El primer nombre registrado en la historia no es el de un rey, ni el de un guerrero o poeta. Resulta que era… un contador.
En el libro Sapiens: A Brief History of Humankind, Yuval Noah Harari se remonta 33 siglos antes de la Era Comun, a la época en que fue inscrita una tablilla de barro de 5,000 años de antigüedad descubierta en Mesopotamia (la actual Irak). El artefacto arqueológico tiene puntos, corchetes y pequeños dibujos tallados, y registra una transacción comercial.
Se trata de un recibo de múltiples embarques de cebada que dice, simplemente:
29,086 medidas cebada 37 meses KushimLa interpretación más probable de esta oración, escribe Harari, es:
‘Se recibieron un total de 29,086 medidas de cebada a lo largo de 37 meses. Firmado, Kushim’”.Ahora bien, ¿qué o quién era “Kushim”? La palabra podría describir el título de un cargo más que a una persona. Tal vez kushim significaba “asesor de cebada”. Sin embargo, según un video, es posible que Kushim fuera un hombre real, un encargado de registros que hacía cuentas para otras personas; en otras palabras, un contador. Y si su nombre era Kushim, entonces, como escribe Harari, gracias a esta tableta “empezamos a escuchar la historia con los oídos de los protagonistas.
La tableta Kushim es apenas uno de decenas de miles de registros comerciales hallados en los desiertos de Irak, de modo que un solo ejemplo es demasiado aleatorio. Posiblemente, el segundo, tercero y cuatro nombres más antiguos que conocemos. Están inscritos en una tablilla mesopotámica distinta.
Datada alrededor de 3,100 a.C. –un par de generaciones después de Kushim-, la tablilla lleva el título: “Dos esclavos propiedad de Gal-Sal”. Así que, Gal-Sal es el amo. Luego vienen los esclavos, “En-pap X y Sukkalgir”. Ahora tenemos cuatro nombres: el contador, el dueño de los esclavos y los dos desdichados. Ningún rey. De hecho, los monarcas aparecen, más o menos, hasta la siguiente generación.
Harari no se sorprende por el predominio de los sumerios comunes. Hace cinco mil años, la mayor parte de los humanos que poblaban la tierra eran agricultores, pastores y artesanos que necesitaban llevar un inventario de sus propiedades y deudas, y así surgió la escritura: como tecnología para el pueblo llano y no como un megáfono para los poderosos.
Harari escribe: “Es revelador que el primer nombre registrado en la historia sea el de un contador y no el de un profeta, poeta o gran conquistador”. Y es que, en aquellos días, la actividad principal de las personas era el comercio.
Los reyes van y vienen, pero llevar la cuenta de tu cebada –tus borregos, tu dinero, tus propiedades-, esa es la verdadera historia del mundo.