El museo londinense ha comprado por 365.000 euros ‘Los borrachos, Zarauz’, una pintura de interior en una taberna vasca realizada en 1910 |
“Prácticamente no hay obras de Sorolla en las colecciones inglesas y desde luego no ayuda que la pronunciación de su nombre no es sencilla para quien no conoce la ll castellana”, explicó Finaldi en el año 2019, agregando que el público recibió la retrospectiva de Sorolla celebrada en la National Gallery “con gran entusiasmo”. “La pintura amable y de un gran virtuosismo, tiene un notable poder de seducción sobre un público que por lo general es muy abierto a nuevas experiencias artísticas”, apuntó el gestor. Además, en un momento “de profunda crisis política como la que estamos viviendo en Reino Unido, la pintura soleada y optimista de Sorolla ha sido una tónica muy bienvenida y muy apreciada. Ya no es un desconocido aquí. No, Sorolla se ha dado a conocer con fuerza”.
Los borrachos, que Finaldi ha calificado como “deslumbrante”, no se corresponde sin embargo con esa idea soleada y optimista que desprenden muchos de los cuadros del pintor valenciano. “El tema de un borracho en una taberna vasca es quizá atípico para el artista, pero el virtuosismo de su pincelada y los trazos esquemáticos y seguros muestran al pintor en su cualidad más deslumbrante”, ha dicho Finaldi en declaraciones recogidas por The Guardian. “Los nuevos cuadros nos ayudan a ampliar nuestro conocimiento de la tradición de la pintura europa y a enriquecer laa historia que narra nuestro museo, así que estamos encantados de que esta extraordinaria pintura ahora pertenezca a todo el mundo, incluidas las generaciones venideras”.
El borracho ha sido adquirido por 325.000 libras (unos 365.000 euros) con el apoyo de un “generoso legado” de David Leslie Medd. La pintura es un boceto a gran escala, ejecutado rápidamente in situ mientras Sorolla recorría las tabernas de Zarauz, donde él y su familia pasaron el verano de 1910, según explica la pinacoteca en un comunicado recogido por Europa Press. “La rápida aplicación de capas relativamente delgadas de pintura y la brillante economía de las pinceladas, donde la luz y la sombra se evocan con precisión con medios mínimos”, señala el museo, que añade que “el hecho de que el artista nunca elaboró una escena de taberna terminada de Zarauz sugiere que lo que buscaba era esa sensación muy fugaz de inmediatez”. En 1911, Sorolla incluyó esta pintura en su segunda gran exposición retrospectiva estadounidense, en el Instituto de Arte de Chicago.