IKER MORÁN 09 DE ABRIL DE 2015
Cerex Ibérica de Bellota. Hay que reconocer que suena bien. Pero no se trata sólo de eso, nos explica Alfonso Vallejo desde Zarza de Granadilla, la localidad de Cáceres donde se elabora esta cerveza, “la bellota aporta un amargor adicional al del lúpulo, distinto al de las cervezas artesanas comunes -apunta- con un aroma terroso que recuerda al sotobosque de la dehesa extremeña y un sabor a frutos secos que da equilibrio”.
Con un color marrón oscuro, una espuma bastante densa y persistente, y 6,5 grados de alcohol, según sus creadores la idea surgió de una forma bastante evidente: se trataba de dar un toque diferente a la cerveza y, puesto que están rodeados de encinas y bellotas, la decisión parecía clara. Además -reconocen- el fruto es uno de los iconos de Extremadura.
El proceso de elaboración es similar al de otros estilos de cerveza artesana (macerado en escala de temperaturas, hervido del lúpulo y adición de levadura), con la particularidad de que en el proceso de cocción se añade la bellota junto al lúpulo, nos explica Vallejo.
Más allá de haber recibido muchos premios y estar realmente rica -que es lo que importa-, se nota ese punto bellotero como prometen desde Cerex. Efectivamente, la cerveza tiene un punto especial gracias al uso de este fruto. Suficientemente marcado como para que se note, pero sin quedarse todo el protagonismo de la cerveza.