Junto al pozo se plantó lúpulo y en un campo cercano creció cebada. Después de un rato, el agua, el lúpulo y la cebada comenzaron a hablar entre sí: "Unámonos los tres, unamos las fuerzas de los demás. Triste como vivimos y luchamos - cada uno por si mismo. Preferiríamos vivir, trabajar juntos.
Entonces Osmotar tomó siete tazas de agua, seis granos de cebada, siete puntas de lúpulo, los remojó y los hirvió. Pero la cerveza no fermentó...
Así que se frotó una astilla de madera contra las rodillas con las palmas de las manos, que se convirtió en una ardilla blanca. Osmotar la envió al bosque de Tapia a buscar piñas. Sin embargo, la bebida aún permanecía sin vida. Y así Osmotar frotó las virutas de madera en sus palmas, de las cuales en unos momentos creó un zorro y la envió a buscar las legumbres atrapadas entre las briznas de hierba. Sin embargo, la cerveza no empezó a fermentar ni siquiera con ellos. Y entonces la diosa frotó una pequeña ramita en sus palmas, que pronto se convirtió en una marta. La envió a recoger la saliva de los jabalíes. Y con ellos, la bebida finalmente cobró vida. En otra versión de la leyenda, el último animal fue la abeja que trajo miel, el ingrediente final que infundió vida a la cerveza.
Y mientras los héroes se emborrachaban contentos, Osmotar se sentaba tristemente cerca. Ella no sabía cómo almacenar cerveza. Y mientras pensaba, un petirrojo sentado en un álamo cantó una canción sobre barriles de roble con aros de cobre. Así que el último problema fue resuelto...
Y así se creó la cerveza, que durante mucho tiempo se percibió como sagrada. Normalmente no se cocinaba, para celebraciones comunitarias, sino bebidas tipo kvas, preparadas a partir de lo que alguien traía, solía ser más típico. La cerveza sagrada se preparaba principalmente para las principales festividades, como la Fiesta del Oso (Karhun Peijaiset) o la Fiesta de Ukk (Ukonvakat). Se decía que podía desatar las gargantas de las personas, razón por la cual pertenecía a donde estaba atado para celebrar, incluso el famoso Väinämöinen comenzó a cantar canciones sagradas y viejas historias gracias al poder de la cerveza. Y permaneció así continuamente durante tres días y tres noches...
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