IPAs tan turbias que parecen aguas residuales de un estanque radiactivo, Stouts moca-choco-vainilla, batidos de frutas DDH (Doble Dry Hopping para los no iniciados) y Goses saladas que huelen a sudor de instructor de gimnasia. ¿Acaso la cerveza artesanal se está esforzando demasiado?
Hace muy poco Jeppe Jarnit-Bjergsø, el propietario de Evil Twin y uno de los cerveceros más prolíficos del mundo, manifestaba su nerviosismo en Facebook escribiendo:
“Extraño los buenos viejos tiempos donde no teníamos que producir 5 nuevas cervezas cada semana para que nuestros clientes estuvieran felices”.Tal vez sea una señal de que todos deberíamos bajarnos un momento de esta rueda de hámster y pensar hacia dónde se dirige nuestra industria.
Hubo un tiempo, no hace mucho, cuando un grupo de cerveceros estadounidenses se reunieron y se comprometieron a reclamar de vuelta la cerveza a los grandes monopolios y volver a elaborarla con integridad y pasión una vez más.
Y es gracias, en gran parte, a estos tempranos pioneros del movimiento cervecero artesanal que hoy en día podemos sentarnos en la barra de un bar a beber un diluvio aparentemente interminable de cervezas extravagantes de todo el mundo.
Y ese es el problema. Es debido a su impecable manejo al recrear diferentes estilos de cerveza, que los cerveceros han generado inadvertidamente una cultura de consumo en donde la cerveza ya no necesariamente tiene que ser genial. Solo necesita ser nueva.
Como propietario de una cervecería artesanal, he perdido la cuenta de la cantidad de bares a los que he llamado para preguntar cómo van las ventas, para saber si nuestra cerveza ya se ha vendido. Genial, suelo decir algunas veces y pregunto si desean pedir más: “No gracias, no volveremos a comprar la misma cerveza. Nuestros clientes se aburren fácilmente por estos días. ¿Tienes algo nuevo?”
Esta insaciable necesidad de algo nuevo está robando a las cervecerías artesanales el tiempo que necesitan para perfeccionar sus cervezas. Porque la verdad es que la mayoría de las mejores cervezas del mundo no sabían de esa manera después del primer lote.
Los cerveceros habrían pasado meses y años haciendo retoques y ajustes, elevando un grado de temperatura aquí, moviendo la adición de lúpulo unos minutos más tarde en la ebullición, afinando y perfeccionando sus recetas. De eso es lo que realmente se trata el oficio de hacer cerveza artesanal.
Pero ahora ese componente artesanal está siendo comprometido por la generación de hashtags, con algunas cervecerías artesanales comenzando a quebrarse por la presión.
Por ejemplo, se ha abandonado la práctica de probar una receta elaborando pequeños lotes de cerveza antes de pasar a la producción masiva. Simplemente ya no hay tiempo para esperar 4 semanas y ver si la cerveza realmente funciona. Solo tira los dados y espera lo mejor.
Mientras que hasta hace un tiempo estaba bien tener en tu portafolio una Pilsner, una APA, una IPA y una Stout, con el lanzamiento estacional ocasional para agregar un poco de drama, por estos días no es inusual que una cervecería tenga múltiples versiones de un mismo estilo, muchas de ellas mas o menos iguales porque en el fondo son realmente la misma cerveza.
Solo agrega un poco más de lúpulo aquí y acá y obtendrás dos cervezas por una. Simplemente no hay tiempo para refinar. Es irresponsable, es descuidado, pero hasta cierto punto inevitable, ya que los cerveceros se ven sometidos a una presión cada vez mayor por evocar algo diferente cada semana.
Entonces, ¿A quien hay que culpar? ¿Son las cervecerías artesanales, las mismas que manejan sus redes sociales con la habilidad de una Kardashian para anunciar sus nuevos lanzamientos (a menudo en cantidades limitadas para aumentar deliberadamente el rumor)? ¿Son las aplicaciones como Untappd, que fomentan la cultura de consumo “más es mejor” al recompensar a los usuarios con brillantes medallas? ¿O las barras del bar por alimentar felizmente este habito?.
¿O somos nosotros, tú y yo, los bebedores de cerveza artesanal, por no sentir más el orgullo de beber localmente o por no tener la paciencia de seguir probando una cerveza que nos gusta, solo porque nos gusta y no porque beberla nos hará ganar más reacciones o seguidores en redes sociales?
Quizás el problema sea simplemente la cerveza artesanal. Recuerda que todo comenzó como un viaje de descubrimiento, por lo que tal vez no sea razonable criticar a estos bebedores por ahora querer simplemente conocer todos las opciones a lo largo del camino.
Sea quien sea tenga la culpa de que las cervecerías artesanales estén sintiendo cada vez más la presión de mantenerse al día con sus clientes y de verse obligados a elegir cada semana entre elaborar la mejor cerveza que puedan o simplemente elaborar la cerveza más fácil de vender, lo cierto es que tarde o temprano sucederá.
A menos tal vez que de alguna manera podamos poner un poco de pausa, nos deleitemos tranquilamente del aroma de los lúpulos y simplemente volvamos a disfrutar de la cerveza que nos gusta.