La mayoría de nosotros cuando vamos a cocinar o a compartir una receta con algún colega nos basamos en los parámetros y en las características cualitativas que marcan los manuales de estilos, tanto el BJCP como el BA.
Esto está muy bien a modo orientativo, o bien si la idea es participar en concursos que se basan en alguno de dichos manuales para la evaluación.
Sin embargo, también está bueno olvidarse por un tiempo de los manuales y elaborar recetas basadas en el producto final. Es decir, pensando en cómo me gustaría que salga mí cerveza, qué perfil de sabor y aroma quiero lograr, o que color y amargor me gustaría percibir, más allá de cuan parecida o no sea a un determinado estilo. En definitiva, sin necesidad de preocupamos por entrar sí o sí en los rangos especificados.
Poder decir “voy a elaborar una cerveza rubia, con buen cuerpo, algo lupulada y sabrosa”, sin importar si se trata de una APA, una IPA, una Golden, una Session o lo que sea. Quitar por un momento el “corset” que nos imponen (con buena intención) los manuales y basarnos en nuestro conocimiento y experiencia para dar con el objetivo particular del momento y nuestro gusto, que es en definitiva lo que realmente importa.
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