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El Tsunami de cerveza que arraso todo un barrio
La tarde del 16 de octubre de 1814, los habitantes del barrio de Saint Giles de Londres escucharon una fuerte explosión, uno de los tanques, el mayor, de la cervecera del barrio había explotado. En sólo unos instantes un tsunami de miles de litros de cerveza devastó el barrio causando una auténtica tragedia.
La Meux’s Brewery Co Ltd, fundada en 1764, era una cervecera londinense propiedad de Sir Henry Meux. Como muchos fabricantes actuales, la compañía se había ido formando a partir de la compra de otras cerveceras más pequeñas, una de ellas era la Horse Shoe Brewery. La Horse Shoe era famosa por su cerveza negra y estaba situada en Londres, en la unión entre las calles Tottenham Court y Oxford.
El edificio de la fábrica estaba rodeado de edificios de apartamentos y casas. La parte superior de la cervecera estaba ocupada por varias cubas gigantes. La más grande era de cerveza tipo porter. Un monstruo de 6.6 metros de altura y capaz de contener hasta 511.920 litros de cerveza, uno de los más grandes de Londres, 29 aros de hierro mantenían sus piezas unidas.
El mes de octubre de 1814, la cerveza llevaba ya varios meses fermentando en la cuba, tal como necesita la cerveza tipo porter. Aunque los trabajadores de la cervecera no se habían dado cuenta, el metal y la madera de la cuba habían empezado a mostrar signos de fatiga producidos por el envejecimiento y la presión a la que estaban sometidos al tener que soportar una cantidad de litros de cerveza tan grande. De repente, en torno a las 6 de la tarde, uno de los aros metálicos de la cuba hizo un ruido seco y se rompió. Acto seguido el contenido de la cuba explotó, causando además una reacción en cadena en las cubas colindantes. El ruido, similar a una explosión de dinamita, se dice que se oyó a más de 8 kilómetros de distancia.
Una total de 1.224.000 litros de cerveza a presión se estrellaron contra las paredes de ladrillo del edificio y se empezaron a esparcir por el exterior de la fábrica. La barriada de Saint Giles era un barrio pobre en el que mucha gente vivía en condiciones de hacinamiento, familias enteras vivían en una sola habitación, sótanos o desvanes. Muchos de estos habitantes fueron atrapados por sorpresa por las olas de cerveza. Los más afortunados intentaron escapar subiendo a partes más altas, ya fueran tejados, los pisos superiores o incluso árboles.
La riada de cerveza entró en las casas inundando los sótanos y derribando dos de ellas a su paso. El pub Tavistock Arms en la calle Great Russell también se vio afectado, una de sus camareras quedó atrapada durante 3 horas bajo las ruinas. Según informaba The Times en su edición del 19 de octubre, el reventón de los muros del edificio de la cervecera y la caída de sus vigas de madera agravó la situación al forzar la estructura de los edificios colindantes.
En medio del caos, hubo gente que intentó aprovechar la situación. Apenados por un desperdicio tan grande de cerveza, cientos de personas, algunos venidos de otros barrios al conocer la noticia, ayudados con tarros, teteras y cazos intentaron recogerla, otros simplemente se agachaban e intentaban beber la cerveza a lengüetadas de sus manos. Sin embargo, la marea fue demasiado fuerte para muchos que acabaron en el hospital, donde casi se organizó una trifulca entre los demás enfermos que al oler tanta cerveza creyeron que habían sido excluidos de una gran celebración.
Aunque las verdaderas consecuencias de la tragedia se comprobaron cuando pasó el tsunami de cerveza, nueve personas muertas, unos ahogados, otros por las heridas causadas al ser arrastrados por la riada y una última víctima que murió días después por intoxicación alcohólica, tal vez en su intento heroico de frenar la marea bebiendo tanto cerveza como pudiera tragarse.
Debido a la pobreza de la zona, los familiares de los ahogados exhibieron sus cadáveres en sus casas y cobraron por verlos. Fue tal la concentración de curiosos que en una de las casas se llegaron a concentrar tanta gente que el suelo cedió y cayeron todos al sótano, que aún estaba medio lleno de cerveza. Ante este contratiempo, los “exhibicionistas” se llevaron el negocio a otra casa cercana, donde atrajo aún a más “clientes”, pero también a la policía que clausuró la exposición. Los funerales fueron pagados por la población de Saint Giles.
Se cuenta que el hedor de cerveza en el barrio duró meses, las rudimentarias bombas de la época no pudieron recogerla toda. La inundación fue una catástrofe para muchas personas de Saint Giles, la mayoría de víctimas eran gente pobre, y aparte de las nueve personas que perdieron la vida fueron muchos más los que se quedaron sin nada. La Meux Brewery fue llevada a los tribunales por el accidente, pero el juez dictaminó que pese a sus devastadoras consecuencias, la inundación fue un “Acto de Dios”, es decir, que la inundación no pudo ser prevista ni, de haberlo sido, podría haber evitada. Así que los muertos fueron considerados sólo como víctimas.
Pese a la sentencia favorable, el desastre dejó a la compañía en una difícil situación económica. La cerveza se había perdido, no se podría vender y los ingresos bajarían. Como último recurso para salvarse, la compañía presentó una solicitud al parlamento para que los impuestos de la cerveza perdida, y que la empresa ya había pagado, le fueran devueltos. El parlamento accedió y la empresa pudo continuar con su actividad con el dinero devuelto.
El edificio de la cervecera fue demolido en 1922, aunque la compañía siguió funcionando como tal, hasta que en 1961 fue vendida a Friary, Holroy and Healy´s Brewery. Tres años más tarde volvió a ser vendida y pasó a manos de Ind Coope.
Este es quizás el desastre cervecero más conocido de la historia pero como curiosidad decir que más de 100 años después, en Boston, pasó algo muy similar, conocido como el Desastre de la Melaza de Boston. Un enorme tanque de melaza explotó, y la ola de melaza mató a 21 personas. El asunto ha entrado en el folklore local, y los residentes de la ciudad dicen que, en los días de calor, aún huele a melaza. Por lo que cuentan, el principal problema aquí fue la alta densidad de la melaza, que aplastó a muchas de las víctimas e hizo descarrilar a un tren. Eso sí, esta vez la compañía fue obligada a pagar por los daños.