hermosa y ancestral bodega de la viña, pues con el terremoto de Febrero de 2010 se vino todo abajo, literalmente todo. De las ruinas muy poco rescató para armar una bodega de vinificación que funcionara, y poco a poco ha ido armando la versión pos terremoto de Viña 33. Ya está mejor parado, pero no sin dificultades ha podido seguir produciendo, mejorando la calidad del vino y dándolo a conocer en todo el país.
Es digno de destacar el trabajo que realizan Manuel, Paola y Alejandra y los pocos trabajadores de la viña 33, para seguir produciendo vinos artesanales de muy buena calidad. Poco a poco van haciendo planes para el futuro, ya se vislumbran mejores días, y así Manuel proyecta lo que será la nueva bodega, la cual mantendrá el aspecto rústico que tenía la que fue destruida en 2010. La nueva bodega tendrá una terraza para admirar el lindo paisaje campestre, hacer degustaciones y comer los platos criollos que prepararán, entre ellos, costillar, arrollado, prietas, empanadas, etc. Además exhibirá máquinas antiguas que rescató de la antigua bodega.
Mi visita comenzó con una larga conversación con Manuel y Paola, hasta llegar la noche, yendo de vez en cuando a la bodega a llenar el jarro para abastecernos de Pipeño Cacique Maravilla 2015 que todavía no había sido embotellado. Fresco, de un color rojo intenso y puro, muy bueno. Fueron varios jarros y mucha y amena charla.
Al otro día visitamos los añosos viñedos que cubren 15 hectáreas, casi todo de País y un poco de Cabernet Sauvignon y Cot plantado por Manuel hace algunos años, pero el grueso de Viña 33 son parras de uva País plantadas por sus antepasados y que siguen dando frutos de gran calidad.
Esto es lo que tenemos que valorar, estas parras antiguas, con mucha historia, que todavía mucha gente en el campo chileno sigue cuidando y cultivando, cosechando sus frutos y haciendo vinos puros, vinos artesanales, eso hay que cuidar y resaltar. Tenemos que valorar lo que es chileno, y que más chileno que el vino pipeño, el vino de uva País, la cual se encuentra solamente en Chile. Así como en Francia se valora y protege la D.O. Champagne, nosotros deberíamos valorar y proteger la D.O. País, haciéndola valer para que no se comience a distorsionar la producción, para que los viñateros que venden la uva reciban precios razonables, al igual que el vino que producen, cosa que la gente tenga medios de seguir haciendo lo que ha hecho durante toda su vida y no tenga que cambiar de cultivos o dejar sus tierras, afirma Manuel Moraga.
Añade que la vocación de una parte importante de Chile es ser un país vitivinícola y no forestal, sector que ha perjudicado miles de hectáreas en el país, y que en muchos casos ha destruido viñedos para plantar monocultivos forestales, dañando campos fértiles que al fin del ciclo estarán casi muertos.
Somos un país vitivinicola y no forestal. Estas empresas ejercen presión a los campesinos y en muchos casos plantan en tierras fértiles, ¿porqué no lo hacen en tierras ya degradadas? Hay que proteger estos campos, estas viñas ancestrales y también a los agricultores que son los reales protagonistas. A ellos hay que ayudarlos, asesorarlos, pero no cambiando su forma de hacer vino, sino facilitándoles prácticas que mejorarán su producción y así recibirán mejores precios por sus vinos, señala Moraga.
Conocer Viña 33 es una muy grata experiencia, así como beber sus vinos in situ y compartir con Manuel, Paola y Alejandra, gente afable con buen sentido del humor, en el bello entorno de los campos de Yumbel.
Además del vino Pipeño de uva País y un ensamblaje de País, Malbec y Cabernet Sauvignon, el descendiente del Cacique Maravilla produce ahora el Agua Loca, aguardiente de orujo de las uvas destilada de manera tradicional en un antiguo alambique de cobre. Los vinos y el aguardiente están a la venta en la Viña 33 y en La Vinoteca.
(Alejandro Tumayan / todovinos.cl)