En ambos procesos hay un primer objetivo a cumplir que es el de conseguir un mosto azucarado partiendo de cebada malteada.
Hasta allí prácticamente no hay diferencias, quizás para el whisky optemos por alguna malta diastásica, pero no es obligatorio. Las temperaturas de maceracion tienden a ubicarse en los rangos inferiores en el whisky (63 a 65 grados), para lograr mayor fermentabilidad.
Luego de la maceracion, el mosto de cerveza pasa por un proceso de cocción, que se puede obviar en el caso del whisky.
Luego los procesos se vuelven a juntar en la fermentación, con el detalle del tipo o cepa de levadura utilizada. Para el whisky hay algunas cepas específicas que desarrollan mejores perfiles.
Finalmente, la etapa final es la que presenta las mayores diferencias.
El mosto fermentado en cerveza pasa a una instancia de maduración, clarificacion y luego gasificacion, mientras que el whisky requiere de un paso de destilación en alambique y añejamiento en barrica.
Estas etapas las podemos resolver en forma casera con una olla a presión y chips de roble en reemplazo de la barrica. Es decir, si hacemos cerveza estamos muy cerca de hacer también nuestro propio whisky
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