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Isenbeck, Argentina

El origen de esta cerveza nos remonta al año 1769 en la ciudad alemana de Hamm.
Originalmente se comercializaba solo en el pueblo, pero a principios del siglo 19, ya se vendia en otras ciudades, y para finales de siglo ya producia 72000 hectolitros anuales.
Durante la segunda guerra mundial, la fabrica fue destruida en un 85% por los bombarderos aliados.
La nueva fabrica le permitio una una gran expansion y a finales de la decada del 70 su produccion ya a lanzaba los 366000 hectolitros anuales.
En 1990 la fabrica fue derrumbada, y desde ese año Warsteiner se hizo cargo de su produccion.
ISENBECK ARGENTINA se instaló en el pais en el año 1994, trayendo el concepto de cerveza premium: una bebida elaborada exclusivamente en base a ingredientes naturales, según la Norma Preceptiva Alemana de pureza de la cerveza, del año 1516.
Esta ley, dictada por el duque bávaro Guillermo IV, dispone que la cerveza genuina debe ser elaborada exclusivamente con cebada de malta, lúpulo, levadura y agua.
El establecimiento instalado en Zarate, fue el primero fuera del territorio alemán, y constituye un modelo de tecnología cervecera y el primero en lograr la Certificación ISO 9001 entre las empresas cerveceras de la región.
La planta en números
  • 50 hectáreas de predio
  • 50.000 m2 de superficie construida
  • 1 8.000 m3 de hormigón
  • 2.200 toneladas de hierro
  • 4 líneas de envasado
  • 1.500.000 hectolitros de capacidad productiva
Está emplazado sobre un predio de 50 has. con 50.000 m2 de superficie construida y es considerado planta líder en calidad de cerveza premium. Tiene 4 líneas de envasado y una capacidad productiva de 1.500.000 hectolitros.
Al parecer la decision de ubicarse en Zarate tiene que ver con que las aguas del lugar son de máxima pureza, y porque el puente Zárate Brazo Largo, que comunica con países limítrofes, hace que esta ubicación sea estratégica desde el punto de vista comercial. Ya fuera del edificio central, adonde están las oficinas, caminamos rumbo al sector de producción. La primera parada fue en el monte de acacias negras, cuya presencia tiene un alto contenido simbólico para esta empresa que hace un culto de su convivencia con el medio ambiente. Preservarlo, entonces, fue un mandato, y ahí está el montecito, surcado por varios senderos que comunican las distintas partes de la planta.
El agua utilizada en la elaboración proviene de la napa Puelche, ubicada a 90 metros de profundidad, y es parte de un curso de agua que llega directamente desde la cordillera de los Andes. Para tener una idea del rol que tiene este elemento en la producción bastan algunas cifras: el 80 por ciento de una cerveza de litro está compuesta por agua, y se utilizan 5 litros de agua para hacer uno de cerveza. Y por si esto fuera poco, Isenbeck tiene estudiado arribar al millón y medio de hectolitros para fin de año. De acuerdo a la política de preservar los recursos naturales, en la compañía destacan que «no fabricamos cerveza para stockear (almacenar)», sino que poseen un sistema de control a través de los vendedores que les permite elaborar de acuerdo a la demanda.
Las piletas de efluentes son parte de un sistema que tiende al buen uso de los elementos naturales y su aprovechamiento completo. En estas piletas de 7 metros de profundidad es adonde se vierte todo el agua cuando el proceso de elaboración ha culminado. El paso siguiente es agregarle barro de atinea, cuya función es producir una serie de bacterias que se comen entre ellas, eliminando también otros residuos. El barro es entonces filtrado y depositado como islas, que luego serán reutilizadas a manera de abono. ¿Y el agua? Va hacia una tercera pileta, tras lo cual y a través de un túnel de 14 metros desagota en el río Paraná.
De acuerdo al procedimiento habitual, Isenbeck le compra la malta a la firma Cargill, y cuando arriba en camiones a la planta de Zárate es analizada por los maestros cerveceros, quienes verfician que no tenga humedad. Dado el visto bueno, el cereal se deposita en los silos a través de un sistema de presión con rodillos que elimina las cáscaras de la malta, también llamadas heces. Este subproducto se vende para la fabricación de alimento balanceado y galletitas, entre otras cosas. En Argentina existen fábricas que hacen cerveza con la cáscara, pero las reglas de pureza Isenbeck impiden a la compañía utilizar este producto.
Isenbeck recibe dos veces al año la levadura desde Alemania, traído especialmente por un maestro cervecero, y que cría luego en la planta de Zárate para ser usada en la elaboración del producto. Una vez que deja de utilizarse, es vendida como subproducto para el alimento de animales. En lo que hace al lúpulo, una enredadera de 6,5 metros de alto cuyo fruto le da el toque amargo a la cerveza, la compañía también la recibe de Alemania, donde la casa matriz la importa desde Canadá.
En los tanques de levadura reposa este insumo a una temperatura que oscila entre los 0 y 2 grados centígrados, ideal para que se mantenga latente y no prospere en candidades innecesarias. Desde allí también contemplamos el sistema de Filtro Flash, una serie de plaquetas continuas que filtran el producto a 80 grados en tan sólo 30 segundos, evitando la pérdida de proteínas y el sufrimiento de los elementos como suele ocurrir con el túnel de pasteurización, que es el otro sistema habitual utilizado por las compañías cerveceras.
En la cocina se encuentran las cubas filtros, que operan con agua a 15 grados, adonde se suma el cereal. Esto cae al macerador, que recibe el cereal y el agua para producir el famoso mosto dulce, filtrado durante 45 minutos por la cuba para eliminar residuos. En el siguiente capítulo el producto pasa a las ollas de cocción, adonde se le agrega el lúpulo a través de robots. Allí se cocina la cerveza durante una hora a temperaturas que van de los 90 a los 100 grados. La etapa de enfriamiento es llevada adelante en las mismas ollas mediante un dispositivo de placas con agua a 2 grados. En esas instalaciones Isenbeck elabora sus cervezas Premium -Isebenck y Warsteiner-, como así también las segundas marcas, tales los casos de cerveza Mar del Plata, Carrefour, La Diosa Tropical y El Loco. ¿Cuál es la diferencia entre unas y otras? Las premium son de alta calidad no sólo por sus insumos, sino por el control al que son sometidas durante todo el proceso. Las otras contienen más agua, menos lúpulo, el packaging -etiquetas y cajas- es más económico y las tapas tienen un control distinto. La planta elabora una cerveza por día, tras lo cual se lavan todos los elementos para ser utilizados en la jornada siguiente en la fabricación de otra marca.
Básicamente, una cerveza genuina es aquella que cuando es servida en el vaso las burbujas se encolumnan hacia la superficie en un camino largo y fino, como ocurre con el champagne, mientras que en los productos no genuinos se producen burbujones.
En el laboratorio se analiza todo el producto. Es decir, son puestos bajo el microscopio las tapas, las etiquetas y su pegamento, las botellas y demás elementos. Unas junto a otras en una repisa estaban también los diferentes envases que Isenbeck sacó al mercado, sacudiéndolo de su prolongado letargo de botellas de litro y 355 centímetros cúbicos. La compañía alemana lanzó el envase con tapa a rosca, el medio litro, el porrón de plástico -Pet-, que por su alto costo de producción tras la devaluación sólo es exportado -su principal comprador son las Islas Malvinas-, y la botella transparente de la cerveza Patagonia, todo un éxito en Canadá, pero que no puede ser comercializada en el mercado interno porque ya existe esta marca en otro rubro. Sobre un costado quedaron las cervezas mix, con limón y naranja, un producto que es furor en Europa, pero que en Argentina no funcionó por razones de idiosincracia, tradición o cultura cervecera, cualquiera es válida.
La línea, donde manda la máquina es la línea sobre la cual viajan las botellas rumbo a su destino de ser llenadas, tapadas, lavadas y etiquetadas, para luego producirse el encajonado, tras lo cual marchan rumbo al depósito. Y todo esto de manera automatizada, sin que puedan verse mucho más que un par de operarios controlando el funcionamiento. La línea de litro retornable se ajusta, de acuerdo a lo informado, a todos los graneles de producción de Isenbeck. Una vez limpios, los envases marchan en fila y son testeados por los inspectores -haces de luz roja- que dan el visto bueno al proceso. Entonces llega el turno de que opere la llenadora, máquina que introduce la cerveza y tapa la botella -llena 56 mil de medio litro o 36 mil de litro-, tras lo cual la saca a la cinta chorreando espuma como parte del mecanismo de eliminar cualquier residuo que pudiera haberse filtrado.
En la etapa siguiente las botellas pasan por la ducha y, nuevamente sometida a los inspectores, son descartadas todas aquellas que no han sido llenadas con la cantidad correcta de centímetros cúbicos. Superada esta prueba, los envases son etiquetados -etiqueta, contraetiqueta y collarín- y encajonados mecánicamente, agrupados en pallets de cinco hileras de cajones que, poco después, serán sunchados y llevados al depósito.
Las latas también existen y el sistema permite que se realicen 24 mil latas por hora, las cuales arriban por la cinta en formato de vaso -la compañía ya las compra con el packaging-. Una vez llenadas y tapadas, los envases de aluminio, al contrario de lo que ocurre con las botellas de vidrio, son sometidos a un proceso de pasteurización para eliminar bacterias, puesto que se supone que la lata, habitualmente, toma contacto con la boca del consumidor a la hora de beber el producto.




Acerca de Cervecería Argentina S.A. Isenbeck 
Isenbeck es un producto elaborado exclusivamente en base a ingredientes naturales, sin aditivos, sin conservantes y empleando materias primas seleccionadas. Fiel a esta definición, Isenbeck se produce utilizando sólo malta de cebada, lúpulo seleccionado, levadura de cepa propia y agua extraída de la mapa Puelche. Combinados en un proceso natural de molienda, cocción, filtrado y fermentación (garantizado por el Certificado ISO 9001) estos ingredientes producen la cerveza de más alta calidad. En Isenbeck, la sabiduría artesanal heredada de sus raíces alemanas, se combina con la más moderna tecnología internacional para lograr una cerveza cristalina, con cuerpo, burbujeante, de espuma blanca y consistente, adaptado al exigente gusto del paladar argentino.