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Habemus kokena
La historia comenzó como quien no quiere la cosa, pues fue a modo de trabajo experimental que los estudiantes de la Tecnicatura en Alimentos dieran origen a esta sabrosa y refrescante criatura. Sin embargo, no tardarían en cambiar el laboratorio del instituto por una cervecería con todas las de ley: “Kokena”, esa que funciona en un sector de la ex hostería provincial de Amaicha. ¿Por qué Kokena? Se trata de una alusión a la deidad de la fauna del cerro. Sí, de volver a las fuentes va el asunto, a los orígenes mismos de la comunidad local. De allí la idea de recurrir a un ingrediente tan ancestral como conocido por los oriundos de la región. Sin embargo, bajo la atenta mirada y dirección de su docente, el químico Néstor Kaluski, el proyecto Kokena no sólo invita a revalorizar el pasado; sino a proyectar a futuro. Algo tan simple como el recurrir a la materia prima que la geografía circundante ofrece para construir un emprendimiento autosustentable, capaz de convertirse en una fuente laboral. Fácil en la teoría; todo un desafío en la práctica. Ese frente al que los siete alumnos que concibieron Kokena no se achicaron ni un poquito.
Cerveza de algarroba, y de verdad
La hora de la verdad llegó allá por el 2011, cuando por fin se logró dar con la primera cerveza de algarroba. ¿Cerveza de verdad, eh? Con espumita y todo. Sin más diferencias con la cerveza convencional que su suave sabor al fruto de algarroba. Una versión superadora de la aloja, sin nada que envidiarle a la clásica rubia elaborada a base de malta. Y ojo que también hay kokena negra… Pues la preciada fórmula con la que dieron los estudiantes tiene levadura de cerveza y lúpulo que le brinda el amargor propio de toda cerveza. ¿Entonces…por qué no podría hacerse su lugarcito entre los paladares cerveceros? Si hasta cuenta con el plus de ser libre de gluten… Al parecer, a quien convenció sin rodeos fue el al jurado de la Feria Provincial de Ciencia y Tecnología, con sede en San Miguel de Tucumán. Pues en aquel mismo 2011, el año de su nacimiento, la cerveza de algarroba se alzó con el primer premio de tal evento. De allí nomás fue que los siete hacedores se lanzaron a hacer realidad el sueño de la fábrica, la primera de la región en su tipo. Esa que contó, y aún cuenta, con el apoyo de Eduardo Nieva, cacique de la comunidad de Amaicha: desde las hectáreas de algarrobos de las que la comunidad dispone hasta recursos económicos. Todo cuanto sea preciso y posible para dar vuelo a Kokena.
¿Qué tan lejos ha de llegar esta noble creación nacional? Por lo pronto, a la cerveza Kokena no le sabe nada mal ser aceptada por los paladares locales. La misión es, poco a poco, abrirse paso en el mercado nacional, y que lo que comenzó como un proyecto estudiantil se convierta, entonces, en esa fuente de empleo capaz de brindar digna subsistencia, de atenuar el tan indeseado desarraigo de los jóvenes de Amaicha. En el recurso que la naturaleza da parece estar la llave de las oportunidades. En especial, si de acudir a su rescate se trata. Pues en la revalorización del ingrediente madre también descansa el espíritu de Kokena. Ese que nos invita, sabor mediante, a ser parte de tan genial cruzada.
1 MAYO, 2016 POR ROCÍO AREAL