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Ratafía

La ratafía tuvo su origen, según la historia, en Italia y luego se expandió a España y Francia. Aquí fue adoptada por Cataluña, en donde se encontró la receta más antigua, la cual data de 1842. En esa época la bebida macerada era utilizada por los monasterios y los pueblos para curar enfermedades, ya que encontraron que el alcohol extraía de manera potente las propiedades medicinales de las plantas.

Desde 1989, la ratafía catalana tiene el sello de Denominación Geográfica y su nombre, de acuerdo a algunas fuentes, vendría de la expresión en latín “rata fiat”, que significa “así sea”, y la cual se usaba para confirmar un acuerdo o trato verbal.

Este licor se elaboraba mayormente en casas de pagès, generalmente eran las mujeres las que recolectaban las plantas medicinales para elaborarla, y entre otros muchos usos medicinales se utilizaba para calmar los dolores menstruales, por este motivo era de los pocos licores que estaba permitido tomar a las mujeres. Cada receta era única, por lo que cada familia guardaba la suya con recelo y la pasaba de padres a hijos para que se mantuviera la tradición. Ahora, aún se prepara la ratafía casera, sobre todo en las comarcas de Santa Coloma de Farnès, Girona, Lleida, Centellas, entre otras que conforman la Cataluña interior.

El sabor dulzón del licor se debe a su elaboración a base de la maceración de frutos, hierbas o especias en un alcohol base, que suele ser aguardiente, ya sea neutro o anisado. La ratafía catalana típica incluye nueces verdes, especias (canela, clavo, anís estrellado y nuez moscada) y hierbas aromáticas secas tales como la salvia, la hierba luisa, el tomillo, la menta, la albahaca, etc. recogidas normalmente entre los días 21 a 25 de junio (solsticio de verano europeo), que es cuando se considera que disponen de mayor intensidad aromática.

La ratafía es una bebida conocida entre varios países del Mediterráneo, pero la catalana es una de las más famosas. Ésta dispone del sello de Indicación Geográfica Protegida desde 1989 y es especialmente representativa en la localidad de Santa Coloma de Farners, donde se celebra la Feria de la Ratafía desde 1982, aunque también puede degustarse en algunas localidades de Aragón.

Nueces y un ramo de hierbas, esta mezcla se infunde durante al menos dos meses, luego se decanta la infusión, se agrega azúcar, alcohol y agua, se vierte en barriles de madera y se insiste durante otros tres meses. Como resultado, con el enfoque correcto, no solo obtiene una bebida alcohólica (aproximadamente 30º), sino también una infusión útil de color caramelo, que tiene un sabor dulce y agradable.

¿Cómo se elabora la ratafía?

El inicio de la preparación de la ratafía está marcado por el solsticio de verano europeo, a finales de junio, época en la que hay nueces verdes y las hierbas aromáticas florecen. Se dice, como parte de la tradición, que las nueces deben ser recogidas en esas fechas,que es cuando las nueces están en su momento óptimo, las nueces son las que le dan este color oscuro característico de la ratafía.

Estos frutos son mezclados con algún tipo de aguardiente o anisado y hierbas aromáticas como la hierbabuena, el tomillo, clavo, salvia, albahaca, anís, romero, hierba luisa, manzanilla, menta, lavanda, pétalos de rosa, malva rosa, entre otras plantas que nos brinda la naturaleza. También se le incluye, piel de limón o naranja. Todos los ingredientes dependen de cada receta.

Esta combinación se deja reposar bajo el sol y la luna, es decir a la intemperie, lo que comúnmente se llama «sol y serena», en un recipiente normalmente de cristal, tipo damajuana, con tapón de corcho o cerrado con paño, para que pueda respirar durante cuarenta días aproximadamente, algunos lo maceran hasta dos meses. Es necesario que la mezcla se vaya removiendo cada cuatro o cinco días.

Después de ese tiempo, a mediados de agosto más o menos, se filtra la ratafía con mucho cuidado y paciencia para colocarla en barricas de madera o botellas de vidrio, en la cual se le puede añadir azúcar, agua o alcohol, dependiendo del gusto y la graduación que quiera cada uno. Luego se almacenan esos recipientes en lugares frescos durante tres meses más aproximadamente.

Este proceso puede variar según el productor de la bebida. El truco está en que cada año se vaya añadiendo o quitando ingredientes hasta encontrar la receta perfecta que se adapte a nuestro gusto.