Los propietarios junto a la chicha embotellada. |
Proceso de cocción de la chicha Chernobyl, en la factoría de Quillacollo |
La quinta Chernobyl es reconocida a nivel Cochabamba como una de las más importantes empresas de chicha.
Para lograr esto, la empresa de los esposos, Román Soliz y Cristina Gonzales, tuvo que elevar la producción a niveles industriales, pero con todos los rigores de ecología, salubridad y calidad, eso sí sin perder la esencia del elixir tradicional,
Por ello, la factoría se proveyó de sistemas de combustión a gas natural, tuberías y bombas de succión, peroles de bronce (inoxidables) para la cocción, vehículos termoking con sistemas de refrigeración para el traslado de chicha a los intermediarios y uniforme especial de higiene y seguridad por parte de los trabajadores, entre otros aspectos.
Los hornos instalados con sistema de gas natural. |
Estas certificaciones no sólo avalan que Chernobyl ha cumplido con todos los requisitos que establecen la ley 1333 de Medio Ambiente y su reglamento, sino que garantizan la calidad e inocuidad de la producción.
Ya van dos décadas que Chernobyl tiene instalado el sistema de gas natural por el que dejó de lado la vieja práctica de combustión a leña, haciendo, consecuentemente, un alto a la tala de bosques. La innovación, sin embargo, tuvo un costo, no sólo por la altísima inversión económica, sino también por la adaptación. Según explica Román Soliz, la combustión a leña es lenta y toma al menos una semana. En cambio la llama de gas natural era demasiado fuerte y hubo que hacer varias pruebas hasta lograr la intensidad ideal.
Los propietarios junto a la chicha embotellada. |
Chernobyl nació en 1988 y, según la propietaria, Cristina Gonzles, fue un grupo de intelectuales bohemios que sugirieron el nombre, a propósito de la reciente explosión de la central nuclear. “Decían que esta chicha era como una explosión”, explica.
Pese a su nivel de industrialización, se procura conservar la esencia en la producción.
Según la propietaria, la materia prima principal es la wasa sara, una variedad de maíz producido en Ayopaya exclusivamente para la chicha. De este grano se obtiene el wiñapu, del que se obtiene harina especial, que se cuece en peroles al menos por una semana.
Concluido el proceso, el líquido pasa a los wirkis para su fermentación por al menos otra semana. Será después de todo este tiempo que la chicha esté lista para su consumo.
Este proceso cuenta con el aval de Senasag, y, lo más importante, el visto bueno de toda su clientela que ha confirmado la fama de Chernobyl.
Chernobyl es, hasta 2016, la única factoría que logró llevar chicha a Estados Unidos y España, donde los compatriotas, felices de reencontrarse con un producto de la Llajta, la adquirían como pan caliente.
El mérito, según refieren los propietarios, corresponde al ingeniero enólogo Fernando Quitón, quien logró la fórmula ideal de preservación de la chicha.
Si la jarra doble (con capacidad de dos litros) de chicha sin envasar se ofrece actualmente a 12 bolivianos, la botella de 600 mililitros se la vendía a 10, en el país. Había que tomar en cuenta la inversión en el embotellado.
Sin embargo, en Estados Unidos, cada botella se vendía a 25 dólares. Pero no era Chernobyl la que ganaba la diferencia, sino las empresas comercializadoras que llevaban el producto al exterior.
Este proyecto quedó temporalmente suspendido. Fernando Quitón falleció hace poco.
La empresa lo recuerda con gratitud y planean retomar el proceso de embotellado.