Creada en 1851 por Karl Anwandter, de profesión farmacéutico, a un año de su arribo a Valdivia a bordo del Herrmann, encabezando el primer grupo escogido de inmigrantes alemanes que comenzó a llegar al país en respuesta a la política de inmigración elaborada por Vicente Pérez Rosales.
En 1855, la empresa familiar le permitía ya abastecer a sus compatriotas con cerveza en cajas de 12 botellas.
A la fecha de su creación había en el país sólo dos cervecerías de cierto nivel: la del Irlandés Andrés Blest, en Valparaíso, creada en 1825, que al pasar a manos de Joaquín Plagemann, En 1849, será modernizada y ampliada, y la del Argentino Vicente Moreno, que no lograra consolidarse.
La mayor parte de la cerveza que se consumía en el país era importada.
En 1862, al establecerse la primera línea de vapores entre los puertos de Corral y Valparaíso, la Cervecería Anwandter traspasará los límites regionales, lo que le permitirá, entre otras cosas establecer dos plantas embotelladoras en Santiago y Valparaíso.
Hacia mediados de 1870, la producción de la empresa Anwandter alcanzaba a 1.440.000 litros anuales, proporcionando empleo a 54 trabajadores.
Por esa fecha, el número de cervecerías que operaban en el país llegaba a más de 50, la mayoría de carácter artesanal. En Valdivia surgen las fábricas Roepke, Hafner y Eimbcke, bastante más pequeñas que la de Anwandter.
La calidad de la cerveza valdiviana le permite a Anwandter obtener en 1869 el Primer Premio en la Exposición de Agricultura de Santiago, y en 1875, el Primer Premio en la Exposición Internacional de Santiago.
En 1853, la Cervecería Anwandter se constituye en la “Sociedad Anwandter Hermanos”, lo que, al aumentar su capital, le permite entrar en una etapa de modernización y expansión de sus instalaciones. De 1886 datan ya los primeros edificios de cierta altura en las instalaciones de la Isla Teja.
Hacia esos años, la Cervecería Anwandter, en Valdivia, y la de Plagemann, en Valparaíso, son las más importantes del país.
En Julio de 1889 muere Carlos Anwandter y los hijos asumen la dirección de la empresa. Como resultado de su gestión, hacia 1898 la fábrica exhibía edificios e instalaciones nuevas donde ya trabajaban alrededor de 300 operarios con moderna maquinaria.
En 1894 la producción de la fábrica Anwandter alcanzaba a los 12.000.000 de litros al año, de los cuales el 60% era colocado en los mercados nacionales -el norte salitrero y la zona central- y un buen porcentaje del resto se exportaba.
En 1905 la empresa vuelve a cambiar de razón comercial y pasa a denominarse “Compañía Cervecera de Valdivia”, en momentos en que el mercado cervecero nacional comenzaba a adquirir una gran dinámica. De esa fecha data la fusión de la fábrica de cerveza y hielo de Augusto Gubler, la fábrica de botellas de Carlos Cousiño, de Lota, y la Fábrica Nacional de Cerveza de Limache, dando origen a la Compañía Cervecerías Unidas, CCU.
En 1912 gran parte de sus instalaciones son devastadas por un incendio.
Después de la reconstrucción de los edificios -que son los que aparecen en la mayoría de las fotografías tomadas de Valdivia- y a pesar de la pesada carga financiera que eso le significó a la empresa, esta producía (en 1914) ya más de 25.000.000 de litros anuales, para cuya elaboración requería cerca de 85.000 quintales métricos de cebada.
La fábrica de la Isla Teja contaba con tres cuerpos de edificios y con un equipamiento semejante al de las fábricas europeas de la época. Poseía 9 bodegas subterráneas que ocupaban un área de 5.000 m2 con capacidad para almacenar 6 millones de litros de cervezas. Tan solo la maltería ocupaba un edificio de 5 pisos.
Además de máquinas y calderos de vapor, la cervecería poseía 3 generadores para alimentar, entre otras cosas, un enorme frigorífico ubicado en el subsuelo, en cuyas ruinas (la actual zanja abierta) aún se pueden observar las dos técnicas de aislación utilizadas: el doble muro y los bloques de corcho prensado entre ladrillo y estuco. Contaba además con grandes silos metálicos para conservar la cebada y la malta -que disponían de un sistema automático de movimiento- y con un dispositivo neumático para transportar la malta, a lo largo de 800 mts., desde la maltería hasta los calderos de movimiento.
Igualmente, la industria disponía de un taller de mestranza, una tonelería y dos depósitos para embotellar hasta 5.000 litros diarios cada uno.
En 1916 la familia Anwandter accede a vender su empresa a la CCU, que logra mantener funcionando la fábrica hasta 1960, año en que el terremoto destruye gran parte de las instalaciones. Este hecho, sumado a la aguda depresión en que cayó la ciudad de Valdivia a partir de ese momento, probablemente obligó a la CCU a cerrar esta industria, orgullo para la ciudad y el país. Años después, la empresa donó los terrenos de su ex-cervecería a la Universidad Austral de Chile.