FOTO: Vémundr Oakenbear |
El nawa o tejuino es una bebida preparada con maíz cuyo uso entre los wixaritari reviste todo un mundo de significaciones. En el presente texto se expone su uso entre los habitantes de una comunidad wixárika del estado de Nayarit, cuyos haceres y saberes muestran los diferentes caminos que el yeiyari (la tradición) toma para continuar en el camino de los ancestros.
La preparación del tejuino en esta región se realiza de forma similar a la de algunos lugares dentro del reconocido legalmente como territorio wixárika. A grandes rasgos, se pone a germinar el maíz bajo una capa de arena que es humedecida y, una vez que el maíz tiene los primeros brotes, se lava y se muele en metate o en molino. Se pone a hervir agua y se echa el maíz en ella; se deja hervir durante muchas horas. Una vez hervida la mezcla de agua y maíz, se vacía en recipientes en los que se deja reposar por al menos dos días para que fermente; entre más tiempo pase, mayor es la fermentación. Como escribiera Omar Fernando Alonso (s/f: pag. 30), “preparar el nawa es un proceso delicado”, y recae en las mujeres, quienes deben observar varias prohibiciones: no estar menstruando; no tener relaciones sexuales días antes y durante el lapso en que se elabora el tejuino; no comer azúcar ni alimentos dulces, por ejemplo naranjas, porque todo el trabajo se echa a perder y la bebida resultará dulce; muy distinta al sabor deseado. A lo anterior hay que sumar los desvelos de las mujeres, quienes deben estar siempre “supervisando que la intensidad del fuego sea la correcta para que la bebida quede bien” (Alonso, s/f: pag. 30). Los hombres, por su parte, deben permanecer alejados del lugar donde se elabora el tejuino para no echarlo a perder con su presencia.
El tejuino, por la materia de que está hecho, representa en cierta medida a la familia wixárika y la cooperación que existe en los diferentes ámbitos entre todos sus miembros: el hombre, las mujeres, niñas y niños que siembran, cuidan de la planta sagrada del maíz y lo cosechan. Asimismo, en la preparación, los polos opuestos o más bien complementarios, masculino-femenino, siempre están presentes y en constante relación; el hombre que acarrea leña y la mujer que prepara la bebida; el tejuino proviene del maíz seco (masculino), pero que ha germinado (femenino) y ha sido molido para ser cocido en ollas con agua (femenino) lentamente en el fuego (masculino). Se sirve en jícaras u otros recipientes (femenino) que representan al mundo (Kindl, 2003), la totalidad de las rancherías humanas.
El tejuino es una conjunción de los ancestros wixaritari: fuego, sol, agua, cerro, venado, hikuri (peyote) y maíz. Y en ese sentido, beber el nawa es la comunión entre las personas del presente y quienes estuvieron antes como tales y que ahora forman parte del paisaje y de las fuerzas que dan vida y forma al mundo; a final de cuentas, los humanos de esta parte del mundo somos hijos del maíz, somos maíz y estamos formados por maíz porque descendemos de Watakame, el primer wixárika y las cinco Niwetsika, Muchachas-Maíz: “Yuawime, el maíz azul oscuro del sur; Tuxame, el maíz blanco del norte; Ta+lawime, el maíz morado del poniente; Taxawime, el maíz amarillo del oriente, y Tsayule, el maíz pinto del centro, las cuales deben sembrarse juntas en el coamil o milpa, pero nunca revueltas” (Neuratt, 2006).
Watakame vivía con su madre y al sentir hambre fue a buscar comida. Se encontró a la gente hormiga que llevaba granos de maíz y quiso saber de dónde lo obtenían. Conoció que la paloma era la madre del maíz y le solicitó dejarlo que visitara su casa. Cuando llegó, quiso comprar maíz, pero la dueña de la casa, una viejita, le dijo que sólo podía darle una muchacha, pero que no debía regañarla ni ponerla a trabajar en el metate. Se fueron para el rancho de Watakame y con ella hubo maíz en abundancia. Pero la madre de este violó el trato porque puso a trabajar en el metate a la muchacha maíz y aquella se molió a sí misma cortándose los dedos y sangró. La muchacha se fue con su madre y el ancestro wixárika se quedó sin maíz, porque la madre de Niwetsika se enojó mucho por el maltrato inferido a su hija. La única forma en que permitió su regreso fue haciendo una ceremonia de la siembra. Desde esa época, los humanos sólo pueden tener maíz con grandes trabajos y con los rituales debidos. (Sobre Watakame y las Niwetsika, ver Neurath 2006; 2009, de donde se toma gran parte de la información presentada en este relato.)
El maíz es la imagen poderosa de un símbolo en el que manifiesta toda una tradición alimentaria del continente americano, pero de forma especial en grupos como el wixárika, de allí que un admirador de ellos, que asiste continuamente a sus ceremonias, los defina como la cultura del maíz: “los huicholes son la cultura del maíz: comen maíz y toman maíz (…) su historia es el maíz, (…) en sus fiestas sagradas tomamos tejuino, comemos tamales, maíz tostado y hasta la vida del huichol se explica con el maíz. ¿Cuál otra de las culturas actuales gira en torno al maíz como los huicholes?” (Magaña, 2011). De hecho, el parentesco en el grupo wixárika no se da sólo por la sangre sino también y desde los primeros tiempos por quienes siembran el coamil y que están representados en los xirikite, los adoratorios familiares, por las mazorcas más perfectas de la cosecha. En esa lógica, la familia huichola es la familia del coamil.
Si la vida de los wixaritari gira en torno al maíz, el nawa como su representante aparece en todas las ceremonias y actos de agradecimiento y petición a los ancestros divinizados: toda fiesta necesita tejuino y junto con la sangre y el agua, haciendo nuestra la idea de Neurath y Pacheco (s/f), es la sangre de la tierra, de cuyo continuo flujo depende la vida. Así, el también llamado tejuino viaja al mar, a la sierra y al desierto, uniendo con su viaje las distintas partes del universo, que se condensan en cada uno de los rituales.
El nawa está presente en cada Fiesta porque la ceremonia debe ser divertida no sólo para los humanos del presente sino para los ancestros divinizados, de allí que a Tatewari, El Abuelo Fuego, siempre se le da un trago de la bebida. El tejuino también se le da a la tierra junto con chocolate, galletas y otras ofrendas. Igual se entrega en los manantiales y algunas plantas del desierto. También se entrega a Haramara, la Diosa del Mar para que esté contenta.
A diferencia de lo que se pudiera creer, la preparación del nawa no es una tarea de la vida cotidiana, “es un acto mágico, que requiere una iniciación previa: así como el abuelo fuego habla a los marakames (sic), al fermentar el tejuino las diosas del maíz y de la lluvia se comunican con las cocineras” (Alonso, s/f: pag. 30). Quienes elaboran el nawa entregan parte de sí mismas y por ello “tomar el tejuino de una mujer implica de alguna manera tomar su energía, según la visión tradicional todo cuanto piensa y siente durante la preparación se plasma en esta bebida, especialmente al momento de moverlo…” (Alonso, s/f: pag. 30).
Si preparar el tejuino es un acto mágico, la bebida es parte del mundo de la magia de los ancestros porque con su ingestión también se puede ingresar al mundo de los antepasados divinizados al provocar el estado de embriaguez que permite “soñar” a quienes tienen la preparación necesaria para comunicarse con el mundo de los dioses. Es decir, aunque de intensidad diferente a la del hikuri (peyote), el nawa también puede ser un maestro en el mundo espiritual wixárika.
Referencias Biblográficas
- Alonso Vázquez, Omar Fernando (s/f). “La función psicoterapéutica de la tradición Huichola. Una propuesta de aproximación desde lo psicológico”, en Arreguín Arreguín, Isaura (s/f). Diversidad cultural en las cuestiones psicológicas, (disponible en, acceso 30 de abril de 2015).
- Kindl, Olivia S., La jícara huichola: un microcosmos mesoamericano, México DF: INAH; Guadalajara: U. de G., 2003
- Neurath, Johannes (2006). “La boda del maíz”, en Artes de México núm. 78, Los rituales del maíz, México, 2006.
- – “La boda del maíz y la fragilidad de la alianza”, en Ciencias núm. 92 - 93, México, Universidad Nacional Autónoma de México, octubre-marzo de 2009.
- – y Ricardo Claudio Pacheco Bribiesca (s/f.) Atlas de las culturas del agua en América Latina y El Caribe. Pueblos Indígenas de México y agua: huicholes (wixárika). (Disponible, acceso 28 de abril de 2015).
Jorge Luis Marín García y J. Jesús Antonio Madera Pacheco
Profesores del Área de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Nayarit
https://www.jornada.com.mx/2015/05/16/cam-bebida.html
Profesores del Área de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Nayarit
https://www.jornada.com.mx/2015/05/16/cam-bebida.html