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El servicio de cervezas en Argentina, cristaleria tipica y envases

Balón o Copa Noruega
Altura: 12 cm.
Diámetro: 9 cm
Capacidad: 420 ml
Cada pais suele tener determinadas costumbres a la hora de servir, en este caso, la cerveza; su distribucion y venta en envases tiene nombres propios y caracteristias particulares que responden a uan historia particular, tambien y del mismo modo sucede con la forma en que se dispone el servicio de la cerveza tirada directa de los barriles, hay distintos vasos y formas de denominarlos.
Aqui, entonces, repasaremos algunas de las denominaciones basicas a las cuales se incorporan las que en los ultimos años han tenido presencia y aceptacion en el mercado gracias al crecimiento de la cerveza artesana y de la aparicion de micro-cervecerias.

En el caso de las tiradas tenemos:
  • Balón: Copa de forma redonda, también conocida como copa noruega en algunos lados. Su capacidad es de 420 ml.
  • Chopp: Muy común en bares antiguos y no tanto. Es el típico jarro alemán. Su capacidad en la mayoría de los casos es de 330cc.
  • Liso: Este vaso se caracteriza por ser fino y alto. Es más común encontrarlo en el interior del país y por sobre todo en la provincia de Santa Fe, donde hasta hay una fiesta al respecto. Su capacidad ronda los 250 a 255 cce. Está hecho para pedirse por lo menos 4.
  • Pinta: Esta medida fue introducida por los bares modernos. Es una medida inglesa y seria la que está siendo adoptada como standard en muchas partes del mundo y del pais. Su capacidad es de 568 cc aproximadamente (20 onzas liquidas imperiales).
  • Media Pinta: Como su nombre lo dice, es la mitad de capacidad que la anterior.
En el caso de las embotelladas:
  • Porrón: Típica botella de 330cc (en Buenos Aires). En el interior del país se le dice también comunmente a la botella de 3/4 o de litro.
  • 3/4: Se le dice así a todas las botellas que rondan los 660cc, 750cc y de litro. Originalmente las cervecerías industriales embotellaban 750cc. Pero ahora hay de litro, aunque algunos bares engañan con la chica de 660cc.





El Chuico O Damajuana: ¿Un Símbolo Nacional Al Borde De La Extinción?

Chuicos con artística cobertura de mimbre
y doble asa rodeando las boquillas de vidrio.
Se puede advertir que su aspecto no ha
variado mayormente desde las mismas
botijas con cesto que se utilizaban en
tiempos coloniales. Imagen publicada por una
edición de la revista "En Viaje" de 1961
(Santiago de Chile).
Chuicas y chuicos, enormes botellas de vino otrora forradas en mimbre, son un símbolo de la rica actividad vitivinícola nacional y de las costumbres más arraigadas en nuestros rotos y huasos. Alguna vez fueron de sagrada presencia en las fiestas de fin de año, precisamente en el tránsito de festejos en que nos encontramos por estos días.
Han estado en Chile desde los tiempos coloniales y, si no, desde la conquista. A falta de vidrio, se las hacía inicialmente de cerámica, pero forradas en una canasta de mimbre que les da su aspecto característico. La llegada de las tecnologías de fundido y soplado de botellas permitió hacerlas de vidrio como las originales europeas, aunque su función siempre permaneció en nuestro país ligada al almacenamiento de vinos y chichas, además de piscos y aguardientes.
El nombre genérico que da el folklore chileno a los grandes envases es chuico. Proviene del mapudungún chuyko, nombre que daban los indígenas mapuches a las tinajas pequeñas o botijas para bebida.
Los españoles, sin embargo, las denominaban damajuana, nombre tomado del que los franceses usaban para esta clase de botellas, en alusión a la Reina Juana, la Dame Jeanne. La historia mezclada con leyenda señala que, tras buscar refugio en una aldea de Grasse mientras iba de camino a Draguignan, en el siglo XIV, la reina fue a mirar a un artesano del poblado que hacía botellas sopladas. Ante su presencia, éste decidió inflar una de enormes proporciones, quizás para lucirse ante la soberana, y la bautizó en su honor como reine-Jeanne, forrándola en mimbre tejido para aumentar su resistencia. Sin embargo, la propia reina le pidió que fuera llamada mejor dame-Jeanne... Es decir, damajuana.
Ilustración de Guamán Poma de Ayala en su
"Nueva Crónica y Buen Gobierno", mostrando
hacia 1615, en plena Colonia, la existencia
de chuicas con tejido de mimbre entre los
indígenas encomenderos y mayordomos del Perú
al servicio de los conquistadores españoles.
Esta explicación sobre el origen del nombre de la damajuana desmiente un mito popular chileno, que vinculaba la denominación de estas botellas a una relación con la Primera Dama doña Juana Aguirre Luco, esposa del Presidente Pedro Aguirre Cerda, que asumiera en 1939. Por su nexo con la industria de la producción de vinos, Aguirre Cerda era llamado "Don Tinto", por lo que doña Juana pasó a ser la "Dama Juana", según esta historia. Sin duda que esta asociación de la Primera Dama con la damajuana fácilmente habrá existido durante el Gobierno del Frente Popular, pero, como hemos visto, esta picardía es de tiempos más recientes y no puede ser el origen del nombre de las botellas referidas.
Internacionalmente, se reconocen a las damajuanas como todas las botellas que superan el tamaño tradicional de las que se comercian en el mercado regular del menudeo. Preferentemente, son producidas en un característico vidrio verdoso, pues era el color en que se hacían antes las botellas para evitar que la luz ambiental afectara al contenido de la misma.
Sin embargo, la costumbre ha establecido algunas diferencias específicas entre estos tipos de botellas y las denominaciones que reciben, aunque con alguna tendencia a la confusión:
  • El botellón es la botella de más de 1 litro pero menos de los 5 litros de la garrafa. Comparado con chuicas y damajuanas, su irrupción en el comercio es más bien novedosa, todavía. Algunos le llaman impropiamente chuico en nuestros días. Esto es un error, pues la característica del chuico es el canasto de mimbre que la envuelve, y que en este caso no existe. Otros les llaman "garrafines".
  • La chuica (así, en género femenino) es la denominación que en Chile se le da de preferencia a la garrafa tradicional, forrada en una canasta de mimbre (o plástico, más modernamente), con uno o dos mangos que rodean el cuello del envase y cuyo contenido suele ser de 5 litros, no obstante que existen algunas garrafas de 3 litros y otras de más de 5. Algunos también llaman chuicos a estos envases, aunque es más común reconocerlas como chuicas.
  • Comúnmente, se llama chuico o damajuana a la botella o envase que supera los cinco litros. Como en los casos anteriores, se da por entendido que su contenido es vino, pipeño o chicha. Los 10 litros son el promedio de estos contenedores, aunque existen algunas antiguas de 7 y 8 litros, y otras de 12 o más. También se les llama garrafones.
  • Las botellas de 10 litros o más, curiosamente suelen ser llamadas en Chile como damajuanas a secas y muy rara vez chuicos. Sólo en algunas partes del campo se rompe esta regla. Por su peso, no llevaban el mango de mimbre que sí tienen chuicas y chuicos, pues requieren necesariamente de ambos brazos y mucha energía para ser manipuladas. Es muy raro encontrar ejemplares de este tipo, ya que su tamaño es una limitante para el transporte y la seguridad del producto, además de ser menos convenientes que las barricas de madera para el almacenamiento.
Una cantina de principios del siglo XX, en fotografía
de Harry Grant Olds perteneciente al archivo fotográfico
del Museo Histórico. Nótese la chuica o garrafa forrada
en mimbre colocada sobre la mesa de los dos rotos.
Los chuicos y las damajuanas fueron parte del paisaje comercial de la ciudad de Santiago y de otros rincones de Chile, por varios siglos. Además de los barriles y las tinajas de vino y chicha, las fondas y las chinganas capitalinas solían arrinconar cientos de litros de alcohol para los comensales en innumerables envases de este tipo, hasta bien avanzado el siglo XX aún.
Los cantineros tenían sus propios procedimientos y estilos para levantar con elegancia tan enormes botijas y apuntarle con precisión de joyero a las jarras o a los vasos de caña, como sucede todavía en algunos lugares de nuestro país. Al final de cada jornada, los rotos cuequeros se las echaban al hombro para beber directamente de la boquilla.
Violeta Parra popularizó una canción en ritmo de refalosa titulada "El Chuico y la Damajuana", que escribiera como poema su prodigioso hermano Nicanor. Decía su letra lo siguiente:
El chuico y la damajuana
después de mucho quejarse
para acabar con los chismes
deciden matrimoniarse.
 
Subieron a una carreta
tirada por bueyes verdes,
uno se llamaba chicha
y el compañero aguardiente.
 
Como esto pasó en invierno
y había llovido tanto
tuvieron que atravesar
un río de vino blanco.
 
En la puerta de la iglesia
se toparon con el cura
que rezaba los misterios
con un rosario de uvas.
 
Como no invitaron más
que gente de la familia
el padrino fue un barril
y la madrina una pipa.
 
Cuando volvieron del pueblo
salieron a recibirlo
un fudre de vino blanco
y un odre de vino tinto.
 
Como estaba preparado
y para empezar la fiesta
un vaso salió a bailar
valses con una botella.
 
La fiesta fue tan movida
y dura duración
que según cuenta un embudo
duró hasta que se acabó.
 
Enormes chuicos o damajuanas siendo llenados
con vino por un trabajador de una planta. Fotografía
publicada en la revista "En Viaje" de abril de 1945
(Santiago de Chile).
Sin embargo, el avance de los procesos de industrialización de la actividad vitivinícola chilena que nos enorgullece, fue volviendo innecesarios a estos envases, haciendo que su producción se redujera progresivamente. La apariencia de abundancia de estas garrafas en chicherías y casas provinciales no es tan real: su industria de fabricación se ha ido reduciendo, y en algunas zonas del país las que existen son las mismas que han estado allí por 30 años o más, sin mucha renovación de ejemplares.
De acuerdo a las quejas de productores vitivinícolas que hemos conocido en Cauquenes y El Maipo, la irrupción de los vinos en caja y los botellones se llevaron casi todo el romanticismo de estas piezas de rústica belleza. Sólo las garrafas o chuicas siguen siendo producidas más masivamente, por necesidades comerciales a las que no se ha podido renunciar aún, como por ejemplo la venta mayorista del vino pipeño para los bares y restaurantes de la ciudad. Las otras van en reducción, según parece.
Garrafas antiguas aún utilizadas como contenedores de vino.
Forradas en rústico tejido de mimbre y con mangos laterales,
a diferencia de las más comunes en Chile con mangos rodeando
el cuello de la botella.
Imagen tomada del website picadas.bligoo.com.
Con los chuicos y las damajuanas que antes fueron comunes en Chile, cada vez más cerca de quedar convertidas en sólo un recuerdo, las piezas que han de quedar al alcance de la admiración no son más que las sobrevivientes de la extinción masiva que ha afectado a este especie, entonces. Algunos comerciantes las solicitan a pedido a ciertas vidrierías, de hecho, pues la producción es baja. Por eso, además, están siendo cotizadas hoy en día, por anticuarios y por decoradores que las consideran objetos de ornamentación.
Esperamos que esta interesante industria de vidrios y mimbres, tan relacionada con la cultura vinícola nacional, no desaparezca, por supuesto, y que su caída productiva se estabilice en algún momento, antes de aproximarse a la temida posibilidad de la extinción.

Aviso de oferta de damajuanas publicada en el diario "El Mercurio" del 27 de diciembre de 1902, en la proximidad del Año Nuevo, cuando no podían faltar en las fiestas.
Bebiendo en la propia bodega, entre barricas y damajuanas, al fondo. Imagen de principios de los años setentas, publicada en "Comidas y Bebidas chilenas", de Alfonso Alcalde.
Colección de chuicos y garrafines, en el bar-restaurante "El D'Jango" de calle Alonso Ovalle, cerca de Serrano.
Garrafas en la distribuidora "El Pipeño", de calle Tocornal con Biobío.
Damajuana gigante: 50 litros de pura chicha, también en "El Pipeño".





Botellas de gres, soplar y hacer cimientos


Vedettes de la industria cervecera, las botellas de gres hallaron en su ocaso su mejor reinvención: un destino 100% constructivo.

No le vamos a decir que la cosa era tan sencilla como soplar y hacer botella, pero de algo así se trató la historia. Pues la pasta cerámica de gres es uno de los materiales comodín en lo que la arqueología de Buenos Aires respecta. Con la cerveza y ginebra a la cabeza, las botellas de gres abundantemente halladas en excavaciones no solo dan cuenta de las preferencias etílicas del siglo XIX; sino de su bondad para con el rubro de la construcción. Nunca tan bien dicho, todo un hallazgo…

La base está

Corría el mes de septiembre de 2015 cuando en una casona del barrio de San Telmo -más precisamente,  en Defensa 1344- se hallaron botellas de gres en plan constructivo. En las profundidades, éstas componían un contra piso que, aunque en estado fragmentario, fue datado entre siglo XIX y principios del XX. Y vayan si tenían con qué oficiar de cimiento, pues, producto de su cocción a altas temperaturas, podían jactarse de su resistencia. Y lo cierto es que el material ya tenía sus pergaminos: aunque entrado al país a inicios del siglo XIX, ya se usaba en el norte europeo desde hacía tres siglos. Pero lo cierto es que la Primera Guerra Mundial haría mella en su furor. El último ingreso de botellas de gres se produjo en 1918, habiendo sido fábricas inglesas y escocesas las principales proveedoras durante los años de importación. Hasta entonces, la durabilidad y capacidad para mantener la temperatura interna que poseían los envases eran su valor agregado. Al punto tal que, del otro lado del charco y en pleno conflicto bélico, llegaron incluso a usarse para calentar camas. ¿Qué tal?

De etiqueta

El caso es que el fin de las importaciones fue un cimbronazo para las envasadoras locales, en tanto se vieron obligadas a incrementar la producción de envases de vidrio de buenas a primeras, cuando el circuito de importación de botellas de gres ya estaba más que aceitado. Incluso, hasta se había considerado cómo agilizar los tiempos de demora propios de la travesía botellera por alta mar: reutilizando los envases, pues la vida útil del gres así lo permitía. De esta manera, fueron frecuentes los envases sin etiquetas de origen, aunque identificados con el contenido desde su estética: el uso de color miel (también llamado “baño de chocolate”) no solo impedía que los rayos solares afectaran el contenido; sino que era asociado al color de la malta contenida por la propia cerveza. Aún así, no faltaron las empresas cerveceras que solicitaran al fabricante botellas con la inscripción de su marca. Primeramente fueron las inscripciones en bajo relieve, sobre los “hombros” del envase. Luego, una suerte de escudo central en color celeste. Hasta que finalmente se dio paso a las clásicas etiquetas de papel, popularmente en color negro o azul.

Chau, chau, adiós

Para el año 1895, existían en el país 61 fábricas de cerveza, las cuales producían más de 15 millones de litros anuales. Y lo cierto es que la monopolización del negocio hizo que la cantidad de litros producido aumentara en inversa proporción: en 1914, 32 millones de litros anuales eran producidos por 29 fábricas. Dicho año, comenzó la sustitución de importaciones de botellas de gres por envases de vidrio. Proceso que, hemos dicho, finalizó con la última importación, cuatro años más tarde. Las más de 500 mil botellas de gres que promediaban su arribo a principios de siglo no fueron más que un recuerdo. ¿O sí? A juzgar por la arqueología y sus desvelos, así parece: cimientos de columnas, contrapisos y hasta aislantes contra la humedad. Reinventadas en su funcionalidad, las botellas de gres siguieron causando sensación.

Porque cuando el mundo capitalista y las vueltas de su historia parecían condenar a las botellas de gres, el ingenio humano dijo que no todo estaba perdido, desechado. Lupa arqueológica mediante, bienvenido sea este módico rescate.

Largo aguante: como las botellas de gres eran buenas para conservar la temperatura, tanto exploradores como llaneros de las pampas no dudaron en hacer uso de ellas como cantimplora. Y si de frío iba la cosa, a modo de termo también salía como piña. Gauchos, agradecidos.



BIBLIOGRAFIA
  • Schávelzon, D. 1991. Arqueología histórica de Buenos Aires. La cultura material porteña de los siglos XVIII y XIX. Volumen I. Editorial Corregidor. Buenos Aires.
https://pulperiaquilapan.com/botellas-de-gres-soplar-y-hacer-cimientos/https://pulperiaquilapan.com/aljibe-y-otros-hallazgos-en-una-vieja-casona-de-san-telmo-por-el-sol-de-san-telmo/




La cerveza en el piso: arqueología de rescate en una cervecería en Mercedes (Buenos Aires, Argentina)

Piso de la habitación una vez limpio, se ve el sector de botellas, la parte saqueada adelante, el sótano y los pilares que sostenían el piso de madera.
Ponencia pubicada en el XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Arqueología Argentina en el Bicentenario de la Revolución de Mayo,  volúmen III, pps. 1077 a 1080, en la ciudad de Mendoza (Argentina), año 2010.

Resumen

Sector principal de botellas después
de retirarle los pilares de ladrillos
La sustitución de importaciones a inicios del siglo XX obligó a los fabricantes y envasadores de cerveza a descarar masivamente recipientes (botellas) de gres cerámico de alta dureza. Algunos les dieron funciones no habituales, como servir para evitar la humedad debajo de los pisos de viviendas. Se analiza un caso en  la localidad de Mercedes (Argentina), en que pudo rescatarse un piso hecho de esta manera. Si bien debieron ser comunes son muy raros de hallar ya que son  depredados por el alto valor comercial de ese tipo de botellas. Esto abre preguntas sobre los productos de consumo masivo que se descartan y su destino final, ya desde inicios del siglo XX.

¿Qué sucede en las sociedades de consumo masivo con el descarte de los objetos que no se rompen y quedan obsoletos? ¿A dónde fueron a parar los millones de envases para cerveza llegados a la Argentina desde Inglaterra y Escocia en el siglo XIX, cuando quedaron fuera de uso comercial? Pensemos que su ingreso era enorme, en el año 1912 entraron al país sólo por la aduana de Buenos Aires más de un millón de botellas cerámicas; y cuando comenzaron a ser remplazada por el vidrio a partir de 1900, aun en 1906 ingresaron 630.000 (Schávelzon 1991:62). Entonces, si primero el vidrio las fue dejando de lado y la luego la Primer Guerra Mundial las acabó, cabe preguntarnos dónde terminaron esos envases, ya que no todos se rompieron y se arrojaron a la basura, ya que en ese caso la arqueología los encontraría en cantidades. Si bien en las excavaciones en todo el país ha habido fragmentos de ellas o algunas enteras, jamás lo ha sido en cantidades exorbitantes.

Durante octubre 2004 fuimos informados por el Museo Míguez de la localidad de Mercedes, respecto a la existencia de un edificio propiedad de la Municipalidad, que al hacerse obras de remodelación aparecían cientos de botellas de cerveza de gres cerámico[1] bajo los entablonados de madera del piso, las que eran saqueadas. Este no era un tipo de información nueva, ya que hubo otro caso en la periferia de Buenos Aires, el Asilo Erézcano (Malbrán 1999 y 2002), en donde se hizo un rescate similar de miles de fragmentos de botellas de gres. Pero era la primera vez que se hacía factible estudiarlo desde la arqueología, aunque si bien como un rescate al menos  era resultado de un trabajo controlado; aun buena parte de las botellas estaban en su lugar. Lamentablemente sólo se nos autorizó trabajar en una habitación del primer patio y durante las horas laborables de un único día. Además de que había sido parcialmente destruida, las otras habitaciones aun continuaban en funcionamiento y sin fecha de obra. Podemos decir ahora que de todas formas nos metimos bajo los pisos de los otros espacios, de contrabando, haciendo agujeros en los entresuelos de una y otra pared y pasando por ellos: obviamente ya habían sido saqueados.

Otras excavaciones hechas en la misma ciudad mostraron un desarrollo estratigráfico normal para la zona, y nada hacía suponer un a construcción del tipo de la hallada (Schávelzon y Frazzi 2008).

El sitio era una de las oficinas usadas como Archivo y Laboratorio Municipal en la calle 29 entre 34 y 36, y que en origen había sido la casa y fábrica de Carlos Sexauer, quien tenía detrás su embotelladora de cerveza y agua gasificada. Por lo que sabemos, la empresa funcionó entre 1868 y 1923, los documentos adjuntos muestran que en 1898 esta funcionando a pleno, y seguramente para 1900-05 había dejado de usar botellas de gres cerámico, como tantas fábricas y envasadoras similares, por los problemas que luego veremos. Estaba ubicada en las calles 25 y 40 con acceso también en 29 y 36. No tenemos la fecha de construcción del edificio, pero por sus rasgos arquitectónicos lo ubicamos para 1910.

Detalle de la excelente colocación
de los envases en hileras paralelas
Recordemos que además la región pampeana no posee piedra en casi ninguna parte, por lo que es un recurso raro, extraño, y salvo unas pocas regiones es y era un material constructivo de altísimo costo. Tampoco existían tradiciones de vivienda fuera de la centro-europea de casas sobre el nivel de la tierra que, durante el siglo XIX, colocaban pilares de unos 20 o 30 cm de alto, para apoyar el piso de madera despegado del suelo original manteniendo una cámara aislante de la humedad, lo que era realmente un problema especialmente por el frío. Cualquier solución a esto era siempre bienvenida. Este es un caso en el que se adaptó un recurso excedente a una necesidad insatisfecha.

La habitación trabajada medía 4.50 metros de lado; aun tenía un piso hecho de tablas de pino, original, sostenido por pilares de ladrillo, para que hubiera una cámara de aire aislante de la tierra. La levantarse ese nivel se encontró que el nivel inferior estaba compuesto por dos mitades paralelas entre sí: una totalmente cubierto por botellas de gres cerámico clavadas de punta, la otra mitad se dividía entre un sector de tierra y un sótano. Lo saqueado dejó evidencias claras y fragmentos dispersos. El resto estaba intacto y permitió trabajar con todo cuidado. La totalidad de los materiales recuperados fueron guardados en el Museo Míguez.

El nivel sobre las botellas

Al levantarse el piso de madera se encontró un primer grupo de objetos. Un análisis de ese material, tras su limpieza y restauración parcial, permitió identificar un conjunto sumamente sugestivo de materiales culturales del siglo XX que entraron al espacio bajo las maderas, a través de sus agujeros o faltantes. Todo lo hallado tiene las dimensiones necesarias para penetrar por espacios reducidos y por consideramos que representa bien la vida cotidiana de una oficina administrativa municipal, no en sus aspectos burocráticos sino en su uso por el personal que pasa allí sus horas con diferentes funciones. Los objetos son de juegos infantiles (o adultos), de indumentaria y de uso personal (desde peines a cigarrillos), medicamentos de uso libre, cinturones, monedas y objetos de uso escolar. Todo puede ser interpretado como parte del uso del lugar. Un dato oral, fue que en ese sitio se dictaron clases de primaria en alguna oportunidad hacia 1950-60, lo que no dejaría de coincidir con lo hallado.

Los objetos de uso personal formaron un porcentaje del 59.78 % de un total de 276 objetos diversos; la indumentaria el 23.55 %, los materiales constructivos el 10.14 %, la alimentación el 7.24 %, la medicina el 6.72 % y del trabajo el 0.72 %. Por supuesto todo esto podría cambiar según cómo atribuyamos ciertos objetos: un frasco de pegamento puede ser de uso infantil o para trabajar en una oficina administrativa, lo mismo un lápiz, pero eso no cambia en forma sustancial las cifras: valen las 22 bolitas (canicas, una de acero y otra de loza, las demás de vidrio), 16 monedas fechadas entre 1942 y 1979, 52 botones (20 de plástico, 19 de nácar, cinco de vidrio, dos de metal y uno de hueso).

El nivel de las botellas

El perfecto nivel de las botellas formando
el piso aunque son de diferentes tamaños
El nivel inferior al del piso de madera y su cámara inferior de aire, era el ya citado determinado por las botellas de gres. Estaba dividido en dos mitades, una estaba hecho con los citados envases y la otra parte simplemente era tierra. En ese sector había  un sótano de dos metros de lado, que parece que pasó desapercibido por mucho tiempo ya que estaba vacío, los empleados locales no sabían de su existencia. Este sólo medía un metro de profundidad, al que aunque le sumemos la cámara de aire, el espacio de las vigas que sostenían el piso, todo eso da una altura  máxima de 1.75 cm, lo que es insuficiente para usar el lugar, salvo para guardar cajones de cerveza u otros productos de poco movimiento. Sus paredes estaban hechas con ladrillos de 29 cm de largo, por lo que creemos que es original.

Lo que resulta poco explicable es que la sección sin botellas haya sido nivelada con una primera capa de tierra apisonada y luego con polvo de ladrillo muy compactado, pero cuya altura está por encima del nivel estéril bajo las botellas; es decir que se excavó primero y con exactitud la parte donde se pondrían las botellas y luego se hizo el resto, con absoluta precisión. Ahora, cabe preguntarse el porqué de esta diferencia: ¿acaso no era necesario aislar ese sector de la habitación?, ¿habían dos actividades diferentes en el mismo sitio?

Se hicieron una cala bajo el piso de ladrillos del sótano, otra bajo las botellas y dos en la parte sin ellas, pero sin hallar más que tierra estéril. Es decir, esa casa fue la primera en el sitio. Suponemos que esta parte de la casa debió usarse como escritorio u oficina en una mitad –la aislada-, y de depósito la otra. Otra opción que hemos visto en arquitectura de época es que hubiera un mostrador que separaba a los empleados de la atención al público.

Los pequeños pilares de ladrillo que sostenían el piso elevado estaban apoyados tanto en la tierra como en las botellas, y por encima de ellos había vigas de madera de 15 cm de alto, las paredes tenían un zócalo original y revoque con varias capas de pintura. En al menos un sector quedó la pintura original color celeste a la vista. La altura de la cámara de aire era la correspondiente a cuatro hiladas de ladrillo

Tal como dijimos bajo el piso de madera sostenido por pilares, estaban colocadas boca abajo unas 1.900 botellas a un promedio de 150 por metro cuadrado. Fueron recuperadas enteras  o con pequeñas roturas en pico o base, mil cien de ellas más una cantidad en fragmentos que no fue posible cuantificar por la velocidad con que se hizo el rescate, el que debió completarse en pocas horas. Por suerte, todas las botellas enteras pudieron trasladarse al museo local.

Al limpiar el conjunto y quedar el piso a la vista resultó realmente de asombro, ya que jamás hubiésemos supuesto que fuera factible hacer un nivel de perfecto nivelado y tanta rigidez sin tecnología sofisticada. Las botellas no tenían entre sí mucho más de uno o dos milímetros de diferencia en su nivel superior, pese a que luego vimos que las había de tres diferentes tamaños, lo que hizo aun más complejo el trabajo del artesano; si bien en su mayoría eran del tipo sinusoidal también las había cilíndricas (para una tipología véase Schávelzon 1987, 1991 y 2001).

AñadElementos encontrados sobre el nivel
de envases, todo del siglo XX tardíoir leyenda
El sistema implementado para colocarlas para el piso fue el siguiente: tras nivelar perfectamente el nivela usar se procedió a colocar una capa de barro –tierra limpia y agua- de unos 5 cms; posiblemente sin dejarla secar se le agregó por encima cuatro centímetros de polvo de ladrillo muy fino. En forma inmediata se procedió a comenzar a clavar, pico hacia abajo, las botellas, de tal forma que se hundieran en el barro lo necesario para que la parte superior, la base, quedara nivelada una con otra. Es obvio que no había posibilidad de modificar mucho el envase una vez colocado por lo que el artesano debía tener buen entrenamiento en lo que hacía. Esto dejaba unos 20 cm libres del cuerpo de la botella, con lo que creaba una nueva cámara de aire, casi alvéolos entre un y otro envase; en algunos casos había un poco de tierra negra cernida como relleno, al igual que encontramos bastante polvo de ladrillo sobre la base de las botellas, aunque creemos que es suciedad de obra y no una decisión constructiva.

Todo esto haría el sitio realmente impermeable a la temperatura y humedad. Obviamente para controlar el nivel final se deben haber usadas vigas de madera –las llamadas reglas-, del largo total de la habitación, ya que si no hubiese sido imposible lograr esto sin instrumental de precisión. Luego de colocado todo, que debió hacerse a gran velocidad para que no se secara el barro inferior, se lo debe haber dejado quieto para que tomara consistencia como conjunto y se endureciera, ya que parte del líquido penetró en las botellas ayudando a sostenerlas. Una vez lograda la estabilidad estructural se le colocaron los pilares de ladrillos, luego las vigas de madera y finalmente el piso encima, sin lograr mover las botellas un milímetro durante casi un siglo de uso y con el peso del mobiliario, y sin mantenimiento alguno. Sólo una botella ubicada casi al centro se la encontró perforada, pero por lo observado lo debió estar de origen ya que no habían fragmentos en el interior (¿tuvo algún significado especial?). Esta botella nos da una posibilidad diferente para hacer la  nivelación, ya que si se clavó allí un elemento vertical era posible hacer rotar una madera y lograr darle a todo el mismo nivel. Si esto fue así, es aun más excelente el albañil que hizo esta obra. Resulta notable que aun hoy haya sido posible caminar y trabajar sobre esas botellas sin producir siquiera una fisura en ellas, tal es la dureza estructural que tienen al estar colocadas de esa manera, lo que aumenta la dureza que ya tiene el gres en sí mismo.

El origen y fechamiento de las botellas

El triste desarmado del piso para rescatar las botellas
para el museo antes de que se modifique el edificio
Todas las botellas tienen, como sucede habitualmente, una marca en la parte inferior externa que indica al fabricante de origen. En este caso los sellos pertenecían en su enorme mayoría a la fábrica Grovesnor que estaba en Bridgeton, Glasgow, Escocia, desde 1869 y se cerró en 1926. Pero desde 1896 pasó a llamarse Eagle Pottery, mientras que los sellos en que figura el hijo son posteriores al año 1906. Esto nos ayuda con el fechamiento del piso. También las había en mucho menor cantidad de la fábrica de H. Kennedy ubicada en Barrowfield, Glasgow; de MacIntyre & Co. de Burslem y de John Murray & Co.  de Liverpool.

En algunos pocos casos las botellas tenían etiquetas impresas de los envasadores locales, que reusaban una y otra vez las botellas sin marca impresa pegando etiquetas de papel. Así se encontraron botellas de Barbe (tres unidades), Buhler (2 unidades) y Bieckert (una); el primero funcionó en esa misma ciudad de Mercedes –esquina de 31 y 25- entre 1887 y 1894, Buhler trabajó entre 1845 y 1890 siendo estos envases de los tardíos, y Bieckert entre 1860 y 1890, los dos últimos en Buenos Aires.

Este tipo de botellas hechas de cerámica cochurada a alta temperatura eran un producto que, no por hacerse masivamente dejaban de ser artesanales y necesitaban gran cantidad de mano de obra, por lo que el gobierno inglés les daba a los fabricantes grandes franquicias económicas, en contra del vidrio que era el típico producto de la Revolución Industrial, para no crear un problema de desempleo. Pero la Guerra Mundial necesitó de esa mano de obra y la producción de gres decayó de manera casi absoluta, para transformarse en algo poco habitual desde ese entonces en Europa. En Argentina las importaciones caen abruptamente en 1914 y en tres o cuatro años pasan a ser casi nulas y las reemplazan las de vidrio ya de producción local.

Otros casos de pisos o paredes de botellas

Patente del año 1896 de los productos
de la fábrica de cerveza de Sexhauer
Desde la arqueología se ha hallado y estudiado sólo un piso hecho con botellas de gres en el país. Se trata del ya citado Geriátrico Erézcano, excavado bajo la dirección de América Malbrán en la localidad cercana a Buenos Aires de Almirante Brown (1999 y 2002). Si bien en ese caso el hallazgo se produjo al hacer una zanja para una cañería, lo que se observó es que se trataba de un estrato de botellas puestas horizontalmente. Esto muestra que había variedad de usos de estas botellas en la hechura de pisos. Para muros al menos hemos visto fotos de una pared, en gran medida hecha de esa forma. Sabemos por referencias orales que, por falta de piedra, llegaron a molerse en máquinas para mezclarse con asfalto para hacer carreteras.

Con las botellas de vidrio, aunque realmente no sirven para reemplazar ladrillos ya que no tienen capacidad para unirse con la cal o el cemento, conocemos al menos en la provincia de Santa Cruz dos casas cuyas paredes estaban hechas con botellas puestas horizontalmente aprovechando todo su ancho (Mónica Carminati, com. personal). Otra posible pared la encontramos, pero no pudo ser estudiada, en la localidad de la zona desértica frente a Puerto Deseado en 2007 y la fechamos para 1920. Por último se encontró en Puerto Santa Cruz una casa abandonada, fechada hacia el año 1900 o 1905, en la cual el pozo para la letrina (excusado) estaba recubierto de botellas de vino Chianti importado de Italia. También la bibliografía internacional muestra casos aislados en que se usaron botellas de vidrio para pozos de agua, del cual el más conocido está en la playa de New Smyrna en Estados Unidos (Ste. Claire, Moore y McKinney 1998; allí pueden verse algunos otros casos). Resulta interesante que el fechamiento sea muy coincidente, ya que son todas de 1880 a 1910, época de gran inmigración en Argentina y por ende de establecimiento de nuevos poblados en zonas casi no ocupadas anteriormente, en las que no había piedra u otros materiales disponibles.

Las botellas de gres cerámico

Diferentes tipos de envases de gres cerámico
hallados, cilíndricos y sinusoidales, con y sin escudo.
Estas botellas o recipientes, ya que hay de ambos tipos, estaban hechos de uno de los materiales cerámicas más comunes en la arqueología del siglo XIX, producto de la cocción cerámica a muy altas temperaturas, lo que les daba resistencia. Comenzaron a llegar al país a inicios del siglo XIX, posiblemente hacia 1820. El material era usado desde el siglo XVI en el norte europeo y se acabó como dijimos con la Primera Guerra Mundial. Esto produjo trastornos a los envasadores de cerveza locales en un primer momento, ya que por tantos años los recipientes eran retornables para su rellenado, obligando a la industria nacional a incrementar la producción de envases de vidrio; allí se definió el uso del color miel que no permitía que los rayos solares afectaran el contenido a la vez que asociaba la botella al color de la malta misma de la cerveza. La última importación a Buenos Aires se hizo en 1918. Estos envases provenían de fábricas inglesas y escocesas. Se caracterizaban por su gran durabilidad y su capacidad de mantener la temperatura interna, tanto es así que tenemos referencias históricas para su uso como cantimploras por el mismo ejército o para calentar agua y colocarlas dentro de las camas, entre tantos otros usos.

El caso de lo excavado en Sexauer es llamativo por la variedad de botellas que se usaron en el piso y que no todas fueran de su fábrica de sus fábricas, producto posible de la tradición de la recarga o rellenado de botellas al por mayor, sin fijarse demasiado en que fueran sólo de su propia marca o incluso de su competidor vecino. De las encontradas, los colores habituales son el blanco y el café claro, o ambos combinados. La cerveza se envasó primero en recipientes de color blanco, luego con un chorreado en la parte superior hecha con óxido de hierro de color café conocido como «baño de chocolate», que desapareció hacia 1850 para quedar cubiertos con un esmalte blanco opaco. Más tarde se hicieron comunes las botellas de forma cilíndrica, con diversos picos. Las hubo con sello impreso o con un escudo en relieve con la marca. En general los picos muestran aun la marca del alambre con el cual se ataba un corcho, aunque en ocasiones traía de fábrica una tapa hecha del mismo material con el corcho incluido.

Conclusiones

La suspensión del ingreso de botellas desde el exterior debió ser un golpe muy fuerte para estas empresas, más si se mantenía lo que nos dice el 2º Censo Industrial sobre este establecimiento, el que producía más de 71.000 litros anuales de cerveza, que eran colocados dentro de envases provenientes del exterior. El lento reemplazo por botellas de vidrio nacionales dejó fuera de uso millones, muchos millones de botellas de gres. Resulta así lógico haberlas usado, con inteligencia, para crear cámaras de aire debajo de los pisos de casas y darles mayor estabilidad térmica a la vez que para controlar la humedad, entre otros muchos usos que aun desconocemos.

La Villa de Mercedes fue considerada como ciudad a partir de 1865. No se trataba solamente de un cambio formal de estatus, si no que esta nueva denominación conllevaba todo un desafío para un pueblo que, en las décadas siguientes, sería conocido como La Perla del Oeste. Era un pueblo con una larga trayectoria como frontera y comandancia militar contra el indígena, que comenzó a vivir un proceso de desarrollo que pronto se vería reflejado en todos los aspectos de la vida cotidiana. La nueva sociedad local, heredera de los fortineros, se iba constituyendo a partir de la radicación de inmigrantes europeos en su mayoría italianos y españoles, lo cual imprimió a la zona un nuevo perfil social y económico. El Banco de la Provincia estaba establecido desde 1864. En la década de 1880 Mercedes era una ciudad mediana y no es raro que empezar a funcionar una cervecería y venta de aguas gasificadas que llegaría a ampliarse de forma rápida y eficiente. La presencia de inmigrantes significaba para 1869 el 24 %, llegando a un máximo del 29 % en 1881. Según el Censo Industrial de la Nación, hecho en 1895, la fábrica tenía siete trabajadores de los cuales seis eran varones extranjeros y la única mujer era Salomé Sexauer, propietaria. El capital en ese año llegaba a los $ 49.060, producían 71.300 litros de “cerveza sencilla y doble”, tenían cinco máquinas de soda y dos “hervidores”, la totalidad de los envases de gres (“varro”) y vidrio eran del exterior y aun importaban lúpulo y gelatina para la producción. El agua era de aljibe y de pozo semisurgente (sobre salubridad en Mercedes en esos años ver: Schávelzon y Frazzi 2008).

Una fábrica de esta naturaleza debió enfrentarse casi de golpe a la sustitución de importaciones. No sólo la empresa debía comprar envases de vidrio, aprender a manipularlos dada su fragilidad, si no también disponer de los cientos de miles de envases que quedaban fuera de uso. Actualmente eso ha sucedido varias veces con los envases “retornables” de vidrio, pero el caso es diferente ya que pueden fundirse y aprovechar el material. Una solución la encontró Sexauer para su propia casa., al igual que muchos otros lo debieron usar, en todo el país, con propósitos similares.

Referencias

[1] Lo que se denomina gres (del francés) es el material cerámico cocido a alta temperatura que en inglés se conoce como Stoneware; en tiempos coloniales fue llamado “loza de piedra”. En este caso son importados de Inglaterra. Fueron también comunes localmente para otros usos como la ginebra de Holanda.

Bibliografía
  • Malbrán, A. 1999. Salvamento arqueológico en el Geriátrico Erézcano, informe de trabajos 1998-1999 (Almirante Brown, prov. de Bs. As.), informes al Centro de Arqueología Urbana (inéditos), Buenos Aires.
  • Malbrán, A. 2002. Botellas de cerveza ¿un sistema constructivo?, Arqueología histórica argentina, pp. 589-592, Ediciones Corregidor, Buenos Aires
  • Ste. Claire, D.; D. Moore y R. McKinney. 1998. Ninety-nine bottles of beer in the wall: a turn of the century bottle well in New Smyrna beach. The Florida Anthropologist, vol. 51, no. 3, pp. 147-154
  • Schávelzon, D. 1987. Tipología de recipientes de gres cerámico para la arqueología histórica de Buenos Aires. Programa de Arqueología Urbana. Buenos Aires
  • Schávelzon, D. 1991. Arqueología histórica de Buenos Aires. La cultura material porteña de los siglos XVIII y XIX. Volumen I. Editorial Corregidor. Buenos Aires.
  • Schávelzon, D. 2001. Catálogo de cerámicas históricas de Buenos Aires (siglos XVI-XX) con notas sobre la región del Río de la Plata. CD. Fundación para la Investigación del Arte Argentina,  Telefónica, FADU. Buenos Aires.
  • Schávelzon, D. y P. Frazzi. 2008. Mercedes: excavaciones en el Hotel Nogués. Revista de Historia Bonaerense. no. 33. Pp. 36-44; Morón.




2019: Carlsberg presento una botella de papel para cerveza


22 OCTUBRE, 2019

El gigante danés cervecero Carlsberg ha publicado diseños para lo que afirma es la primera botella de papel para cerveza fabricada con fibras de madera sostenibles y reciclables.

La botella forma parte de la iniciativa Together Towards Zero de Carlsberg, que incluye el compromiso de alcanzar cero emisiones de carbono y una reducción del 30% en su “huella de carbono de la cadena de valor total” para 2030.

La cervecera ha publicado dos prototipos para su botella de fibra verde. Ambos están hechos de fibras de madera de origen sostenible y tienen una “barrera interior” que permite que la botella contenga la cerveza. Uno utiliza una fina película de polímero PET reciclado, mientras que el otro tiene una película de polímero PEF de base biológica.

Carlsberg lanzó inicialmente los planes para el proyecto en 2015, trabajando junto con EcoXpac, BillerudKorsnäs e investigadores post-doctorales de la Universidad Técnica de Dinamarca. Esta colaboración ha dado como resultado la creación de la empresa de botellas de papel Paboco, una empresa conjunta entre BillerudKorsnäs y el especialista en fabricación de botellas ALPLA.


Compañías que también trabajan con Paboco incluyen Absolut, Coca-Cola y L’Oréal. El año pasado, Carlsberg invirtió en una serie de otras soluciones sostenibles, entre las que se incluyen el film retráctil reciclado, la tinta para etiquetas más ecológica y el Snap Pack, que sustituye a los envases de plástico para sus packs de seis latas.

Seguimos innovando en todos nuestros formatos de envases y estamos satisfechos con el progreso que hemos logrado hasta ahora con la botella de fibra verde. Aunque todavía no está completamente terminada, los dos prototipos son un paso importante hacia nuestra ambición final de llevar este diseño al mercado. La innovación lleva tiempo y seguiremos colaborando con los principales expertos para superar los retos técnicos pendientes, al igual que hicimos con nuestro Snap Pack reductor de plástico. 
Myriam Shingleton, vicepresidenta de desarrollo Grupo Carlsberg. 
El trabajo con nuestros socios desde 2015 en la Botella de Fibra Verde ilustra que este tipo de innovación se desarrolla cuando trabajamos juntos. Estamos encantados de que otras empresas afines se hayan unido a nosotros como parte de la comunidad de botellas de papel de Paboco. Las asociaciones de este tipo, unidas por el deseo de crear innovaciones sostenibles, son la mejor manera de lograr un cambio real.
La noticia es que la marca escocesa de cerveza lager Tennent’s ha invertido 14,2 millones de libras esterlinas en iniciativas sostenibles que incluyen la eliminación de envases de plástico, el uso de energía verde y la aplicación de prácticas de gestión de residuos.

A partir de la primavera de 2020, las latas de cerveza lager de Tennent se envasarán en cartón en lugar de plástico, con los anillos de plástico y envoltorios retráctiles eliminados gradualmente. Esto dará como resultado 150 toneladas menos de plástico producido por año. Tennent’s se ha convertido en el primer fabricante de cerveza en adherirse al Pacto de Plásticos del Reino Unido, que pretende prohibir el uso de plástico de un solo uso en los envases para 2021.




Krueger's, la Finest Beer, primera cerveza en lata


La lata de aluminio es uno de los grandes avances tecnológicos e industriales de la segunda mitad del siglo XX, ya que contribuyó a la aceleración de la fabricación a escala global de productos así como también se convirtió en uno de los primeros envases con capacidad de ser reciclado y reutilizado.
La historia de las latas para alimentos se remonta a varios siglos atrás, incluso se cree que con el descubrimiento del metal ya se lograron fabricar algunos proto envases. Los primeros registros históricos de los que se tienen pruebas son de principios del siglo XIX. En 1810, el comerciante británico Peter Durand diseña y patenta el primer envase cilíndrico de metal sellado para alimentos. Estos primeros envases de hojalata soldada a mano serían la génesis de lo que vendría casi 140 años después con las latas de aluminio para bebidas, a pesar de que el aluminio ya había sido logrado separar de su mineral matriz en 1825.
Pero recién en 1935 se conoce la primera lata bebida comercial. Diseñada por la cervecería Krueger de Nueva Jersey, la Finest Beer era la primera cerveza comercial en venderse dentro de una lata cerrada a presión. El lanzamiento fue un éxito total. El envase era más ligero que el vidrio, fácil de transportar, muy resistente a golpes y caídas, pero sobre todas las cosas, poseía una gran superficie para decorar, lo que comercialmente lo hacía único en cada modelo y marca.
Primeros modelos de lata comercializados por la cervecería Krueger (The First Beer Can – http://www.greenmon.com)
Leopold Schmidt fue un inmigrante alemán, con una larga trayectoria en la política y los negocios de Montana, y está estableciendo rápidamente lo que se convertirá en la exitosa Olympia
Brewing Corporation en Washington. The American Can Company (también conocida como ACCO ) investiga la cerveza enlatada a petición de Leopold Schmidt
El 16 de abril de 1925, el inventor de ACCO Charles Stollberg descubrió cómo hacer una lata lo suficientemente resistente, y solicita una patente para su diseño.
La suerte hizo que el principal inversor de la empresa Krueger,  American Can Company, contribuyera sin interés alguno al proceso de fabricación de las primeras latas. Este era un gran riesgo, American Can ofreció instalar el equipo gratis y Krueger solo lo pagaría si el plan tenía éxito.
Las latas se enviaron inicialmente al punto más alejado del área de distribución de Kreuger, Richmond, Virginia. Para 1952, la planta de Newark producía un millón de barriles por año.
Logró quintuplicar las ventas y producir envases en más de 35 fábricas. En apenas un año ya se habían vendido cerca de 200 millones de latas, tanto de tapa plana que se habrían con un abrelatas con forma de pico, como de cuello similar al de una botella metálica.



Evolución de modelos de tapas de latas de fines del '30 (History of beverage cans http://www.gono.com)
Para 1936, sólo en el Reino Unido había más de 40 marcas de cerveza envasadas en latas de hojalata.
Durante fines de la década del ’30 y la del ’40, se realizaron miles de modelos experimentales para lograr convertir el diseño en algo muy parecido a lo que conocemos en la actualidad. Uno de esos avances fue el fondo abovedado que mejoraba la resistencia a la presión interna.
Primeros modelos de envase Crowntainer (Kentucky Beer Cans History – http://kybeercans.com)
A fines de la década del ’30 se lanzan unos envases compuestos por dos piezas (cuerpo y cabeza similar a la de una botella), que simplificaban la fabricación y se llamaron Crowntainer, los cuales, a pesar de que no tenían la estética de las latas actuales, sirvieron de base para las primeras producciones de latas de aluminio casi 20 años después.
Durante los 20 años de vigencia de estos envases, el freno que supuso la Segunda Guerra Mundial y la recesión económica y de consumo que generó en todo el planeta hizo que todo el esfuerzo se frenara para abastecer a las tropas de suministros enlatados.
El fin de la guerra y la recuperación económica de los países beligerantes trajo una oleada de masividad que consagró definitivamente a la lata de bebidas como uno de los productos más emblemáticos del siglo XX gracias a la llegada de otro producto masivo a estos envases: los refrescos.


Entrada la década del ’60, el inventor de Indiana, Ernie Fraze, un ingeniero de la empresa Dayton Reliable Tool Company, diseñó un sistema de apertura que revolucionaría el mercado ya que no precisaba de ningún otro elemento externo para ser abierta.

Ernie Fraze y su invento: el sistema de apertura Easy-Tab
Su sistema Easy-Tab permitía abrir la lata con un sujetador que cortaba una zona marcada de la tapa superior sólo tirando del gancho hacía arriba. Este sistema generó un gran salto de calidad y convirtió a las latas de aluminio en uno de los envases más utilizados durante las dos décadas siguientes en todo el planeta.
Junto con el desarrollo de los nuevos sistemas de apertura, el constante desarrollo de mejoras para este envase produce otro salto con la modificación del proceso de fabricación, convirtiendo a la lata en un envase compuesto por dos piezas (tapa y cuerpo) en lugar de tres (tapa, cuerpo y base). El cuerpo ya no se logra soldando una lámina cilíndrica sino por un nuevo método llamado extrusión por impacto, lo que generaba un gran ahorro en materiales e incluso la adopción por otras industrias como la de los envases de dentífrico y aerosoles.
A fines de los ’60, el sistema DWI (Draw & Wall Ironed) se convirtió en el único método de producción de envases de aluminio a nivel mundial.

El clásico mecanismo Stay-Tab que se popularizó en la década del '80 y continúa hasta la actualidad (cc wikimedia)
La llegada del mecanismo Stay-Tab a finales de los ’80 marca el desarrollo definitivo en materia industrial de la lata de cerveza y refrescos. Este sistema era una evolución del Easy-Tab de Ernie Fraze con la mejora de que el abridor quedaba en la lata, lo que permitía su correcto reciclado y evitaba generar más basura al medioambiente.
La evolución de este envase ha generado uno de los mayores ejemplos de colaboración entre distintos sectores industriales, quienes aunando esfuerzos logran mejorar cada vez más uno de los desarrollos tecnológicos más populares y de mayor aceptación en todo el planeta.


Volviendo a la cervecería pionera en el enlatado de cerveza, la empresa fue fundada en 1858, sin embargo, sus raíces van más atrás.
En 1851, Louis Adam y J. Braun se reunieron para formar una nueva cervecería, pero Braun murió, por lo que Adam se asoció con John Liable para formar Liable y Adam. En 1851, Liable invitó a su sobrino de Alemania, Gottfried Krueger, de 16 años, a asistir en la fábrica de cerveza. En 1858, Adams se hizo cargo de la cervecería y Liable invirtió en Krueger, hasta 1865, cuando Krueger se asoció con Gottlieb Hill para comprar la cervecería de Louis Adam bajo la marca Hill & Krueger. La cervecería pasó de 4.000 a 25.000 en 10 años. Cuando Hill pasó en 1875, Kruger se convirtió en el único propietario y cambió la marca a G. Kruger Brewing Company.
1882 comenzó un período de gran éxito para Krueger. Se unió a un sindicato con Peter Hauck y Anton Hupfel para convertirse en la United States Brewing Company . Kruger luego compró una gran participación en Lyons & Sons Brewery, The Home Brewing Co., Eagle Brewery y Union Brewery.
Dos de sus hijos se unieron a su padre en el negocio, Gottfried C y John F. Krueger (Krueger y su esposa tuvieron 14 hijos, no todos los cuales sobrevivieron hasta la edad adulta).
En 1908, United States Brewing compró Trefz Brewery (la mayoría sabe por el incidente del "Río de la cerveza" en 1889) y Albany Brewery y produjo más de 500,000 barriles por año. En 1914, Gottfried visitaba Alemania cuando estalló la Primera Guerra Mundial y se vio obligado a quedarse hasta que terminara la guerra. La prohibición forzó el cierre de la cervecería y Gottfried murió en 1926.
Durante la Prohibición, Krueger Brewing se ganaba la vida honestamente vendiendo cerveza y refrescos. Esto les dio una clara ventaja cuando finalizó la Prohibición, por lo que la cervecería pudo producir cerveza con 3.2% de Alcohol por carga la mañana del 7 de abril de 1934, directamente en las tazas.
Según una fuente, la línea de la cervecería tardó dos días en volver a la orden.
En 1935, Krueger fue la primera compañía en producir cerveza en latas, gracias a una asociación con American Can Company que asumió el riesgo de instalar el equipo gratis y Krueger solo lo pagaría si el plan tenía éxito. Las latas se enviaron inicialmente al punto más alejado del área de distribución de Kreuger, Richmond, Virginia.
Logró quintuplicar las ventas y producir envases en más de 35 fábricas. En apenas un año ya se habían vendido cerca de 200 millones de latas, tanto de tapa plana que se habrían con un abrelatas con forma de pico, como de cuello similar al de una botella metálica.
Para 1952, la planta de Newark producía un millón de barriles por año.
Desafortunadamente, en la década de 1950 se vio una consolidación en la industria cervecera, y cervecerías como Anheuser-Busch y Miller exprimieron la cuota de mercado.
Aunque la producción había aumentado enormemente, ya no podía con los grandes competidores Schlitz y Anheuser-Busch y la compañía fue adquirida por un grupo de financieros alrededor de John Eisenbeiss.
En 1957, Krueger fue vendido a un nuevo grupo de propietarios encabezado por John Eisenbeiss, aunque algunos miembros de la familia de Krueger mantuvieron su interés en la compañía y William C. Krueger permaneció como presidente de la junta.
A pesar de la celebración en 1958 de su centenario, la compañía fue vendida en 1961 a la fábrica de cerveza Narrangasett de Cranston en Rhode Island.
En 1988, la cervecería fue demolida y ahora hay un centro comercial en el sitio.

Marcas Producidas
(las marcas vendidas en latas están en negrita)
  • Embajador (Ambassador)
  • La mejor cerveza de Krueger 
  • Krueger's Cream Ale 
  • Bock de Krueger 
  • Kent Ale 
  • Old Surrey Porter

Cambios de nombre
  • Braun & Laible 1852-? 
  • Laible y Adam? -1858 
  • Louis Adam 1858-1865 
  • (Gottlieb) Hill & (Gottfried) Krueger 1865-1875 
  • Gottfried Krueger 1875-1889 
  • Gottfried Krueger Brewing Co. (sucursal de US Brewing Co.) 1889-1896 
  • Gottfried Krueger Brewing Co. (sucursal de United States Brewing Co) 1896-1920 
  • Krueger Beverage Co. 1920-1933 
  • Gottfried Krueger Brewing Co., Inc. 1933-1934 
  • G. Krueger Brewing Co. 1934-1961 






El Barril

Corte de un barril DIN de 50 litros
El barril de cerveza es un recipiente destinado a contener cerveza.
Tradicionalmente, los barriles de madera los fabricaba un tonelero y se empleaban en origen para transportar clavos, arenques, salmón, vino, melaza, mantequilla, jabón, pólvora y líquidos variados. Estos mismos barriles fueron los primeros utilizados para almacenar cerveza.
Más recientemente los barriles de cerveza se construyen de aluminio -menos frecuentemente- o acero y se usan para almacenar, transportar y servir la cerveza. También se usan para otras bebidas -alcohólicas o no, carbonatadas o no- y en general, líquidos que se guardan bajo presión.
El término barril en español tiene el sentido de un contenedor de forma cilíndrica -y nos referiremos a él como tonel- mientras que en el mundo anglosajón un barrel se refiere a una unidad de medida y la palabra empleada para denominar el recipiente es keg o cask.
 El tonel tiene un solo orificio en un extremo. De ahí parte un tubo interno que llega hasta el otro extremo. El orificio tiene una válvula automática de presión que se abre al acoplar una pieza -pinchar el barril- que permite extraer la cerveza, así como inyectar por otra válvula del mismo orificio gas a presión -usualmente dióxido de carbono- para impulsar la cerveza fuera del tonel.
Históricamente un tonel de cerveza tenía un tamaño estándar de 50 galones, en contraposición con los 32 galones de uno de vino, o los 42 de uno de petróleo (referido a galones USA). A lo largo de los años los tamaños del tonel han evoluciondo y las distintas fábricas de cerveza del mundo usan diferentes tamaños. Incluso en toneles de las misma capacidad -p.e., los métricos de 50 litros- la forma del tonel y la válvula pueden diferir ampliamente.
La mayoría de fabricantes en USA venden la cerveza por medios barriles (14-16 galones), cuartos de barril (7-8 galones) y sextos (5-6 galones). Dado que los toneles no están estandarizados, el tonel no puede usarse como una unidad de medida estándar de volumen de líquidos. El tamaño varía de fábrica a fábrica.
Un contenedor típico -para distinguir de barril objeto y barril unidad - tiene 15.5 galones USA y es lo que se llama habitualmente medio barril. Generalmente el contenedor tiene menor capacidad de un barril, alrededor de 30 galones o menos.
En USA los términos medio barril y cuarto de barril se derivan de que legalmente un barril de cerveza contiene 31 galones USA. Un contenedor de 15.5 galones USA equivale a:
  • 12.7 galones imperiales
  • 58.67 litros
  • 103.25 pintas imperiales
  • 124 pintas USA
  • aprox. 180 botellas/botes de cerveza (de tercio)
En países europeos la capacidad más habitual es de 50 litros -incluso en UK con su sistema imperial de medidas, el tonel estándar de 11 galones imperiales casi coincide con los 50 litros del sistema métrico. Las normas alemanas DIN 6647-1 y DIN 6647-2 definen toneles del 30 y 20 litros. Una regulación europea más reciente define toneles de 50, 30, 25 y 20 litros de capacidad con aspecto más aplastado que la especificación alemana.

contenidoDIN 6647-1/2Diámetro DINeuropeoDiámetro europeo
50 l (13.21 gal)600 mm (altura)381 mm (ø)532 mm (altura)408 mm (ø)
30 l (7.93 gal)400 mm (altura)381 mm (ø)365 mm (altura)408 mm (ø)
25 l (6.61 gal)--327 mm (altura)395 mm (ø)
20 l (5.28 gal)310 mm (altura)363 mm (ø)216 mm (altura)395 mm (ø)
En algunas zonas es común referirse al contenido no en litros sino en cervezas. En zonas en las que la cerveza se sirve en jarra de 0.5 litros (e.g. Alemania) se denomina a un tonel de 50 litros como de 100 cervezas.

La especificaciones más aceptadas de un tonel (de medio barril USA) son:
Altura del tonel23.3 pulgadas (60 cm)
Diámetro del tonel16.1–17.15627 pulgadas (41-43.5 cm)
Contenido1984.0 onzas USA
15.5 galones USA
12.91 galones imperiales
58.7 liters
Peso lleno160.5 lb (72.8 kg)
Peso vacío29.7 lb (13.5 kg)
Contenido de cerveza130.8 lb (59.3 kg)
Equivalente en tercios165.6
Jarras de medio litro124
Pinchando un barril

Hay dos tipos de mecanismos para extraer cerveza de un barril: bomba propia y bombas de gas. Las bombas propias usan aire del exterior, lo que puede introducir bacterias dentro del tonel, además de oxígeno, que oxida la cerveza lo que le da un sabor acartonado (cerveza picada). Los barriles que operan con bomba propia deben ser consumidos antes de 18–24 antes de que eśta se estropee. Las bombas de gas usan generalmente CO2, pero ciertas marcas requieren mezcla con otros gases (Guinness requiere 25% CO2 y 75% nitrógeno). Las bombas de gas conservan el contenido del tonel hasta 120 días (con la adecuada refrigeración).
Como cualquier contenedor presurizado, un barril de cerveza puede causar accidentes, ya use éste aire comprimido o dióxido de carbono:
El sistema de acoplamiento de la válvula y el regulador de presión han de estar equipados con un purgador de presión. Si usted no está familiarizado con estos sistemas, consulte con su distribuidor,,, (alerta grabada en un barril de cerveza)
Generalmente, en USA y Australia los barriles o el serpentín de la cerveza están introducidos en un cubo de agua fría, para enfriar la cerveza.

Cornelius

Un tonel cornelius (también conocido como Corney o barril de soda) tiene forma cilíndrica y está fabricado en metal (acero o aluminio). Se utilizó originalmente por la industria de las bebidas gaseosadas y ahora se usa para almacenar y dispensar cerveza, especialmente la elaborada de forma casera.
Los toneles Cornelius se fabricaron originalmente por la compañía IMI Cornelius. Desde la llegada de nuevas tecnologías como los paquetes Bag-In-Box (BIB) los embotelladores de bebidas gaseosas han abandonado el tonel Cornelius.


Mini

El barril mini tiene una capacidad de 5 litros y se utiliza para venta al cliente final. Algunas marcas lo suministran con un grifo en la parte inferior por donde cae la cerveza por gravedad, mientras que otras usan una válvula de presión de bajo coste. Los mini barriles no se devuelven al fabricante para lavado y rellenado, tienen un solo uso. Los toneles, hechos de aluminio, pueden ser reciclados.

Balón de cerveza

Otro tipo de barril mini se denomina balón de cerveza, un barril de plástico desechable que suele contener alrededor de 5.2 galones (unos 20 lt), aproximadamente unas 55 latas de cerveza, aunque también los hay de 3.8 galones de capacidad (14 lt). Al igual que los toneles profesionales, la cerveza sale forzada por presión de gas.

Un solo uso

Hay otro tipo de envase de un solo uso disponible en gran parte de comercios. Ecokeg, una invención australiana, suministra envases de un solo uso mucho más ligeros que los de acero. Proporciona toneles de 30 y 38 lt, en variantes de plástico o cartón reforzado. PubKeg proporciona envases de 20 lt completamente reciclables.










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