En 1867 fue descubierta en Alemania una botella de un sorprendente vino. En el año 350 d. C., un noble romano fue enterrado con una botella de vino producido en la zona. Cuando esta botella fue desenterrada cerca de la ciudad de Speyer, los investigadores quedaron impresionados al comprobar que aún quedaba líquido en su interior. Se trataba del vino líquido más antiguo recuperado en un yacimiento arqueológico. Aunque fue analizada por un químico durante la Primera Guerra Mundial, parece ser que esta antigua botella no fue abierta jamás. En la actualidad, los investigadores aún discuten si deberían abrirla o no. Desde un punto de vista microbiológico, podría resultar peligroso abrirla. Esta antigua botella de vino lleva expuesta más de un siglo en el Museo Histórico del Palatinado, y aunque se trata de un hallazgo único, ningún equipo de investigadores se ha atrevido a abrirla hasta ahora.
En la década de 1960, un equipo de investigadores descubrió un antiguo residuo de vino de uvas en Haiji Firuz Tepe (Irán). Se trataba además de la evidencia arqueológica más antigua de producción de vino. Aunque los restos de vino de esta pieza cerámica no pueden ser utilizados para recrear la antigua receta, continúa siendo una valiosa fuente de información sobre la producción de vino en la antigüedad.