05 de Enero de 2020
Fusiones, producción compartida y venta de equipos, algunas de las estrategias utilizadas para mitigar el menor consumo. Los que pudieron buscaron crecer en volumen, pese a la menor rentabilidad.
La época dorada de la cerveza artesanal pareciera haber llegado a su fin. Lejos del boom de ventas, el sector cerrará su segundo año de estancamiento debido a la caída del consumo y a la devaluación, que impactó en el precio de sus insumos, en su mayoría, dolarizados. Algunos maestros cerveceros, apuntan en el sector, tuvieron que vender equipos para poder enfrentar las pérdidas y otros optaron por bajar la persiana de sus emprendimientos.
"En varios grupos de Whatsapp con colegas, se pasó de una puesta en común para importar barriles a comentar que están vendiendo los que habían comprado o, también, las cámaras de frío", señala Nicolás Sánchez, co-fundador de Baronesa. Para reducir costos, su emprendimiento decidió fusionar su producción con la de otra cervecera, Spika, y, así, dividir los gastos de servicio y sólo abonar un fee mensual en base a los litros producidos.
Por su parte, los jugadores de mayor tamaño y más historia en el rubro se enfocaron en crecer en volumen para compensar el consumo más frío. "Estamos cerrando el año un 2% arriba en litros. Pero, si no contáramos con locales nuevos, tal vez, estaríamos finalizando el 2019 con caída", asegura Pablo Rodríguez, co-fundador de Antares, que ya tiene 10 aperturas programadas para 2020.
En la misma sintonía está Berlina, marca que planea inaugurar tres locales el próximo año. "Aprendimos a ser pesimistas en las proyecciones", comenta Juan Pablo Reina, gerente de Comunicación de la firma.
El sector artesanal representa un 3,3% del mercado cervecero. Si bien, aún, tiene un share chico, en comparación con el de otras latitudes, entre 2014 y 2016, experimentó tasas de crecimiento superiores al 40%, en volumen. "El negocio llegó para quedarse. Hoy, muchos se largan a empezar a producir con toda la artillería y hacen esas inversiones porque tienen esa certeza", afirma Anibal Loggia, presidente de la Cámara Argentina de Productores de Cerveza Artesanal.
Desde el sector, indican que, debido a este crecimiento repentino en un corto lapso, se saturó la oferta en la región metropolitana. Pero, en cambio, se abren nuevos frentes en otras zonas del país. "Tanto el NEA como el NOA están creciendo, lo inverso a lo que sucede en Buenos Aires", explica Martín Boan, sommelier y productor bajo la marca Bierlife. Según su visión, el negocio retomará la senda del crecimiento en 2020 y volverá a expandirse en 2021, aunque no con el mismo vigor que en su época de bonanza.
Para Pablo Fazio, fundador de Otro Mundo, comenzarán a visualizarse signos de crecimiento en el mercado interno a partir del último trimestre del año próximo. "Paralelamente, las pymes exportadoras deberemos ser más activas en función de buscar nuevas oportunidades en el exterior y desarrollar nuevos mercados", manifiesta. Fuentes del sector calculan que, para no perder, un cervecero tiene que elaborar alrededor de 10.000 litros por mes.
La pérdida de rentabilidad fue uno de los principales problemas para los productores. Desde 2018, en cuanto a precios, comenzaron a perder terreno con la cerveza industrial cuando, históricamente, ésta siempre había tenido un valor más económico que la artesanal. "El invierno próximo será duro. Ya estoy comprando las maltas para poder terminar la temporada con buena producción y stockearme", explica Sánchez.
Del lado de los proveedores, también sintieron el impacto. "La moda este año fue vender insumos. Esto atomizó mucho la venta. El cervecero se acostumbró a que todo era distinto y el balance de la industria es negativo", afirma Carlos Spina, socio gerente de Minicervecería.